10 octubre, 2021
Por Juana de Arco*
Queda un mes para la definición electoral del 14 de noviembre y la mayoría de los candidatos provinciales creen en milagros. Algo que confirma la nomofobia política, donde ‘todo puede ser’ -virtualmente hablando-, hasta revertir la fuerte atomización del electorado chubutano con buenos deseos o puro discurso 4G.
Porque no es novedad para nadie que la mayoría de los jugadores políticos de Chubut sobreviven cómodos en la virtualidad de las redes -alimentadas por propios e interesados-, pero difícilmente soportan el frentazo de caminar por el barrio sin séquito, o someterse a las urnas sin prebendas, que es como una caída de whatsapp pero sin fecha de retorno.
Tan pero tan holografiado está el poder provincial que no hay nadie hoy por hoy que pueda ostentar certezas, ni a un mes y mucho menos a dos años. Sencillamente porque la desintegración de los sellos y la dispersión de la militancia no es gratis, como tampoco lo es el bastardeo de las ideologías, o lo que quedaba de ellas.
Esas creencias colectivas que se podían pulsar a favor o en contra de la forma de intentar desde la política, un mundo mejor para algunos o para todos, según la vereda de la grieta donde se paraba el candidato. Ideología,…que no es lo mismo que relato ideológico, como invocar a Perón, a Néstor o a Alfonsín, se entiende.
Hoy, el pensamiento binario de los que ocupan cargos y sueñan con el poder ‘holográficamente’, carecen precisamente de eso que permite la ideología: una representación del sistema y un programa de acción. Dos canaletas esenciales para que escurra el poder real y humedezca perspectivas colectivas.
Por eso no es de extrañar que cuando se apaga la máquina electoral nuestros ‘candidatos 4G’ se desvanezcan en el aire, aunque antes comiencen a dar ‘fallas de sistema’, poco más que preocupantes por el daño que le hacen a los gobernados, pero por sobre todo los agujeros que le hacen a la caja pública.
En este escenario que dejaron las PASO, se podría inferir sin mucho margen a dudas que el mayor ganador del desparramo es otra vez el gobernador Mariano Arcioni. Así como lo lee.
El hombre se alza por ahora con la cucarda de ser el máximo sobreviviente en gestión en una provincia devastada financieramente, aplicando todas las recetas políticamente incorrectas de ajuste y autismo, pero ocupando un sillón con visos intervencionistas exitosos, habilitado por el fracaso de todo lo demás. Esto al decir del posdasnevismo residual que mora en el autodestierro de la vida pública o en el escarnio de los tribunales, e incluso desde la reflexión casi resignada de los levitantes peronistas que caminan el llano hace casi tres décadas.
Después de todo, el outsider que nadie consideró que podía ser un compañero ‘peligroso’ de fórmula del finado Mario Das Neves, terminó siendo el botón de autodestrucción de todo lo que se daba.
Detonado el sistema, Arcioni cumple a la perfección su rol ‘renovador’ llevándose consigo las virutas del manejo conocido, sin culpa ni consecuencia.
¿Cómo lo logra? Pulsando el otro botón que existe en el máximo despacho de Fontana 50: el de las asociaciones convenientes que atrae la ambición individual. Como sumar y restar, esa ecuación de la concertación no es un secreto de estado ni un invento del escribano, y su único límite es que no raye otra vez las notables asociaciones ilícitas que le precedieron.
Desde la función, no puede aspirar a la reelección provincial, por lo que le quedaría encarar a un cargo legislativo nacional hacia 2023, si es que la función pública le apasionara. Pero teniendo en cuenta el buen vivir del escribano y su desprecio por las nimiedades de la política, todo apuntaría a que seguirá por el camino de las luces del poder que efectivamente un poco lo deslumbran, pero arropado en un directorio energético por la estructura que manda de verdad.
Por eso este hombre que no tiene ‘nada que perder’, es al fin de cuentas el que más gana con la pérdida por goteo del poder de todos los demás. ¿El problema es que viene después? A lo que se podría inferir a estas alturas que más armados subterráneos del comodorato imperial.
Lo primero que hay que considerar en este cálculo de los que se van al Congreso o se quedan en la zona, es el porqué, y el para qué.
Partiendo de la hipótesis bastante consustancial que Arcioni no tiene nada que perder políticamente hablando, la opción de elegir los candidatos de ChuSoTo vinculados a la gestión y a sus ministros más fuertes, representaría electoralmente casi un posicionamiento anticipado no para esta elección, sino para la futura, y tanto para el sello como para las individualidades en juego.
¿Porqué jugaría en una mano de otro modo a sus dos ministros ‘más exitosos’ en términos de gestión? No se puede negar que tanto la parsimonia de Puratich con el piloteo decoroso de la pandemia en Chubut y la responsabilidad de la gestión de la ‘esperanza de vida’ colectiva; como la supremacía de Massoni en un ministerio conflictivo que ostenta nada menos que el uso de la fuerza pública, le dieron hasta ahora los mejores resultados mediáticos al oficialismo.
Si efectivamente el ChuSoTo otra vez arrima tercero en las generales Legislativas, es probable que Puratich enfile a una candidatura de mucha más envergadura en 2023 para la que ya habría mediciones en curso, en lugar de ir a levantar la mano en nombre del massismo para una alianza nacional en vías de desintegración.
Mientras que Massoni -como se sabe- aspira a ser intendente de Trelew. Un objetivo mucho más entretenido y lógico para el hombre que alimenta sus horas con adrenalina y proteína básicamente (allanamiento, gimnasio, redes y un poco de pan con manteca en Rawson) y que poco y nada tendría para hacer en la poltrona de la Cámara Alta frontoneando con Alperovich, Caserío o Di Tullio en el mejor de los casos.
Además, una intendencia que Massoni considera ya madura y sin contrincante ‘limpio’ a la vista que apostaría a lograr controlando un poco el delito y prometiendo paz y pan a una comunidad harta de los fracasos conocidos, no sin antes por supuesto terminar de pactar con la actual gestión un posmadernismo con ‘libertad condicional’ del grueso de la nidificación. Experiencia en eso sobra. Basta con ver lo que pasó con el posdasnevismo…
Por eso para los miradores finos, haberse metido en esta contienda electoral, lejos de bajar la perfomance de Massoni si es que pierde, le permitirá al histriónico ministro recuperar la mística de su tarea en territorio bajo la interpretación de un voto inversamente positivo con el que ‘la gente pensó que no debía irse al Congreso’.
Entre los que efectivamente se irían a alimentar el quórum de lo que queda de gobierno de Alberto Fernández paradójicamente está el ultracristinista Carlos Linares. El exintendente comodorense si repite los resultados de las PASO lograría sin embargo un triunfo a lo Pirro: para el FdT no lograría traccionar las dos bancas y provincialmente habría sido el artífice de otro traspié de unidad y consolidación, además de haber perdido tres elecciones seguidas con anterioridad, una foto que lo aleja completamente de alguna posibilidad de posicionarse a la gobernación en 2023.
Esto que para parte de la vieja militancia peronista sería una verdadera desgracia, para los ‘renovadores’ y parte del establishment sería un verdadero respiro por considerar que Linares es la continuidad desmejorada del liderazgo callejero del ‘Tano’ Di Pierro. Un catalizador del peso específico de los barrios que se espera ir refinando con Juan Pablo Luque en la principal ciudad electoral de la provincia.
Luque, que no puede repetir mandato en Comodoro, tendrá luego de la partida de Linares, su propio ‘trabajo de Hércules’ a partir de estas legislativas: erigirse como una opción del nuevo peronismo con leve giro a la derecha y dar vuelta los 700 votos que JpC le sacó en su ciudad pese a contar con todo el aparato petrolero a disposición, o perecer a manos de Torres, Ana Clara y lo que queda por conocer, si es que quiere seguir pensando en la Gobernación en 2023.
Y si la política es un arte de movimientos, se podría decir que están los que aprovechan los pasillos de las avanzadas ajenas para ir caminando casilleros que van quedando vacíos. Este es el caso de Juntos por el Cambio en Chubut, un sector recién fundado que le movió el piso al jenga del poder conocido. Tanto que a falta de candidatos hasta debe repetir su figura para saltar de Cámara, postulando a un notable desconocido en la política chubutense como lo era hasta hace poco Ignacio ‘Nacho’ Torres que pasará de diputado a próximo senador nacional.
Todo un dato concreto que evidencia el fracaso de todos los demás, sin restarle a Torres el mérito de representar a un sector joven de la sociedad con un discurso arrojado, que navega por todos los temas de coyuntura con la única autoridad que le confiere la adaptación electoral necesaria y la libertad que otorga el librepensamiento. Casi ‘un Milei’ chubutense, mal que pesen las comparaciones.
Por eso, para ‘todos lo demás’ a los que le viene ganando Torres, que se vuelva al Congreso es todo un alivio, porque está dicho que la sumatoria de triunfos electorales en la derecha no tiene los mismos efectos que en la izquierda, pensando con perspectivas a 2023. Además esa supremacía del Pro que expone en Chubut en este turno legislativo deberá ser sostenido y convalidado primero internamente con vista a la pelea por la Gobernación, una batalla que no parece para nada sencilla para la joven promesa trelewense, después de haberle pegado unos cachetazos a históricos como Cimadevilla, Menna y Ongarato, que ya mastican el vuelto interno, pero siempre valorando y apuntando a los aires de cambio que piden las urnas en territorio y que capitalizó esta vez Torres.
Y como si fuera poco, tanto para lo que queda del ChuSoTo, como del PJ, como del Pro, falta que el vicegobernador Ricardo Sastre defina en que canasta depositará su candidatura 2023 que ya confirmó por todos los medios reiteradas veces. La ‘jugada’ a menos que los ‘compañeros’ le achacan del sastrismo madrynense donde FdT perdió por 6 mil votos frente a la renovación que representa Torres y JpC, es poco más que sospechosa en un bastión que manejan como propio y sin titubeos de ninguna índole los mellizos Sastre.
Dos jugadores a los que no les gusta perder ‘ni a las bolitas’ y que se encargan de los resultados con evidente dedicación y éxito, aunque tampoco disimulo.
Los memoriosos que nunca falta, trajeron a colación la posible alianza que sonó fuerte y claro durante el macrismo y por el cuál Sastre se postularía como candidato del PRO. Una posibilidad que se desactivó en su momento con las garantías de la vicegobernación por un lado y de la intendencia por otro, pero que en la esencia familiar fue concebida y podría a volver a repetirse. Este sería un verdadero dilema para los escasos Juntos como para los dispersos Todos.
Como decía Darwin ‘No es el más fuerte de las especies el que sobrevive, ni el más inteligente el que evoluciona. Sin que es aquel que más se adapta al cambio”.