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7 junio, 2025

Por un periodismo de menos palabras y más entendimiento | Por Marisa Rauta

Cada vez tengo menos definiciones en coincidencia con la reducción de certidumbre. Me conformo pensando con la idea: ‘que crezca el silencio no es malo’, aunque puede ser procupante. Sobre todo para los que vivimos del emitir (y no omitir) en esta noble profesión y forma de vida que es el periodismo, que dicho sea de paso, caigo a cuenta que vengo desplegando ya por más de 35 años en Chubut.

Por Marisa Rauta

En ese largo tejido de realidades a través del decir, no sólo fue mutando el mundo mediático, los discursos y los soportes, sino y sobre todo el consumo informativo, un fenómeno del cuál todos y cada uno de los profesionales tenemos responsabilidades abiertas.

Hace unos años, una investigación publicada en la revista Nexos me dejó pensando con sus acertadas conclusiones sobre el relato que construye parte del nuevo periodismo “Del total del espacio de las portadas clasificables, un 52.4% se basa en ‘dichos’ y no en ‘hechos’, concluía. Es decir, el grueso de las notas analizadas se basaban exclusivamente en declaraciones de una sola persona, institución u organización, sin un solo elemento informativo adicional que diera contexto o ponderase la declaración.

“No hay un solo mes en el que el promedio del espacio dedicado a ‘dichos’ no sea superior a aquel dedicado a ‘hechos'», afirmaba ya ese lejano análisis.

Este estudio me dió un golpe de realidad para terminar de dimensionar la desnaturalización de una profesión que además de ir mutando, no lo hace de manera inocua, sino que llega a lastimar parámetros esenciales de veracidad que impactan de lleno en el entendimiento masivo y en los acuerdos colectivos básicos. Así de importante y de grave puede ser el ‘humo’ emitido.

A esa crisis de fuentes y de fondo, con exceso de protagonistas y casi carente de hechos, se sumó la ‘joda loca’ que significó el abuso del gacetillado oficial. Un proceso por el cuál los implacables aparatos emisores de los poderes estatales y privados regurgitan las verdades autorizadas en las gargantas profundamente ávidas de los medios masivos. Egagrópilas que llegarán al gran público sin cambiar ni un punto ni coma del acidificante mensaje.

El problema entonces, pienso, en término de supervivencia, no fue la explosión de redes sociales que compiten diciendo cualquiera, sino el rotundo escepticismo que fueron generando los medios legitimados para desentrañar realidades y ayudar a formar criterios con hechos, y no dichos.

Hace rato me entró entonces un cuidadoso apego a los silencios. Primero los resistí, pero de a poco los comencé a abrazar, como a amigos invisibles que me transportan a una nueva profundidad de compensión y trasmisión.

Dice Álex Grijelmo en su magistral trabajo «La información del silencio», libro por demás recomendable en este día, que «el silencio no sólo existe, sino que además transmite, comunica. Y por tanto, el silencio puede mentir»

Este periodista español, graduado en la Complutense de Madrid, trabajó en muchos medios e incluso ocupó puestos dirigenciales en el Grupo Prisa que edita el poderoso diario El País, que algo sabe de periodismo del bueno.

El autor parte de una definición general del silencio en los distintos lenguajes comunicativos, y discute que el silencio sea sinónimo de la nada misma, de no ser o de vacío, polemizando contra la idea de que el silencio ‘no significa’. Muy por el contrario..

Hay silencios y silencios

Como quien no quiere la cosa y en tren de coincidencias, después de todo el Día del Periodista surgió no tanto por las ganas de decir, como por la necesidad de manejar silencios. Aquel 7 de junio de 1810, en el marco del proceso revolucionario que expulsó a los españoles del Río de La Plata, Mariano Moreno fundó el diario “La Gaceta” para dar cuenta de los acontecimientos políticos en medio del hermetismo y del manejo informativo que ostentaba un grupete de privilegiados. El hombre tenía claro que si no democratizaban el proceso terminarían con otras ‘coronitas’ al mando: “El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes”, dice el decreto emitido el 2 de junio de ese año por el primer gobierno criollo, la Primera Junta.

Moreno decía que “el pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien; él debe aspirar a que nunca puedan obrar mal”, toda una frustración histórica…

Decir o no decir, pero entendiendo

Como cada 7 de Junio, a los periodistas nos rebrotan las anécdotas, sudamos autoreferencias y lagrimeamos las ausencias. Es un día apenas en el que nos permitimos tanto la victimización como los honores, y el off de récord tiene tanto valor como el documento más exclusivo. Porque hay una regla de oro…no olvidar

Un 7 de Junio nació uno de los periodistas y amigo que más marcaron mi carrera: el editor político Pablo Dratman. Nacer en esa fecha fue hasta un presagio de la talla de pluma que acaecería.  De allí que como cada año, dejo un pétalo de historia en su honor y al pie de esta profesión entrañable, con las palabras mínimas y los sentimientos máximos que permite el espacio.

Cuando corría el año 2011, mi entonces socio editorial y gran periodista sufrió un tumor cerebral que le costaría la vida, pero un año antes de su partida y tras intervenciones quirúrgicas, el inescrutable destino y el rebuscado laberinto cerebral le arrebataron las palabras habladas y lo encerraron también en el ‘no decir’ de sus habituales columnas. Fue entonces cuando Pablo me escribió este texto para que compartiera con nuestros lectores que preguntaban por su prolongado silencio. En él hay historias, adentro de la historia, que sigue engendrando historias:

«Espero el día prometido. Será cuando cese el dolor físico, se aclare el misterio de la enfermedad y gane la batalla por la palabra y el pensamiento. En esa búsqueda mi esposa me acerco un texto del médico Daniel López Rossetti que escribe con una impensada precisión la emboscada que parece haberme tendido el cerebro. Me ayudó a entender el silencio que me blinda y me preserva de las emociones más extremas:

Dice el médico que en la Nochebuena del año en que murió su padre, Borges fue a buscar a una amiga a su departamento en la calle Ayacucho cerca de donde él vivía por entonces para acompañarla cenar con su madre. El ascensor no funcionaba y subió corriendo por las escaleras, pero a causa de la pobre iluminación y tal vez facilitado por la escasa visión de los miopes cuando las condiciones de luminosidad son insuficientes, Borges golpeó su cabeza contra el borde del marco de una ventana recién pintada que estaba abierta. Si bien fue atendido y recibió los primeros auxilios, la herida se infectó y permaneció en cama por unas semanas, con fiebre y alucinaciones.

Una noche el cuadro clínico se complicó, perdió el habla y fue internado de urgencia en un hospital donde lo intervinieron quirúrgicamente. La infección se había diseminado provocando un contagio generalizado, cuadro que por el momento recibió el diagnóstico de ‘septicemia’. Durante aproximadamente un mes el estado clínico de Borges fue de riesgo para su vida. Cuando se recobró, temió haber perdido parte de sus habilidades mentales, y en consecuencia no poder escribir nunca más.

Cuenta Borges en su autobiografía que su madre quería leerle un libro que él había encargado –Out of the silence planet (Fuera del planeta silencioso) de C.S. Lewis- pero postergó la lectura por dos o tres días. Finalmente la madre comenzó a leérselo y Borges comenzó a llorar. Ella le preguntó por qué lloraba, y él contestó: «Lloro porque entiendo»…

Se había emocionado al tomar conciencia de que su comprensión se encontraba intacta. Poco después temió no poder escribir más y no se animó a escribir ningún poema ni ningún tipo de artículo literario.

Debido a ese temor es que decidió escribir algo distinto de lo habitual, de manera que si fracasaba no sería tan grave. Fue así que escribió el cuento Pierre Menard, autor del Quijote, que fue publicado en Sur, la revista que impulsaba Victoria Ocampo (y detalla la apasionante búsqueda de un escritor para resignificar una obra maestra)

Tiempo después Borges escribió el cuento Sur, donde acorde a su tendencia autobiográfica, relata como su protagonista ‘Dahlmann’ tiene un accidente que no solo es la descripción de la vivencia neurológica que presentó el mismo Borges», sino además una descripción casi exacta del cuadro que sufrió Dratman.

«Yo también he llorado»…me confesó mi amigo, que nunca dejo de comprenderlo todo

Yo tampoco ya escribo tanto de lo mismo, acuso el golpe, largo alguna escasa lágrima y entiendo cada vez mas lo que no digo, esa inaudible intensidad de la frecuencia de los hechos…

Tres cosas nos diferencia de la Inteligencia Artificial por el momento -y salvan al ser humano y al periodismo-: no podemos a voluntad parar de pensar, o sea de crear; no podemos olvidar o sea borrar el archivo de lo que somos, y no podemos dejar de sentir, o sea de poner el corazón!

 

Felíz día colegas! Felíz cinco años Chubutline! Felíz 35 Juana y Trivia!