31 enero, 2024
Javier Milei quiso concentrar el poder en Nicolás Posse y tuvo que optar. El pánico presidencial a la fuga de información y el hermetismo que nunca va a existir. El factor Karina y la gobernabilidad.
Por Pedro Paulin*
Son miles de millones de dólares que administraba un hombre que le dijo que no tres veces a Javier Milei durante la campaña. Guillermo Ferraro no estaba interesado en ser ministro, mucho menos que menos hablar con la prensa, y por último en disputar poder, y se lo dijo al presidente apenas asumido.
Nicolás Posse es el jefe de Gabinete que quería Javier Milei: no tiene autonomía, consulta antes de actuar y es un apéndice de los hermanos presidenciales a pesar de la desconfianza de ellos por sobre todos los que forman parte del Gobierno y los que no.
La versión de despido por contar a la prensa lo conversado en privado, es falsa. La que indica que fue por motivos personales, también lo es. A Guillermo Ferraro lo echaron para que no controle las empresas del Estado y dar por terminada una disputa con Nicolás Posse.
Hay una situación que enerva a Javier y Karina Milei: la fuga de información a la prensa. Más allá de la carcajada que generó en los distintos funcionarios consultados por este medio la consulta sobre el hipotético factor de despido ministerial, la realidad es que tanto el Presidente como su hermana exigen evitar la hemorragia informativa, algo que no se logró nunca ni parece se pueda modificar en esta gestión.
Pasaron los primeros días y el decreto 73/2023 fue el epitafio de la menos que efímera participación de Guillermo Ferraro en la gestión liberal. El texto despejaba dudas: “Transfiérase los créditos presupuestarios, unidades organizativas, bienes, personal con sus cargos y dotaciones vigentes a la fecha de la SECRETARÍA DE INTEGRACIÓN SOCIO-URBANA, transferida por el Decreto N° 8/23 del MINISTERIO DE CAPITAL HUMANO al MINISTERIO DE INFRAESTRUCTURA.” Ferraro pasaba a ser el gran controlador de las empresas grandes públicas, por lo que el enojo de Posse se incrementó, su figura sería entonces esencialmente administrativa.
Nicolás Posse, hombre fuerte del mundo empresario, requirió mayor maniobra a Javier Milei, y dentro de la maniobra estaba la posibilidad de controlar totalmente lo que sucede con las naves del Estado, envueltas en un desquicio absoluto según las fuentes consultadas de este medio sobre la gestión anterior. Lo que fue inicialmente un comentario a la pasada se transformó en un bosquejo de Posse que recibió Milei y al cual le dio la razón.
Guillermo Ferraro no sólo no accedió a la disputa, sino que explicó el motivo por el cual su ministerio tenía que administrar y auditar para controlar y mejorar el funcionamiento de las empresas que estaban bajo su órbita gracias al decreto que el propio Presidente había firmado.
Jefatura de Gabinete de ministros tiene un plan que, según confirmaron fuentes a este cronista, exigirá la administración de las empresas a través de una secretaría que formará parte del área de Nicolás Posse. Esta en gateras y se podría concretar en las próximas semanas a través de un nuevo DNU. De esta forma, se zanjaría una interna ministerial y se podría empoderar al hombre que busca evitar quedar a la sombra de Guillermo Francos, quien también pelea por la injerencia de distintos sectores del estado para poder negociar con los gobernadores.
La desconfianza es el factor común que viene gobernando toda la toma de decisiones de los primeros 45 días de Gobierno. Nada que no traspase el filtro de Karina Milei tiene sobrevida, no hay explicaciones que valgan y en el caso del ingeniero Ferraro, no hubo intenciones de mantenerse en el cargo con la conocida hostilidad que vuelcan los Milei para los disidentes. Su departamento de prensa no supo de su renuncia hasta entrada la noche, cuando era vox populi entre los medios de comunicación y empezaban a sobar reemplazantes para quien seguía en su cargo.
Son todas cajas multimillonarias las que se disputan. Agencia de Vialidad, los registros automotores, Correo Argentino y Aerolíneas Argentinas, por citar casos de déficit en dólares millonarios que forman parte de las empresas y entes nacionales que correspondían al área de trabajo de Guillermo Ferraro y que ahora serán porción de la inabarcable telaraña de Luis Caputo, ministro de Economía que debió aceptar sin repregunta la herencia.