5 abril, 2022
Cada vez más países incorporan al tratamiento de la enfermedad los antivirales disponibles, que sirven para evitar las internaciones.
Si no fuese por el barbijo, que en la mayoría de los espacios cerrados del país sigue siendo obligatorio, el coronavirus parece haberse «bajado» en la estación anterior. Pero una cuarta ola llegaría antes del invierno y Argentina entra al tercer año de pandemia sin tratamientos nuevos contra el covid.
Quienes requieren internación por neumonía bilateral hoy son asistidos con el tratamiento de sostén. «El de siempre», confirman a Clarín desde las terapias intensivas. Corticoides y heparina. Esto es así en hospitales y clínicas de Argentina. No hay diferenciación entre el sector público o el privado.
No hay disponibilidad de anticuerpos monoclonales, algo que tampoco «camina» por el lado de las prepagas más caras del país, y tampoco se adquirieron lotes de los pastillas que hoy ya se entregan a diario en el mundo para tomar en casa y evitar la hospitalización.
El Gobierno, en particular en cuanto a la distribución de fondos, continúa enfocado en la prevención del contagio más que en el tratamiento. Incluso aunque este viernes haya retirado la recomendación del distanciamiento social. La estrategia era absolutamente lógica antes de la existencia de vacunas. Pero hoy termina siendo demasiado «acotada». Se invierte en vacunas, no en «traer» tratamientos.
Un dato concreto es que el Gobierno compra vacunas a Pfizer, no las píldoras antivirales Paxlovid que ese laboratorio produce y que se comprobó ampliamente que sirven para evitar la hospitalización en pacientes de riesgo si se administra de forma temprana.
El Paxlovid es un medicamento oral que frena la reproducción del virus en el organismo. El fármaco en Estados Unidos está indicado para personas adultas con coronavirus que tienen mayor riesgo de progresar a una enfermedad grave, por lo que se suministra bajo prescripción médica.
Los antivirales tienen evidencia en pacientes ambulatorios con riesgo de progresión grave, no en internados. En este último grupo parecen no servir, porque en estadios avanzados predomina la inflamación más que la replicación viral.
De hecho, esta semana las covid pills (pastillas contra el covid) fueron noticia en Estados Unidos porque el presidente Joe Biden lanzó Covid.gov, una página web para que aún sea más fácil conseguirlas, receta mediante, en farmacias y centros de salud, sólo para pacientes vulnerables.
«No hay aún Molnupiravir ni Paxlovid en Argentina. Tampoco anticuerpos monoclonales. No tenemos aún ningún tratamiento antiviral comprobado. Solo tratamientos para inflamación (corticoides y Tocilizumab) y las vacunas. Los antivirales y monoclonales pueden prevenir internaciones en pacientes de riesgo ya que las vacunas muchas veces no funcionan en pacientes inmunosuprimidos», dice a Clarin Martín Stryjewski, jefe de internación del CEMIC y miembro de la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI).
Sin la agilidad del nuevo sistema estadounidense «Testear para tratar» (que busca que quien da positivo y está en riesgo pueda ese mismo día tomar un comprimido antiviral), en el Reino Unido también es una cuestión «habitual» el uso de esas pastillas y las de su «competencia» directa, Molnupiravir, de Merck. Más allá del estado de vacunación, se les entrega a las personas que podrían estar más complicadas por el Covid para que, de forma ambulatoria y ante el primer síntoma, las tomen de inmediato.
En territorio británico ya está claramente definido dos caminos de tratamiento según el caso. «Depende de la situación de los pacientes (en el sentido que no de la disponibilidad). Si son inmunodeprimidos, se les da Paxlovid o molnupiravir. Si están internados, sigue el tratamiento de sostén (el que se da en Argentina)», detalla a Clarín Marta Cohen, reconocida patóloga pediátrica argentina que trabaja en el Hospital de Sheffield en Reino Unido.
Desde el Ministerio de Salud de la Nación no dijeron si adquirirán o no estas pastillas. La ANMAT aún no las aprobó.
Sobre el Paxlovid, el último informe de la Comisión Nacional de Evaluación de Tecnologías de Salud (Conetec), de mediados de marzo, afirmó que «aunque la forma de administración oral es simple, la experiencia en otros países muestra que el costo comparativo estimado es elevado, la población objetivo es muy alta y podrían existir además problemas de suministro y distribución que afecten la disponibilidad y la equidad en la distribución».