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20 septiembre, 2022

Política a la carta: El Papa esquiva a Alberto, peronismo anti PASO y los copitos de Carrió

Francisco no quiere recibir al Presidente. Los gobernadores buscan suspender las primarias. Y la líder de la CC bromea con la banda que atacó a Cristina.

El Papa elude a Alberto Fernández, peronismo anti PASO y los copitos de Elisa Carrió

Por Ignacio Zuleta

 

Buscan emergencias para suspender las PASO

Los sótanos de la democracia generan todos los días nuevos hallazgos salidos de esa caja de Pandora que es cualquier celular. Charlas por whatsapp, grabaciones telefónicas e imágenes que tienen el estilo descalificante de las cámaras ocultas. Incriminan por la estética, que tiñe de oprobio hasta el contenido más beatífico. Ni el pesebre de Belén hubiera resistido a una cámara oculta o a una pinchadura de celular.

El resultado busca atribuirle a la “banda de los copitos” lo que para Perón era la IVª Internacional: o sea, la suma de todos los males. Esta campaña contribuye a generar un estado de emergencia, como si el público fuera estúpido, y justificar medidas de excepción como suspender las PASO, adelantar las elecciones o un indulto para Cristina de Kirchner.

Eliminar las PASO es la más vieja iniciativa del Frente de Todos desde que asumió en diciembre de 2019. Las hipótesis más tremendistas imaginan que puede estar acompañada de otras medidas de excepción, como precipitar un proceso de acefalía y repetir el ardid de Eduardo Duhalde de adelantar las elecciones en 2003.

En un clima así, habría unificación de fechas electorales y unidad del peronismo de todo el país, como dueño de una nueva legalidad. Duhalde lo hizo al amparo del estado de emergencia que hacía tambalear su gestión por el caso Kosteki-Santillán. El clima de zozobra colectiva le permitió saltarse la prescripción constitucional de una fecha fija de elecciones en octubre. E

Eduardo Menem, inspirador de la reforma de 1994 y uno de los redactores de la norma, ha dado hace poco su dictamen sobre aquel adelantamiento: «Fue ilegal lo actuado por el presidente Duhalde.» («¿Se pueden adelantar las elecciones?», columna en Clarín del 26 de julio pasado). No se le moverá un pelo al peronismo que gobierna.

 

«Hay tan poco de qué conversar…»

La búsqueda de emergencias y excepcionalidades lo lleva en estas horas al Gobierno a buscar una reunión de Alberto Fernández con el papa Francisco. El 9 de octubre hay una oportunidad de viaje, por la canonización del rionegrino Artémides Zatti. Hay un viaje que organiza el CFI, o sea el club de gobernadores, con Arabela Carreras (gobernadora) y un grupo de invitados.

La delegación oficial tiene anotado por ahora a Guillermo Oliveri, secretario de Culto. Alberto tantea para que Francisco lo reciba. El mensaje de respuesta hasta ahora: “Es que hay tan poco de qué conversar…”. No quiere anunciar el viaje si no lo van a recibir a solas. Claro que, si se presenta, algunos minutos tendrá: el Papa es argentino, el santo también y él es el presidente argentino.

A este Papa le sobra discreción y huye de los estrépitos, pero cultiva la máxima de Quintiliano y de los jesuitas: “Suaviter in modo, fortiter in re”, suave en las formas, firme en el fondo. El presidente ya mandó a indagar a su jefe de asesores Julián Leunda, a quien el Papa le concedió en agosto pasado una foto en un acto público que este funcionario tuvo el mal gusto –para el Vaticano- de tuitear. Ahí, el único que tuitea fotos es Francisco –a ver si nos entendemos-. Ahora todo está en manos de la embajadora María Fernanda Silva.

 

El refugio de los gobiernos débiles

La emergencia es el último refugio de los gobiernos débiles. La crispación y énfasis del Gobierno por generar inestabilidad en los sectores medios con la trama de los copitos, busca crear un clima de excepción que le libere las manos para sus propósitos electorales. Es un lugar común citar el argumento de Carl Schmitt, numen del decisionismo anti-liberal: el poder lo tiene quien controla la emergencia.

El pensador coreano Byung-Chul Han agrega un corolario: el poder lo tiene también quien controla los medios. El Gobierno ha convencido a la patria movilera, la que anima las pantallas del cable en el área metropolitana, que los copitos son una organización poderosa. La intentan imponer como manifestación del «deep state» -ese invento que le sirvió a Donald Trump para poner a los Estados Unidos en emergencia-.

Esta campaña publicita todos los días residuos cloacales que fluyen desde los sótanos de la democracia, y que son atractivos como entretenimientos de pantalla. Según los perjuicios de la mentalidad decisionista, esos mensajes operan sobre las capas irreflexivas y emotivas del comportamiento, y desprecian la capacidad racional del público. Es un preconcepto indemostrable, pero la mentalidad autoritaria, de la cual es ejemplo el peronismo en la Argentina, jura sobre esa biblia.

Ahí descansa su desprecio a los medios como expresión de la ciudadanía. Cree que son instrumentos de manipulación. El estado de excepción está en la base de la idea de la suspensión de la Constitución, según leen los exégetas de Schmitt como Giorgio Agamben, Elías Díaz, Byung-Chul Han o Michel Foucault. Es lo quiere el cristinismo para estas playas.

La de Duhalde tampoco era la primera excepción que se apartaba de la letra constitucional de 1994. En 2001 el Congreso aprobó una elección para marzo de 2002 con ley de lemas, que nunca ocurrió: Duhalde asumió por la ley de acefalía, en reemplazo de Adolfo Rodríguez Saá.

 

PASO: Y… si el Congreso quiere… (Manzur)

No es nueva la excepcionalidad como argumento para la suspensión de las PASO. Ya el 6 de enero de 2020 se describían en este diario los argumentos que había acercado Jorge Landau, llorado apoderado del Partido Justicialista, a la mesa de Alberto Fernández. La justificación era el costo de este invento de los Kirchner para estatizar las internas partidarias.

Coincidía con la opinión estándar de la oposición, expuesta por Mauricio Macri y Marcos Peña cuando gobernaban. El proyecto permaneció en modo stand-by hasta que se conocieron los resultados de las elecciones de 2021. Demostraron que Cambiemos había aprovechado ese sistema mejor que el peronismo, que fue su creador en 2010 para complicarle la vida a ellos.

En el Frente de Todos, especialmente en la provincia de Buenos Aires, el festival de lista única que promovió Maxi Kirchner los llevó a la derrota. La semana pasada el jefe de Gabinete Juan Manzur negó que el Gobierno tuviera un proyecto para suspender las PASO. Pero dejó la puerta abierta: si el Congreso lo hace, es cosa del Congreso.

A las pocas horas los cordobesistas de Juan Schiaretti se pronunciaron contra el sistema, que no rige a nivel provincial de Córdoba -lo que ha resultado en una herramienta útil al gobierno peronista-. Es una señal, porque los diputados que responden a Schiaretti no suelen pronunciarse sobre asuntos de este tipo.

 

Los votos están, falta confianza

Son una fuerza que negocia posiciones con discreción y hace cintura ante cada proyecto. Esta vez han aportado alguna claridad a algo que ya se sabía y se adelantó en esta columna: el Gobierno tiene los votos para aprobar una suspensión de las PASO. Si no lo hace aún es porque espera un clima que le sirva para amortiguar el costo político que tendría una medida así en el electorado mayoritario de los grandes distritos. Ahí donde le va peor y donde necesita recuperar oxígeno.

Cuando en política te va mal, el remedio puede ser peor que la enfermedad. Al que le va bien, sólo debe cuidarse de que lo mejor no sea enemigo de lo bueno, y una receta se convierta en un error que se pague caro. Es el discreto encanto de la política. Los gobernadores del peronismo están dispuestos a suspender las PASO en donde convenga, para quitarle esa herramienta a la oposición local.

Es el caso de San Juan y Catamarca. Los gobernadores más cercanos al cristinismo, Jorge Capitanich y Gerardo Zamora, son críticos de las PASO nacionales y han manifestado su opinión en favor de la suspensión. En sus provincias, Chaco y Santiago del Estero, dominan el espacio y no creen necesario cambiar nada a nivel local.

 

El abrazo del oso, otra trampa

Para amortiguar ese efecto el Gobierno ensaya otros mecanismos de excepcionalidad en la opinión pública. Por ejemplo, exaltar la pasión acuerdista. Con la misma pasión con que patrocina la trama oscura de los copitos, la oferta explicativa exalta las señales cristinistas sobre un acercamiento a la oposición. No es nuevo. El discurso más fuerte de Cristina de Kirchner sobre este punto fue el que pronunció en Ensenada el 2 de julio pasado, el mismo día cuando renunció Martín Guzmán.

En ese pronunciamiento exaltó en más de una decena de frases, la necesidad de un acuerdo. La ligereza de esos llamados tiene el tamaño de su inautenticidad. Si me reúno con Melconian, ¿qué no estaré dispuesta a hacer?, decía Cristina con poco aprecio por la figura del economista. A esos llamados siguieron las acusaciones sobre la responsabilidad de la oposición en el ataque de los copitos a la vicepresidenta.

Elisa Carrió, que tiene la entereza del buen humor, agregó que la próxima víctima de esa organización terrorista será ella, diabética y aficionada a los hidratos de carbono. Viene el gordicidio, se rió en una visita que hizo al Chaco.

 

Revolución o impunidad, opción digna de copitos

Quienes creen que el propósito final es fortalecer la victimización de Cristina por su situación, también promueven una excepcionalidad revolucionaria. El círculo más cercano a la vicepresidenta, que se moviliza en la esquina de Uruguay y Juncal de la CABA, distrito hostil al cristinismo, fantasea con un nuevo escenario sólo imaginable en un golpe militar: destitución de decenas de jueces, instauración de una nueva Corte Suprema, dictado de una reforma judicial, incorporación del lawfare como delito -hoy es un lema periodístico sin entidad- y mordazas a los medios.

Todo eso permitiría la anulación de las causas que la tienen bajo proceso. Un paquete de fantasías dignas de un copito. Mas cerca de esa virtual toma de la Bastilla -que era una cárcel para presos políticos de la monarquía francesa- está el dictado de un indulto, para el que basta una inocente lapicera presidencial. Lo hizo Gerald Ford para Richard Nixon apenas renunció en 1974 por el Watergate. Se sacó de encima la sombra de “Tricky Dicky” y pudo completar su mandato.

En la trifecta presidencial, Alberto Fernández y Sergio Massa llevan adelante una guerra secreta contra Cristina, que rechaza el programa económico neo-macrista de un acuerdo con el FMI. Esta disidencia en la cúpula se ve todos los días en declaraciones y gestos eficientes, como la quita de respaldo en Diputados, que saca leyes por apenas 129 votos (el filo del quórum), como ocurrió en la prórroga de los impuestos.

Para el programa de Olivos, Cristina es un peso que le quita credibilidad a un Gobierno ya poco creíble. También le quita posibilidades de futuro, porque Cristina integra la trifecta presidencial con Alberto y Massa, pero los tres, además, encabezan todos los rankings de desprestigio en las encuestas. Cuanta más centralidad de Cristina, más riesgo electoral.

La oposición blindó la unidad

La oposición, que tiene un olfato pampa para escapar a las encerronas, produce gestos de autodefensa. Cree en la hipótesis de que la emergencia y la excepcionalidad le juega en contra. En trazos gruesos, marca la diferencia con el peronismo. En 2015, derogó todas las leyes de emergencia que regían durante el ciclo Duhalde-Kirchner, salvo la que amparaba los planes para los pobres. Los Fernández, al reasumir en 2019 el poder, las repusieron todas, y le agregaron alguna más.

El gesto más importante de la oposición es el acuerdo para una lista única de Cambiemos en las elecciones de Consejeros de la Magistratura del próximo 18 de octubre. Este pacto significa:

1) Un alarde de unidad por sobre disidencias serías entre la UCR y el PRO; el cierre deja en debilidad al peronismo, que irá dividido -un reflejo de las divisiones en el gobierno- a las elecciones de los 4 consejeros por el estamento de los abogados en el Consejo de Jueces.
2) Una limitación del liderazgo de Macri por parte de Larreta-Bullrich. El ex presidente intentó sin éxito que su socio, el binguero Daniel Angelici, impusiese su fuerza en la lista.
3) Una confirmación del liderazgo de Gerardo Morales dentro del radicalismo, en donde Angelici actúa como agente triple. Representa a Macri, pero también al ala Yacobitti-Lousteau, socios de Larreta.
Macri: peligro de lawfare

Para eludir fantasías de acuerdismo pardo, Macri toma distancia física. Se va este martes a una larga gira que lo lleva a República Dominicana, Nueva York y Chicago a dar conferencias, algunas rentadas y otras pro-bono. Lo acompaña Fulvio Pompeo, a quien mandó como avanzada en los Estados Unidos desde la semana anterior.

La gira sigue con la participación en Foro de la Toja, un encuentro con conservadores de España. Se mostrará junto al titular del PP Alberto Sánchez Feijóo, y algunos dinosaurios de la política española como Felipe González, Mariano Rajoy, y estrellas del socialismo de antaño como Trinidad Jiménez o Josep Borrell, canciller de la UE.

También estará el chileno Andrés Allamand, secretario general de la Comunidad Iberoamericana, y ex canciller de Sebastián Piñera. Además, fue Puma, algo que imprime carácter: integró el seleccionarlo de rugby albiceleste por una emergencia de antaño. Tendrá algún roce con el empresario Florentino Pérez. Es famoso como presidente del Real Madrid, pero también tiene intereses en la Argentina, de los que querrá conversar.

Es socio de las empresas Ausol (Autopistas del Sol) y GCO (Grupo Concesionario del Oeste) cuyos contratos este Gobierno denunciará a la justicia como lesivos al interés público, según el decreto 633/2022 que se conoció el viernes pasado. Macri, siendo presidente, firmó una prórroga que ha cuestionado el procurador Carlos Zannini; el grupo Socma fue socio de esos emprendimientos. Peligro de lawfare, dice el VAR macrista.

 

Y enojado con su asesor

También Macri buscará apaciguar el enojo con Jaime Durán Barba. Tuvo una cena a solas con él de la cual salió el asesor diciendo, en público, que Larreta le gana una interna a Macri. ¿Era necesario decirlo tan cerca de un encuentro en el que suponía había confianza? Viajando fortalecerá su corazón.

Lleva otras tareas para la reflexión. Una sobre la Iglesia. En la visita que hizo el viernes a Junín recordó un diálogo que tuvo con el jefe del Episcopado, monseñor Oscar Ojea en la misa del 8 de diciembre de 2019, en Luján, cuando estaba por dejar el gobierno: “Monseñor, gracias por invitarme. Siempre es bueno estar cerca de Dios. El mismo Dios que espero les perdone todas las maldades que me han hecho durante estos últimos meses”. Esa frase está en su libro “Primer tiempo”. ¿A qué obedecerá la mención de ahora?

 

Agenda de campeones

En esa agenda Macri tiene que encontrar fecha para cumplir con la invitación de la familia del ex premier de Japón Shinzo Abe al funeral de Estado en Tokio el 27 de septiembre. Abe fue asesinado en julio pasado por un exaltado. Con Macri tuvo cuatro reuniones cuando estaban en funciones. El ex presidente hará todos los acomodamientos de agenda para poder viajar, porque allí se codeará con Barak Obama, Kamala Harris, Angela Merkel, Justin Trudeau y vaya a saber quién más.

No se la va a perder, porque es una agenda más importante que la que puede aspirar a tener algún funcionario del oficialismo. De paso va a alejarse de las tramas de acercamiento al Gobierno, con las cuales este quiere instalar otro factor de excepcionalidad. De paso, una excepción criolla: apenas se produjo el magnicidio de Abe, renunció el jefe de la policía de Japón. No hubo copito que alcanzara.

 

Fotos con fundamento

Mostrarse en Japón con esos personajes desmarca a Macri y a la oposición en el mapa geopolítico. Se pone más lejos de China y de Rusia, con lo cual emparda los esfuerzos del Gobierno por mostrarse junto a Estados Unidos. La geolocalización es un ingrediente importante en tiempos electorales. Todos buscan fotos con todos, porque pesan en la balanza de los prestigios. Alberto busca foto con Biden, Macri con Obama -y antes con Trump, por si las moscas-.

En el escenario geoestratégico local, abundan estos encuentros que valen más por el contenido que por la imagen. De los muchos que hubo de las últimas horas, hay que detenerse en estos:

1) La presencia de Martín Redrado en un almuerzo de internacionalistas de Larreta junto a estrellas de la oposición como Jorge Faurie, Mariano Caucino, Diego Guelar, Carlos Sersale (peón de Federico Pinedo) y Horacio Reyser, ex secretario de Relaciones Económicas Internacionales, organizado por Fernando Straface en el acristalado bunker de Uspallata, sede del gobierno porteño. Como para todos lo supieran. Hasta ahora Redrado orbitaba en circuitos del oficialismo.
2) La reaparición en campaña de Alfonso Prat-Gay junto al presidente de la UCR de Buenos Aires, Maxi Abad. Fue en un acto en Bragado, lejos de la querencia que se le atribuía a Alfonso, que era Tucumán.
3) La aparición del abogado Mauricio Dalessandro, ex diputado provincial y ex concejal del radicalismo por Tandil, junto a Gerardo Morales y Gustavo Posse en un acto el viernes pasado en San Martín. Se anota como candidato a intendente.

 

*NA/EC