12 febrero, 2023
Opinión: El secuestro de la democracia en Chubut
Por Sergio Cavicchioli*
Las recientes elecciones internas cerradas celebradas en la ciudad de Trelew, en donde se eligieron candidatos a intendente y concejales, encienden luces de alarma en el funcionamiento del sistema democrático.
Sin pretender extenderme en un planteo de tipo politológico o de derecho constitucional, no podemos menos que exponer, a nuestro entender, las severas consecuencias que trae éste acto eleccionario que, en forma simultánea, reunió a un pequeño número de afiliados de los dos principales frentes electorales en competencia, a saber: la alianza Junto por el Cambio y el Frente de Todos.
Ambos casos, decidieron llevar a cabo su selección de candidatos el mismo día –el pasado 5 de marzo- y fue la segunda elección de candidatos, bajo esta modalidad, que tuvo lugar en el país en el presente año. La primera se instrumentó en la Provincia de La Pampa en donde el candidato radical, Berhongaray, en representación de la UCR, se impuso a su adversario del PRO, elección ésta que también convocó a un escaso margen de votantes; apenas un 30% del padrón pampeano.
Deberíamos recordar que, en la Provincia del Chubut, la legislatura, por mayoría simple, derogó las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) dejando el camino libre a los partidos y alianzas a que organicen su selección de candidatos tal como lo consideren oportuno.
Para el caso, significó que las dos principales fuerzas electorales hayan decidió elegir a sus candidatos a intendente y legisladores comunales (concejales) a través del sistema cerrado, dada –argumentaron- la premura que impuso el tempranero llamado a elecciones que determino el actual Intendente Adrián Maderna.
El Jefe comunal trelewense, decidió desdoblar las elecciones convocando las mismas para el próximo 16 de abril. Este hecho, obligó a los partidos políticos y alianzas opositoras a convocar a internas de formas anticipada también. Vale decir entonces, fueron elecciones en las que solo votaron ciudadanos afiliados.
Este escenario, trajo serias consecuencias para sostener y consolidar uno de los principios básicos para el funcionamiento del sistema democrático: la genuina representatividad. Este principio es el primer destinatario del profundo cuestionamiento que recibe la democracia –como sistema de convivencia- por parte del amplio universo de gobernados decepcionados con las distintas ofertas electorales.
Deberíamos preguntarnos entonces, entre otros interrogantes, si los mecanismos o sistemas electorales resuelven eficaz y eficientemente la cuestión de quién/es van a competir por el gobierno, es decir: el acceso al poder. ¿Son los más apropiados y adecuados para respetar y canalizar, a través de la representación política, la voluntad de sus electores? Es decir, si son legítimos y, al mismo tiempo, si son representativos.
La respuesta a esta pregunta la ofrece, por ejemplo, la concurrencia a votar por parte de afiliados de uno y otro frente electoral.
En Juntos por Cambio votó apenas un 30% de afiliados quienes distribuyeron el voto entre dos candidatos, a saber: Gerardo Merino (UCR-Pro) y Federico Massoni (UCR sola). Votaron 2333 personas sobre 7200 afiliados. Merino sumó aproximadamente 1278 (54.7%) sufragios contra 1055 de Massoni (45,3%). Trelew tiene, en total, cerca de 85 mil electores en condiciones de votar. Se comparamos los porcentajes que obtuvo uno y otro candidato respecto del total de electores habilitados para votar (si hubiesen estado vigente las PASO) esos porcentajes se reducen a un peligroso 1.5% para Merino y 1.2% de Massoni.
Veamos lo que sucedió en la otra margen del rio, el Frente de Todos. Allí la concurrencia fue peor. Sobre algo más de 10 mil afiliados solo se movilizaron 1500 (15%). De ese universo (1500), Emanuel Collinir (La Cámpora) capitalizó apenas 900 votos, es decir, un magro 60%. Y fue el más votado. Los restantes competidores cosecharon el 30% y 10% respectivamente. Ahora veamos qué porcentaje de votos reunió Collinir respecto del total de votantes que podrían haber concurrido a las urnas, si las PASO hubiesen permanecido vigentes. Un pobrísimo 1.05% de votos del total del padrón de la ciudad de Trelew.
La pregunta es más que obvia: ¿cuán representativos son estos candidatos que, con este tan escaso margen de acompañamiento, competirán en la elección general del 16 de abril?
Más grave aún: Con las PASO derogadas, ni la provincia ni los municipios de la provincia contaron con segunda vuelta. Ésta, vigente en la elección nacional, permite que un candidato triunfe en una elección, siempre y cuando alcance el 40% de votos válidamente emitidos más una diferencia de un 10% respecto del segundo o, el 45% de total de votos. Si no se dieran ambas condiciones, debe celebrarse una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados.
De hecho, ni siquiera posee código electoral. Tiene una ley de partidos políticos dentro de la cual se encuentran insertas las reglas del sistema electoral que, son modificadas, tantas veces como sea necesario según la conveniencia del gobernante de turno. La doble vuelta es en sí misma una virtud del sistema, dado que, obliga al electorado a optar entre las dos ofertas más votadas. Así, se alcanzan a constituir mayorías que luego refuerzan los pocos votos que ungieron a un candidato.
Con lo cual, Trelew irá a las elecciones generales para elegir intendente y concejales con internas cerradas y sin tener segunda vuelta. Veamos la oferta electoral. La misma la integran: Gerardo Merino, Emanuel Collinir, Leyla Lloyd Jones (Maderna), Gustavo Mc Karty (libertarios de Milei). A estos debemos sumar, entre otros más, a el partido Cultura, Educación y el Trabajo, postulando a Luis Collio, y Por Trelew, con Eduardo Hualpa. Mínimo 6 candidatos.
Es muy probable, que el triunfador no alcance una mayoría significativa. Con lo cual, estaremos frente a un candidato triunfante que recibirá un escaso apoyo popular constituyéndose en la primera minoría. Quiere decir que el próximo intendente de Trelew no será el más votado de la ciudad. Y esto conlleva a evaluar y contemplar un escenario más que complicado para la ciudad valletana dada la “atomización” de la oferta electoral y la escasa cantidad de votos que probablemente obtenga el sucesor de Maderna. Dicho de otro modo, no representará a la mayoría de los trelewenses.
Esta situación, para cualquier sociedad, es crítica. Los gobiernos tienen por fin la construcción de amplios consensos y así alcanzar decisiones que satisfagan a la mayoría de los electores. La democracia se apoya siempre en mayorías.
Para Trelew, con internas cerradas, sin doble vuelta y, siendo además la ciudad de la provincia con mayor índice de desocupación y sin tener definido –hasta el momento- sobre qué estructura productiva asentará su presente y proyectará su futuro; no luce como indicado convivir con un poder político integrado por gobernantes elegidos por unos pocos. Esta situación puede constituirse en fuente de mayores conflictos entre grupos sociales y de presión que buscarán sobrevivir e imponerse frente a la ausencia de mayorías persistentes en el tiempo.
El escenario electoral valletano, será el mismo que imperará para Chubut. El próximo gobernador deberá hacer un esfuerzo -en materia electoral- no menor para la construcción de un consenso mayoritario. Casi todos lo intentaron y si lo alcanzaron en la elección, al obtener una mayoría de votos, se les dificultó fuertemente sostenerlo durante la gestión.
En efecto, esos consensos mayoritarios –que están representado en la composición de la legislatura provincial- luego terminan desapareciendo. De hecho, tanto a Das Neves como Buzzi y ahora Arcioni, fueron gobernadores que no lograron sostener la mayoría de diputados provinciales con el que iniciaron sus gobiernos. Con el correr de la gestión, muchos legisladores se transformaron en algo distinto a lo que les dio origen, y terminaron travestidos en otros bloques partidarios o bloques unipersonales.
Esa situación ha “trabado” en más de una ocasión el tratamiento de cuestiones de gobiernos que nunca alcanzaron a tener un debate legislativo medianamente exhaustivo.
El haber hecho desaparecer a las PASO trajo consecuencia que todavía hoy, no alcanzamos a dimensionar. Pero son todas negativas. La misma, posibilitó que muchos con intenciones de alcanzar el poder no pasaran esa instancia, de intención. Esta instancia fue esclarecedora: se pudo separar la “paja” del “trigo”.
La PASO, fue la única instancia de alta legitimación de un aspirante a ocupar un rol de poder. También ubico a cada candidato con un potencial de votos “real” y no el proyectado por encuestas acomodadas y pagadas para la ocasión. A muchos partidos los eliminó del mapa porque, ni siquiera, alcanzaban a superar el mínimo exigido para seguir compitiendo. Para muchos, la PASO fue una instancia que les “cortó” el “negocio electoral”, manejando fondos para una competencia electoral, para la que nunca calificaron.
Seguramente la foto que entregó, primero La Pampa, y ahora Trelew, es el reflejo más acabado de lo mal que funcionan los partidos políticos. No convocan a nadie –o a muy pocos- para una interna que luego, intentan proyectar, como un cálculo matemático, a la elección general. El fracaso electoral suele ser rotundo y, si lo superan, los gobiernos terminan naufragando en un conjunto de expresiones de deseos que jamás aterrizan en la realidad.
A este escenario nos condujo la mayoría de la clase dirigente de Chubut y los representantes de las principales ciudades que la integran. Por preservar intereses casi personales, ubicaron a los partidos políticos de espaldas a la gente, secuestraron las virtudes de una democracia cuyos ciudadanos anhelan aún poder participar de ella, sin que le digiten el voto antes de emitirlo. Secuestraron virtudes que, a 40 años de su reinstauración, todavía convivimos con una democracia que lucha por sobrevivir.