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15 agosto, 2024

Pesca: “Se necesitan políticas sólidas y efectivas, informadas por una ciencia confiable”

Ana Parma, Ray Hilborn y otros tres prestigiosos investigadores internacionales publicaron un duro artículo sobre los documentos con información errónea que publican las revistas científicas, generando toma de decisiones dañinas para la sociedad y el ambiente. AMPs y pesca de arrastre entre los tópicos destacados.

Por Karina Fernández/RP

En una época en la que se pretende transmitir la información, hasta la más compleja, en 140 caracteres o en un TikTok, difundir información científica errónea es un grave problema con consecuencias para el ambiente y la sociedad. La difusión de documentos académicos que no han sido lo suficientemente revisados en prestigiosas revistas científicas, ha generado toma de decisiones en materia ambiental a nivel mundial que podría poner en riesgo no solo a los medios de vida de poblaciones enteras sino también al mismo ambiente que supuestamente se pretende proteger.

Un grupo de prestigiosos investigadores internacionales relacionados con el manejo de pesquerías alrededor del mundo, se reunió para elaborar un documento crítico respecto de la responsabilidad de las revistas científicas en la publicación de documentos que no han sido lo suficientemente revisados por pares antes de ser publicados. La responsabilidad no se la atribuyen solo a la editorial que concreta la publicación sino a la política de incentivos en la carrera científica que está haciendo perder el foco de la objetividad en algunos investigadores.

Una vez publicados estos artículos que suelen contener enunciados impactantes, cuelan rápidamente en grandes medios de comunicación y el error se riega como pólvora. Para cuando los artículos son refutados con datos científicos y ratificados por las mismas revistas científicas ya es demasiado tarde: el tema se ha instalado en la sociedad y además las correcciones nunca tienen el mismo nivel de difusión que tuvieron los documentos erróneos.

“La perspectiva que aportamos a este tema es desde el campo de la gestión pesquera, el enfoque profesional principal de todos los autores. Nuestras trayectorias institucionales difieren e incluyen la academia, los departamentos de pesca en gobiernos nacionales, agencias gubernamentales y centros de investigación, y organizaciones intergubernamentales”, señalaron a modo de presentación los prestigiosos autores Ana Parma, Doug Butterworth, Éva Plagányi, Kevern Cochrane; Michael Sissenwine y Ray Hilborn.

“Para garantizar el bienestar sostenible de los océanos y los recursos marinos, se necesitan políticas sólidas y efectivas, informadas por una ciencia confiable. Las publicaciones científicas a menudo influyen en las políticas en evolución e informan al público, pero a veces contienen errores. La prevalencia de artículos que transmiten mensajes injustificados y con potencial para influir en las percepciones públicas y las políticas es preocupante, señalaron los autores.

El artículo, publicado recientemente, se centra en ejemplos marinos que han llevado a la exageración de impactos negativos en los ecosistemas, particularmente de las pesquerías, señala el documento. Siendo todos los ejemplos citados seguidos por refutaciones publicadas.

Los exagerados beneficios de las Áreas Marinas Protegidas, la nocividad de la pesca de arrastre, el impacto negativo de la actividad pesquera en la liberación de carbono al ambiente y en los ecosistemas, son algunas de las cocinas abordadas por este tipo de artículos. Temas que hemos visto reflejados en los más prestigiosos medios de comunicación del mundo, en portales de importantes organizaciones ambientalistas y replicados hasta el infinito en las redes sociales.

“Dichos artículos, a menudo acompañados de campañas mediáticas, pueden llevar a elecciones de políticas inapropiadas y otros resultados negativos. La ciencia eventualmente se corrige a sí misma, pero a menudo demasiado lentamente para prevenir percepciones y políticas erróneas. Los problemas deben corregirse antes de la publicación”, reclaman los autores.

Para graficar lo expuesto, eligieron 27 artículos de revistas científicas que debieron cumplir determinados criterios: abordar cuestiones clave en la pesca y la gestión pesquera siendo relevantes para la política y la administración; que hayan sido objeto de refutaciones revisadas por pares, recibiendo críticas por incluir resultados y conclusiones engañosos y finalmente, que hayan alcanzado un alto perfil, a veces ayudados por campañas mediáticas.

Confeccionaron una lista en la que se puede tener acceso a los documentos originales, las refutaciones de expertos y las publicaciones que intentan remendar el error en las revistas científicas. Reniel Cabral, Enric Sala; Boris Worm; Ransom Myers; Richard Sherley y William Sydeman figuran entre los autores más prolíficos en la publicación de documentos que no estaban debidamente auditados.

“Una debilidad común en el proceso de publicación es la revisión por pares inadecuada”, visualizan como indicador del problema. Señalan que la presión sobre los científicos para publicar, que lleva a un número creciente de artículos, pone a los revisores bajo más presión y dificulta que los editores encuentren revisores adecuados.

Por supuesto que los autores de este artículo reconocen que “la capacidad de los océanos para seguir proporcionando servicios ecosistémicos está amenazada por el cambio climático, la contaminación, la pesca mal gestionada, el desarrollo de zonas costeras, la extracción de petróleo y gas, la minería y otras actividades”. Entienden que “con la proyección de un aumento de casi 2 mil millones de personas en la población humana para 2050 y el gran interés en el potencial de los recursos oceánicos para apoyar el desarrollo y el crecimiento económico, las amenazas continuarán”.

Pero consideran que “para superarlas y asegurar un futuro justo y sostenible desde el punto de vista ambiental, económico y social para todos requiere que se implementen políticas efectivas”, lo que no se conseguirá si se utilizan datos erróneos para delinear las políticas de Estado e internacionales.

Señalan que las revistas científicas deberían, en principio, asumir la responsabilidad y ser responsables de la calidad de los artículos que publican y, en casos de artículos de alto impacto, de las consecuencias de errores e información engañosa. Indican a la vez que los editores deben estar al tanto de cuestiones políticas controvertidas para que puedan tener un cuidado especial en asegurar una revisión equilibrada y completa de los manuscritos que aborden esos temas.

“Los medios tienen un papel importante en amplificar y compartir los hallazgos científicos con el público en general y, por lo tanto, contribuir potencialmente a la consideración de esta información en la formulación de políticas. Sin embargo, la difusión inadvertida o deliberada de información engañosa de publicaciones científicas aumenta el potencial de daño de estos documentos” advierten.

“Los informes de los medios sobre publicaciones científicas se basan típicamente en comunicados de prensa preparados por los autores de las publicaciones, a menudo en colaboración con expertos en medios. Titulares como “Proteger el 5% más del océano puede aumentar el rendimiento de las pesquerías en un 20%” (Forbes), “El arrastre de fondo libera tanto carbono como el transporte aéreo, encuentra un estudio histórico” (The Guardian) y “La pesca de arrastre puede liberar tanto carbono como el transporte aéreo, dice un estudio” (New York Times), difunden impresiones falsas entre los lectores confiados”, citan como ejemplo los prestigiosos autores.

Si bien las revistas reconocen los errores y publican los contraargumentos o retractaciones como lo han hecho Science y Nature, la refutación llega tarde y rara vez recibe tanta cobertura como los artículos originales. Como ocurrió con el documento de Enric Sala sobre Áreas Marinas Protegidas publicado en Nature en 2021, cuya refutación por parte de Hilborn y un equipo de expertos llegó dos años más tarde.

“Reconocemos que no hay soluciones simples o rápidas para los problemas identificados; pero reconocer la importancia de los problemas, particularmente en los casos en los que los artículos están diseñados para influir en actitudes y políticas, es un primer paso necesario”, señalan y proponen que se conforme un foro, convocado por un organismo apropiado, como la International Association of Scientific, Technical and Medical Publishers, como primer paso para realizar consultas.

“La recomendación general para todos los involucrados en la producción y difusión de resultados e información científica es que se debe hacer todo lo posible para asegurar la fiabilidad de la información producida y utilizada, y que se reclama como científica. Este grupo incluye científicos, empleadores y financiadores de la ciencia, editores y aquellos involucrados en el proceso de publicación, así como los medios de comunicación. Adherirse a esto es esencial para mantener y fortalecer la confianza en la ciencia y la información científica entre todos los participantes en el proceso de formulación de políticas y el público en general”, concluyen.

En nuestro país los grandes medios nacionales también colaboran a la proliferación de documentos engañosos y erróneos, siendo a su vez divulgados y militados por importantes ONGs ambientalistas en los espacios de poder. Proyectos de ley como el de la AMP Agujero Azul, que ya tiene media sanción, sería un ejemplo de ello. El artículo de Parma, Hilborn; Butterworth,Plagányi, Cochrane y Sissenwine es para guardar, consultar y citar.

 

* Revista Puerto