6 marzo, 2025
Por Trivia Demir
¿Si se van a poner todos de acuerdo en cada zafra después de tanto plenario? No se sabe. ¿Si la temporada de langostino provincial termina pronto después de la invocación pública industrial? Tampoco. ¿Si habrá temporada nacional ‘normal’ si no bajan retenciones? Quien sabe. ¿Si el ‘reto’ de Nacho a lo Trump fue por las dudas? Es posible. Lo que sí está claro es que hay pescado, hay mercados, hay industrias, hay barcos, hay trabajadores y hay perspectivas macro que ayudan a creer.
El reciente encuentro sectorial en Puerto Madryn expuso los desafíos y oportunidades de la industria pesquera argentina. La jornada contó con disertaciones claves sobre sostenibilidad, rentabilidad y regulación pesquera donde se destacaron temas como falta de competitividad, rentabilidad, presión fiscal, el impacto de la pesca fuera de la milla 200 y la necesidad de una mayor coordinación estatal.
Pero también surgieron mea culpas, invitaciones a diálogos más fluídos y sobre todo la búsqueda de sinceramiento de posiciones para lograr «una mesa de competitividad».
En el fondo, el sector busca visibilizarse como la industria sustentable que es, pero que no parece, por demasiados años de ostracismo. Trata de romper el concepto de ‘extractivismo oportunista’ de recursos naturales con el que suele descalificarlo la política novata, no resulta fácil. Un concepto que impacta tarde o temprano en una opinión pública argentina cuyos saberes de pesca son directamente proporcionales a su consumo interno, cuyo pico de entusasimo se puede anticipar de la mano de las benditas merluzas empanadas degustadas en las santas semanas.
Muy lejos de eso, la industria pesquera argentina -a pesar de la política- exporta casi 2 mil millones de dólares anuales, con más de 770 mil tonaladas de mercadería descargada por puertos nacionales. Todo eso implica unos 40 mil empleos vinculados a la pesca, con 200 plantas procesadoras y 500 buques en actividad que abastecen unos 100 destinos mundiales. Esta fue una de las vidrieras a mostrar en el cónclave.
La otra propuesta del Foro fue ‘dejar de comunicar sólo los conflictos’ con esa rara afición de mediatizar las pujas con sindicatos y trabajadores por cualquier diferencia, y comenzar un abordaje informativo más profundo, sólido y permanente.
De entrada, cada panel fue mostrando complejidades que hacen a la coyuntura nacional e internacional de una actividad atada al dólar en momentos de plancha cambiaria criolla. A partir de ello, el lamento a barlovento estuvo vinculado a el precio de venta ‘verde presente’ en contraste con los costos de producción con un dólar pasado.
El encuentro tuvo esa particularidad propia del marino, que dice menos de lo que sabe, y exagera tanto como para tener que pedirle que apague el farol para achicar el pescado, o incluso la crisis.
Desde hace rato el run run pesquero suena con ecos de sobrestock, exceso de presión sindical y mercados depreciados. Encima, el sector pudo zafar de las aspiraciones libertarias del RIGI donde se pretendía dejar entrar a pescar a todas las empresas extranjeras sin excepción con tal de bajar el déficit fiscal. La presión sectorial y de las provincias pudo evitar esa hecatombe, pero por ahora no logró sacar los derechos de exportación del 5% que los agobia. Algo que en criollo aflora como un combo ideal para que las empresas comiencen a para producción para no seguir trabajando a pérdida, con el consiguiente arrastre de conflictos sociales en puerta.
Madryn ya vivió situaciones de extremo conflicto, tanto como Mar del Plata u otras ciudades con fuerte actividad. De allí que en la apertura del Foro el intendente Gustavo Sastre fue al hueso, abordando la necesidad de aprender de las experiencias y destacando la capacidad del sector para afrontar adversidades, aprendiendo para lograr un futuro más sostenible, sustentable y eficiente.
Tras el arranque, el Subsecretario de Recursos Acuícolas y Pesca de la Nación, el veterinario Juan Antonio López Cazorla, encaró cada tema con el espíritu propio de su profesión: valorar la supervivencia. Se enfocó en la previsibilidad y estabilidad que da a la actividad un buen manejo de los recursos. En ese marco se remontó al impacto de la cuotificación de la merluza hubbsi en 2009, que para desconocimiento de la platea resulta que la consiguió un chubutano de estos emiratos, el ex subsecretario de Pesca de Nación y ex ministro de Pesca, Norberto Yauhar.
López Cazorla inocentemente destacó méritos del kirchnerista señalando firmemente que esa medida «logró la estabilidad deseada en la pesca de esta especie clave para el caladero argentino, (…) algo que esta administración pudo continuar y resolver durante el primer año de gestión», afirmó resctando así la necesidad de continuidad de las políticas publicas.
Asimismo, abordó la importancia de la administración pesquera, con organismos destacados como la Dirección de Coordinación y Fiscalización Pesquera, donde después de presentar al inquieto futuro integrante de la Dirección Nacional, anticipó que están en marcha casi un centenar de tablets que aun no están en actividad pero en breve. Sí, así como lo escucha, porque aseguró que con esto escasos pero clave equipamientos ahora se podrá controlar y fiscalizar las descargas de cada buque, y su correspondiente parte de pesca, durante su operación en el muelle de Mar del Plata.
El Subsecretario tuvo sus palabras para la gestión de los recursos vivos del mar argentino donde el Consejo Federal Pesquero y el INIDEP marca el paso para avanzar en cada zafra sobre las pesquerías nacionales con aspiraciones de sustentabilidad comercial.
Finalmente el funcionario falseó peligrosamente la línea de flotación de su rápida ponencia al plantear su posición respecto al límite de la milla 200, citando una anécdota con final abietrto sobre un buque furtivo a principios de 2025. Si bien destacó el trabajo de la Prefectura Naval Argentina con monitoreo satelital de última generación, también dejó claro que la gestión nacional optará por las negociaciones bilaterales en términos de avasallamiento de recursos, algo que crea serias dudas sobre los resultados para evitar la predación del caladero.
“El Estado, el empresariado y los gremios tenemos que ponernos de acuerdo de una vez por todas para sacar a la Argentina adelante”, fue la frase del gobernador Ignacio Torres domando el sonido
Un claro tirón de orejas para el sector fue el reproche por el escaso diálogo para gestionar conjuntamente que en términos indirectos significaría aceitar alineamientos.
Pese a esto, el mandatario sin embargo instó a trabajar en conjunto para “agregarle valor al recurso, generar más trabajo de calidad e impulsar una agenda de desarrollo inteligente (sic)”.
“Nos podemos sentar para plantear una agenda inteligente, pero si hacemos una mesa de competitividad, nos tenemos que hacer cargo de los costos operativos. No se trata solo de discutir problemas, sino de buscar soluciones concretas que generen empleo genuino y fortalezcan la industria pesquera”, anticipó.
Seguidamente, el primer panel de referentes del sector empresarial fue el primer baldazo de realidad. En sus exposiciones, Eduardo Boiero de la Cámara de Armadores de Pesqueros y Congeladores de la Argentina (CAPeCA), Darío Sócrate de la Cámara de Armadores Poteros Argentinos (CAPA) y Diego García Luchetti, de la Cámara de Armadores de Buques Pesqueros Argentinos, (CAABPA) dieron su visión desedulcorada de la situación actual del sector en función de las perspectivas inmediatas.
Boiero fue contundente al apuntar a la baja rentabilidad de las exportaciones, afectadas por la inflación en dólares, el cepo cambiario y el aumento constante de costos. Lo que expone el sector langostinero es que hoy un 90% de los ingresos de un barco se licúan entre salarios, aprovisionamiento, costos de embalaje e impuestos. Además plantean que el ítem «producción» fue calculado con el kilo de langostino a 12 dólares en los mercados internacionales y hoy se vende a 6 pero se sigue pagando el ítem a pérdida.
Socrate, por su parte, resaltó la demanda sostenida y precios del calamar en el mercado internacional, además de la disponibilidad del recurso, pero advirtió sobre el impacto de eventuales fluctuaciones de precios y costos operativos, exponiendo la endeblez de escenarios de producciones que deberían estar mucho más tranquilas en sus cálculos.
García Luchetti fue tajante al describir al sector de la merluza: «Un exportador en Mar del Plata pierde 500 dólares por cada tonelada que exporta a Brasil a partir de la caída de precios internacionales y la devaluación del Real».
En cuanto a la pesca fuera de la milla 200, Socrate alertó sobre la preocupante actividad de más de 400 buques extranjeros que operan sin regulación efectiva y con prácticas desleales, amparados en banderas de conveniencia. Ante esta problemática, propuso un mayor control internacional mediante regulaciones de la FAO o Naciones Unidas para equiparar las normativas aplicadas en Argentina con las que rigen en alta mar.
Sobre la necesidad de optimizar la gestión administrativa, Socrate fue tajante en su crítica a la burocracia estatal, solicitando mayor coordinación entre organismos como SENASA, Pesca Nación, Aduana y otros entes regulatorios para evitar duplicidad de trámites que afectan la operatividad y el dinamismo administrativo del sector.
En otro de los paneles más jugosos, se presentaron Gustavo González idente de la Cámara de la Flota Amarilla de Chubut (CAFACH), Damián Santos por la Cámara Argentina Patagónica de Industrias Pesqueras (CAPIP) y Raúl Matías ‘Tato’ Cereseto empresario de la flota artesanal y organizador del foro.
‘Tato’ Cereseto, empresario y autor de «De Proa al Sur» y promotor del primer Foro PescAr está convencido que hay que comunicar diferente y limpiar la cara sectorial. El financiamiento del documental «Captura Salvaje, pescando el langostino perfecto» de Diego Palacios es otro intento por mostrar la cultura del mar
Mientras ambos empresarios rawseses destacaron el empuje del langostino y su exponencial crecimiento de capturas en el tiempo, desde el lado industrial coincidieron en el buen nivel de capturas y el tamaño, además de valorar la paz social lograda en toda la temporada provincial merced a un rápido acuerdo de partes, pero sin dejar pasar la realidad propia de las plantas donde el principal desvelo está dado por el paso que marcan los mercados. Los precios y las nuevas características de los consumidores vienen provocando dificultades y desafíos difíciles de sortear con los costos productivos actuales, según las empresas aglutinadas en CAPIP.
En ese marco el panel derivó en la necesidad de lograr la trazabilidad y certificación de productos pesqueros, coincidiendo en que su implementación es inevitable, ya no por un mejor precio sino como requisito necesario para ampliar bocas de venta y mercados de consumo masivo. Precisamente un modo de ‘agregar valor’ al producto a partr de su calidad.
También se coincidió en los beneficios de replicar las mesas de acuerdos rápidos frente a conflictos recurrentes, para poder concentrarse en una agenda estratégica.
Hubo muchos más temas interesantísimos, intervenciones calificadas, mensajes subliminales y gestos notables que derivaron de este encuentro y valdrá la pena ir desgranando en otras líneas, pero la conclusión mas certera es que lo que podría haber sido sospechada como una fiesta privada de unos pocos para reflotar imágen, concluyó con un cónclave que conformó a una gran mayoría de los 700 participantes, con paneles claros, agendas concretas y expectativas superadas por los organizadores. Con sorteos, barra libre y hasta música en vivo. Todo un escenario. Habrá que ver…