2 febrero, 2023
Opinión: Massa y Fernández, dos cangrejos de la política
Por Carlos Berro Madero*
Los cangrejos tienen algunas características bastante peculiares:
a) Caminan de costado con sus diez patas, porque éstas “apuntan” en forma opuesta a ambos lados de su cuerpo;
b) suelen cavar madrigueras bajo la arena para protegerse de lo indeseado para ellos; c) se alimentan de otros crustáceos, gusanos y todo lo que les traiga la marea “a la mano” sin realizar mayores esfuerzos, porque no cazan para proveerse su propia comida como otras especies animales.
Por desgracia, hay muchos “políticos-cangrejos” en nuestro país. Pero Sergio y Alberto marcan un claro liderazgo sobre los demás: son los típicos oportunistas que sueñan con el poder y están felices cuando logran rodearse de quienes creen en ellos por conveniencia o estupidez (o un poco de ambas cosas) y se los degluten sin miramiento alguno.
Cultivan como los cangrejos una perversa dignidad y son expertos en mezclar especies “curativas” hechas con hierbas desconocidas, evitando hablar siempre de la ciencia médica, por decirlo de algún modo.
No retroceden ante ninguna contradicción personal, y organizan una política “enfocada en programas gratuitos de exterminación de lo razonable a toda hora”, como diría Thomas Merton, para no poner en peligro sus aventuras de “exploración sin contenido” y las ínfulas que adornan su oratoria, propia de un Club de Gala cuando agasaja a sus socios señalando las virtudes ignotas de los mismos.
“Un nuevo tiempo ha llegado” parecen decir alborozados, imponiendo un juego de reglas que significan: “ni tanto, ni tan poco”, tratando así que sus desaciertos se pierdan rápidamente en el olvido.
Con su concurso, echan a perder cualquier futuro posible y al momento de tener que explicar los fracasos sucesivos de sus políticas sobreactuadas y absurdas, renuevan un repertorio de consignas que parecen argumentos de una historia de ficción.
Los problemas que padecemos provienen de las sombras en las que nos obligan a vivir estos omnívoros que se nutren del alimento variopinto que les trae la pleamar.
Se trata de inescrupulosos que no vacilan en romper cientos de huevos “de un saque”. Tantos como hagan falta por su incapacidad para cocinar una tortilla “a punto”.
No creemos que se necesiten más palabras para que quede en claro que con ellos –y sus hermanos de “especie”-, ningún futuro es posible, por más modesto que sea.
A buen entendedor, pocas palabras.