El lenguaje y la matemática conviven en las formas creativas impulsadas por los integrantes de Oulipo, el «Taller de Literatura Potencial» creado hace 21 años en Francia, consolidado como un laboratorio lúdico del que se desprenden trabajos como «No hay manera de escapar» y «El viaje de invierno & sus continuaciones», relecturas y prolongaciones de las obras de Boris Vian y Georges Perec a cargo de los autores del colectivo que tiene entre su filas al argentino Eduardo Berti, traductor de estos dos títulos que se publican ahora en la Argentina.
Síntesis creativa entre la imaginación de un escritor -Raymond Queneau- y el rigor científico de un matemático -François Le Lionnais-, Oulipo irrumpió en 1960 para desacomodar los protocolos de escritura y estimular procedimientos alternativos en los modos de encarar un relato. Con adeptos tan célebres como Perec -autor de «La disparition», un texto en el que no aparece nunca la letra e-, Italo Calvino, Paul Fournel y hasta Marcel Duchamp, el colectivo fue desplegando un repertorio literario basado en «restricciones» formales que paradójicamente alentaban una suerte de «libertad» creativa.
De esa experiencia que sobrevive hasta el presente acaban de llegar al país «No hay manera de escapar» y «El viaje de invierno & sus continuaciones», dos títulos que tienen como traductor al escritor, periodista y editor Eduardo Berti, el único argentino que integra Oulipo desde 2014. «Fueron dos experiencias de traducción muy distintas porque yo también soy autor de varias páginas de ‘No hay manera de escapar’, mientras que no participé en la gestación de ‘El viaje de invierno & sus continuaciones’, dado que el libro se publicó antes de mi ingreso a Oulipo», dice a Télam.
«No hay manera de escapar» es una novela creada en coautoría: el escritor, ingeniero, poeta y dramaturgo francés Boris Vian escribió los primeros cuatro capítulos antes de morir, en 1959, un año antes de que Queneau y Le Lionnais crearan Oulipo. Esos capítulos, más una escueta sinopsis, llegaron a manos del colectivo y los herederos del autor de «La espuma de los días» autorizaron, 60 años después, la continuación y publicación de la historia.
Sobre el trabajo de traducción del título editado por Caja Negra, Berti explica que tuvo tres distancias diferentes con el texto: «Primero traduje los cuatro capítulos iniciales (los que escribió Vian y son el punto de partida de la novela) como si fuesen ‘ajenos’. En la etapa siguiente, fui pasando de una ‘segunda distancia’ (textos escritos por los demás oulipianos, en los que intervine en la etapa de ‘edición’) a una ‘tercera distancia’: la de las páginas o frases propias. O sea, una autotraducción».
La historia en la que un hombre regresa a su ciudad después de la guerra y se encuentra con los asesinatos de sus exnovias va construyendo, en sus 16 capítulos, un policial que enfrentó a Berti con los dilemas de la traducción de un texto en el que también pasaba sus palabras de un idioma a otro.
«Jacques Jouet escribió un ‘centón’ a partir de la obra de Vian: un texto hecho con frases que él sacó de distintos libros de Vian, una especie de collage. Por otro lado, yo escribí otro «capítulo-centón», pero a partir de mis propios libros en su traducción al francés: un collage con las traducciones que hizo Jean-Marie Saint-Lu de mis novelas y mis cuentos. Algunas partes de mi centón sobrevivieron. Así que, cuando me puse a traducir ‘No hay manera de escapar’, me vi en una disyuntiva: usar la versión original en castellano de estas frases o no. Opté por olvidarme de la versión original (hasta donde me era posible, claro) y traducir lo que ‘sonaba’ mejor en el marco de la novela», detalla.
En el caso de «El viaje de invierno & sus continuaciones» (Eterna Cadencia), la obra retomada y continuada pertenece a Perec (París, 1936-1982), quien publicó en 1979 un relato breve sobre la fascinación de un profesor de literatura llamado Vicent Degrael por un libro que llevaba como título, justamente, «El viaje de invierno». El autor de ese libro, escribía Perec, era Hugo Vernier y había sido plagiado por casi todos los poetas del siglo XIX.
Uno de los integrantes de Oulipo, Jacques Roubaud, decidió escribir un cuento a partir de ese relato a modo de homenaje cuando se cumplieron diez años de la muerte de Perec. Ese cuento es el primero de esta serie de continuaciones de ese relato del autor de «La vida instrucciones de uso».
Otro de los integrantes del colectivo que escribió uno de los relatos que dan continuidad a la historia es Daniel Levin Yvert, cuyo texto es «El viaje oscuro».
«Fue muy interesante leer muy de cerca, mientras lo traducía, un texto que no estaba constreñido en sí mismo, pero que daba una visión bastante íntima (por no decir totalmente transparente) del funcionamiento interno de una mente que adoptó voluntariamente unas restricciones absolutamente disparatadas. Me atrevería a decir que este trabajo también me permitió apreciar la importancia del inconsciente, o algo parecido, en la escritura restringida (y en la escritura en general)», dice el oulipiano sobre el relato en el que trabaja el vínculo entre los sueños y la literatura y cómo esa suerte de alianza permite reflexionar sobre las bifurcaciones que atraviesan un proceso creativo y plantearse la pregunta por la originalidad.
Valérie Beaudouin es otra de las autoras que da continuidad a esa obra de Perec pero lo hace con seudónimo: «Mi presencia en ‘El viaje de invierno y sus continuaciones’ es fantasmática. Una encarnación póstuma de Hugo Vernier», define en diálogo con esta agencia.
El texto firmado por Vernier, el autor creado por el narrador francés, lleva como título «El viaje infernal» por lo que se puede inferir que se trata del creado por Beaudouin, docente y escritora francesa.
«Estudié la estructura narrativa de esa colección de novelas cortas, que es como un laberinto con incursiones y bifurcaciones. Es una obra abierta sin la estructura enmarcada de un libro como ‘Si una noche de invierno un viajero’, de Italo Calvino. En su novela, Calvino inserta los relatos dentro de una meta-novela o relato-marco que cuenta la historia de amor entre el lector y la lectora y la búsqueda del libro. En el viaje, no tenemos esa novela-marco que explícita los vínculos entres la diferentes novelas. El lector establece por si mismo la red de vínculos entre los diferentes episodios», grafica la autora.
Pero, ¿cómo retomar los universos de estos autores como Vian y Perec desde la perspectiva oulipiana? Para Berti, se trata de dos casos diferentes. «Perec es unos de los miembros más resonantes de Oulipo: ingresó en 1967, formó parte de la ‘segunda generación’ con Jacques Roubaud, Marcel Bénabou o Paul Fournel (quienes ingresaron entre 1966 y 1971) y su aporte al grupo fue sumamente valioso. En cierto aspecto, él parece haber hecho una ‘tentativa de agotamiento’ de Oulipo, ya que (además de las restricciones que aportó) retomó todas o casi todas las ideas existentes, las exploró, les buscó nuevas aristas, experimentó combinaciones, etc».
Mientras que «el caso de Vian es muy distinto porque murió en 1959, quince meses antes de que en noviembre de 1960 se fundara Oulipo. Es casi seguro que Vian habría sido miembro de Oulipo. Cuesta pensar lo contrario. Y, por cierto, cinco oulipianos como Raymond Queneau, Jacques Bens, Noël Arnaud, Jacques Duchateau y Paul Braffort fueron amigos suyos y grandes defensores de su obra», apunta.
Al argentino radicado en Francia le cuesta un poco más imaginar qué le habría aportado Vian al grupo y, en contrapartida, de qué forma Oulipo podría haber influido en su trabajo.
«Una pista interesante puede estar en cuando él inventaba ‘falsos autores norteamericanos’ como Vernon Sullivan. Y en el hecho, muy oulipiano, de que primero Vian publicó ‘Escupiré sobre vuestra tumba’ como si él fuera el traductor al francés de una novela escrita por un estadounidense y, años más tarde (cuando la verdad salió la luz), llegó traducir al inglés el texto de la novela para producir de este modo una ‘falsa versión original’. Estos juegos (que ponen en duda las nociones habituales de autoría, algo muy típico de ciertas obras oulipianas) nos inspiraron mucho cuando completamos y terminamos la novela inconclusa de Vian. Por cierto, nuestro libro trae una serie de notas al pie que aluden a la supuesto ‘versión original’ en inglés o que incluso, por momentos, la citan textualmente», explica Berti.