18 noviembre, 2022
El FMI se cansa del pedido del Presidente para que reduzca los intereses de la deuda, pero no quiere que la Argentina termine de volcar. El sincericidio de Gabriel Rubinstein y la frase que llegó de Bali: «Es la última que te banco».
El duro diálogo entre Alberto y Georgieva, y Sergio Massa en llamas con su vice
Por Marcelo Bonelli
Alberto Fernández volvió a plantear la reducción de intereses. Kristalina Georgieva lo escuchó atenta. Era la enésima vez que Argentina le iba con esa cantinela, que nació en la obsesión de Cristina. La jefa del FMI respondió: “No lo planteen más desde Argentina”. Hubo un silencio. Georgieva continuó y aludió a que los reclamos de Argentina caen cada vez peor en Washington. Hizo alusión a la imagen de “pedigüeña” serial que la Argentina tiene en el directorio del FMI. Después recomendó: “Sigan la iniciativa de Ucrania”. Y reiteró: “No lo planteen más desde Argentina”.
Había transcurrido una parte del encuentro. La jefa del FMI quería hablar de la inflación, de la ausencia de dólares y de la inestable evolución del programa. Georgieva dio un aval a la gestión Massa. La Casa Blanca -y por ende el FMI- no quieren que termine de volcar.
Lo hace por una cuestión estratégica de Washington. Pero tiene un íntimo motivo personal. El futuro de Georgieva depende de que no fracase el programa con Argentina. La titular del FMI imploró que “es importante que se mantenga el rumbo de estos últimos meses”. Y volvió a insistir: “Argentina debe profundizar el plan contra la inflación”. Después se tocaron puntos sensibles: los vencimientos de la voluminosa deuda en pesos, los precios que no frenan y la inquietud cambiaria.
En Wall Street, las informaciones no tranquilizan y muchos lanzaron versiones sobre el futuro del dólar. El billete paralelo se despabiló y los financieros empezaron a avanzar. En Manhattan alertaron: “A los botes”. Se trata de informes poco confiables que -muchas veces- se hacen con retazos de datos e información en desuso de Buenos Aires.
Pero que circulan entre inversores. Y tienen influencia. Sostienen una cuestión básica: que, si el BCRA no devalúa, el mercado se los va a llevar puestos. Economía los acusa de especuladores y de intentar armar una corrida para provecho propio. El equipo de Massa dice que son aquellos que apostaron a una devaluación en agosto y fracasaron.
Las versiones fueron de todo tipo. Fuego enemigo y también amigo. Hasta se habló sin fundamento de bancos con problemas por su excesiva colocación en bonos. La cuestión se trató en un Zoom con el ministro. Massa le dijo a los suyos: “Es terrorismo berreta”. Y repitió su frase favorita: “Van a quedar otra vez culo para arriba”. Para contragolpear anuncio que el swap de China permite tener US$ 5.000 millones de libre disponibilidad. Son “billetes verdes, billetes”, saca pecho.
Ayer el mercado dudaba de la cuestión. El temor, igual, tiene su epicentro concreto y cierto: la ausencia de dólares. Pero también otra cosa, la inquietud que genera la ultra-millonaria deuda en pesos. Hace una semana hubo una licitación de bonos. La aceptación fue módica: un 61%. A partir de ese día, el billete pegó un brinco y fue sostenido. Ayer el financiero tocó los 330 pesos.
También influye otra cuestión monetaria: el BCRA adquiere títulos y financia por esa vía al Tesoro. En el último mes fueron $ 195.000 millones. Este combo pone tensión. Más pesos en el mercado y menos dólares. Conclusión: presión cambiaria. Existe “mala praxis”. El Central fijó un “dólar Qatar” altísimo, que ahora es un piso para todo el mercado. Gabriel Rubinstein tampoco ayudó. El viceministro habló con la sinceridad de consultor y se olvidó de que es funcionario clave.
Hizo alusión al “Rodrigazo” y también a una devaluación. El “sincericidio” de Rubinstein provocó un shock. Sus colegas lo aplaudieron e interpretaron que, a pedido de Massa, habló con la verdad para marcar la cancha. Es cierto que en Economía hay un debate abierto sobre el tipo de cambio. Pero Massa no quiere saber nada con devaluar.
Por eso, Rubinstein provocó cólera interna. Massa lo llamó de inmediato desde Bali: “Gabriel, sos un pelotudo”. Rubinstein tartamudeó y explicó la situación. Massa estaba enfurecido y le advirtió: “Esta es la última que te banco”.
Cristina aprovechó para embestir a su detractor. Nunca tragó su designación. Este jueves hubo versiones sobre la inminente salida de Rubinstein, que el viceministro desacreditó. La actitud de la vice –en verdad– le agrega mucha incertidumbre al billete. Su proyecto “Cristina 2023” vuelve a minar la credibilidad de la Casa Rosada. Su estrategia política volvió ayer a horadar la gobernabilidad.
La vice juega con fuego. El plan incluye desembarazarse de la Casa Rosada y presentarse como una líder política opositora que va a devolverle la alegría al pueblo peronista. En otras palabras: Cristina es la alegría y Alberto es la tristeza. La vice es el futuro y Alberto el fracaso.
Alberto se mofa de esa puesta en escena. Dice que es una visión psicótica. Durante su viaje habló con sus íntimos y calificó a la vice de “delirante”. Ahora, los soldados de Cristina -a instancias de Máximo- la rebautizaron como la “Reina de los dragones”. Insólita comparación con una sanguinaria heroína liberadora de pueblos en Game of Thrones.
La “Reina” -le encanta el apodo- quiere empoderarse y decidir su futuro en abril. En el peor de los casos designar con su “dedo” al candidato a presidente. Hasta ahora los “dedazos” de la vice fueron una colección de fracasos: Amado Boudou terminó en la cárcel, Carlos Zannini hundió a Daniel Scioli, Aníbal Fernández perdió un bastión peronista y Alberto deambula con su gestión.
La vice le prendió una vela a Massa: nadie tiene futuro político, con inflación y dólar inquieto. Encima, va a reaparecer Martín Guzmán. Tiene previsto este viernes hacer picantes declaraciones y explicar por qué renunció al gobierno.
El ex ministro va a acusar a Cristina y Máximo de boicotear su gestión y responsabilizará a ambos del derrape de julio. Lo hará con sus medidas formas y en una plataforma de streaming. Guzmán tiene un apoyo fuerte del exterior. Dicen que el multimillonario George Soros a través de Joseph Stiglitz lo apoya para iniciar una carrera política y sueña con participar de los comicios y hasta con una candidatura a Presidente.
Nicolás Dujovne tiene aspiraciones más terrenales. El ex ministro de Macri ya redactó un 70 % de un libro que insisten será explosivo. Tendrá una propuesta para el futuro, pero contará detalles de su controvertida gestión. Todos se quieren posicionar. Viene una nueva etapa. Pero falta mucho para las elecciones. Antes, hay un calvario por recorrer.
Ahora Zannini logró un fallo contra Autopistas del Sol en el intento de complicar a Mauricio Macri en la Justicia. La intención del procurador del Tesoro es equiparar a Mauricio con Cristina. Clarín confirmó que el juez Enrique Lavié Pico dispuso la intervención de Ausol y designó como representante judicial a José Luis Perrone.
También el fallo obliga a la firma española a suspender el beneficio firmado en 2018. Ese contrato en litigio lo avaló Gabriela Michetti –Macri estaba en el exterior– y Guillermo Dietrich.
Están en juego la friolera suma de US$ 500 millones. Se trata de una decisión contra un consorcio con fuertes inversores extranjeros. Uno de los propietarios es Florentino Pérez, el capo del Real Madrid. La información se mantiene hermética. El consorcio quiere poner paños fríos y minimizar la gravedad del problema. Pero es un escándalo. Inquieta al mundo de los negocios. Y puede explotar.
*EC/ NA