En su libro «Viajeros a la sombra de Darwin. Fotografías de la Patagonia a fines del siglo XIX», la historiadora Inés Yujnovsky, bucea en las imágenes aportadas por los relatos de exploradores del siglo XIX que arribaron a la Patagonia y en cómo esas instantáneas colaboraron con mayor eficacia en el proceso de invisibilización de los pueblos originarios en Argentina.
«Son varios los modos en que se realiza esa conquista visual, mostrando que los indígenas eran algo así como objetos para museo», dice la autora.
Son cinco los relatos de viajeros científicos -argentinos y extranjeros, que estudiaban la geología, geografía, clima, flora, fauna o etnografía de la zona -seleccionados por esta historiadora, apasionada de la fotografía-, recopilados y volcados en este libro para demostrar que la conquista de la Patagonia fue también la conquista visual de la Patagonia, y que aquella expansión y apropiación de territorios fue también una lucha por el control de las imágenes.
Los relatos del naturalista inglés Charles Robert Darwin sobre su viaje a Beagle -anteriores al libro sobre la teoría de la evolución y su controversia- sirvieron de disparador para ahondar en los exploradores que siguieron sus pasos, desde el perito Francisco Moreno, quien remonta el Río Santa Cruz a contracorriente y descubre el glaciar que después llevará su nombre hasta Clemente Onelli, un italiano que luego sería el director del Jardín Zoológico, quien trajo la primera jirafa hasta el puerto de Buenos y desde allí caminando al zoo, lo que causó toda una sensación en los habitantes de aquel entonces.
Varias visitas al Archivo General de la Nación, el descubrimiento del libro «Viaje al país de los araucanos» de Estanislao Zeballos, un viaje al Museo Udaondo en la ciudad de Luján -una de las más antiguas del país ya que data de la época colonial- y un largo recorrido hasta un archivo en Berlín fueron moldeando la investigación de la autora, concentrada en el libro publicado por la editorial Arte x Arte, como parte de su colección Pretéritos Imperfectos que dirige Francisco Medail.
«La imagen fotográfica fue una pieza clave en los procesos de conquista del siglo XIX. Lo que Julio A. Roca denominó en 1880 la conquista del desierto es un eufemismo, ya que la región que para ellos era un desierto estaba habitada. La conquista visual implica que se construyó un discurso para incorporar la Patagonia a los relatos de la nación argentina a través de las fotografías. Es algo así como una domesticación, al tener fotos podemos ver lo que hasta entonces nos era desconocido, si lo vemos lo tenemos, es nuestro, nos lo apropiamos, pasa a formar parte de nuestros paisajes», explica Inés Yujnovsky a Télam.
«Pero eran los viajeros en realidad los que se apropiaban, en tanto representantes de una sociedad. Esa sociedad criolla, urbana, masculina y civilizada miraba a una sociedad distinta, a otro, para definirse a sí misma. Porque claramente los tehuelches o los selknam o los yaganes conocían su territorio y sus modos de conocimiento fueron diferentes, lamentablemente nos hemos apropiado poco de otras formas de conocer», reflexiona la autora del libro.
P: Analizás la paradoja de que fuesen las fotografías de indígenas las que colaboraron con mayor eficacia en el proceso de invisibilización de los pueblos originarios en Argentina, ¿cómo describirías esas fotografías?
– Inés Yujnovsky: Sí, exacto, es fuerte eso pero justamente pongo en evidencia que se trató de una construcción discursiva, que llevó un tiempo y que se desplegó no sólo a través de la violencia y los desplazamientos sino también a través de imágenes. Por ejemplo, hay dos fotos de Lehmann-Nitsche en que se ve a un grupo de niñas indígenas en edad escolar con sus ropas de colegio, sentaditas, con las manos sobre el regazo, detrás están sus madres y en la siguiente foto, las madres han sido reemplazadas por las monjas. También hay una foto tremenda del viaje de Zeballos en el que hay 3 calaveras sobre un barril que dice Caruhé porque las enviaba como trofeos de guerra y para ser estudiadas en los museos ya que era el auge de la craneología y la criminología. O el contraste entre indígenas que están en un rancho y se supone son más civilizados frentes a quienes todavía mantienen sus «costumbres salvajes» y se encuentran en los toldos. Son varios los modos en que se realiza esa conquista visual, mostrando que los indígenas eran algo así como objetos para museo o se los mostraban sumisos, fuera del contexto propio donde vivían como la imagen de Pincén que había sido considerado el Tigre de las Pampas, retratado por Pozzo en un estudio cuando lo capturaron y Zeballos pone esa imagen en el lomo de su libro, para mostrar la sumisión. Las fotos fueron herramientas de legitimación, para la construcción de consenso y exhibición de la efectividad de coerción. Hubo una hegemonía de lo visual en el conocimiento, en la difusión y en la apropiación territorial y de los habitantes de esta región.
En el libro explicás que los románticos ayudaron a definir los rasgos esenciales que debían dar unidad a una nación, como lengua, religión, raza, etc. ¿En qué momento esos conceptos se naturalizan y se convierten en «esencias dadas», como señalás?
– IY: Yo digo que todavía estamos dentro de un equívoco de la nación. En la escuela nos han enseñado que la Argentina surgió en 1810. ¿Qué definiría nuestra nación, ser argentinos y argentinas? El idioma, el territorio, un gobierno que ejerce su poder en ese ámbito, una historia común, etc. Pero en 1810 no se pensaba en estos términos, es a fines del siglo XIX cuando las élites gobernantes pusieron mucho empeño en generalizar esos rasgos, por la fuerte inmigración y por un diagnóstico que suponían que Argentina (y esto pasó en otros países de América Latina) tenía menos amor a la patria que por ejemplo los países europeos. Entonces desplegaron una batería de maneras de impulsar sentimientos nacionales, a través del ejército y la conscripción obligatoria, de la escolaridad, la bandera, la enseñanza de la historia, los monumentos, el himno, etc. Quería analizar este proceso en y con fotos. Por eso, el tema central del libro es la apropiación visual de la Patagonia al relato nacional, es en este momento cuando pasa a ser parte de la Argentina y se la representa en fotografías porque es un modo novedoso de representación, que como quería Zeballos mostraba una nueva etapa de la historia argentina. Que claramente la suponían blanca, masculina y civilizada, pero para mostrarlos así tuvieron que ir borrando y mostrando que las personas y los modos de vida ya eran parte del pasado, aunque siguieran estando allí, se los subordinó espacial y temporalmente.
Explicás que en las fotografías que tomaron los exploradores a los pueblos originarios hay dos tiempos, como si no fueran contemporáneos…