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27 agosto, 2025

Crisis de las coimas: Entregar a Menem para salvar a Karina

Empieza a propagarse desde un sector gubernamental una idea riesgosa: la única manera de evitar que la hermanísima se manche es entregar a Lule

Por Javier Calvo/PC*

Con el paso de los días, el Gobierno intenta salir como puede de la parálisis en la que está inmerso desde que estalló, hace una semana, la difusión de los audios del exfuncionario Diego Spagnuolo.

En ellos, por las dudas, se recuerda que quien tenía a su cargo la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis) describía el cobro de coimas para la compra de medicamentos, que tenían como destinatarios a Karina Milei y su mano derecha, Eduardo ‘Lule’ Menem.

La veloz reacción del juez federal Sebastián Casanello y del fiscal Franco Picardi, que disparó allanamientos, incautación de celulares y dispositivos y la prohibición para salir del país de los involucrados (entre ellos los Kovalivker, dueños de la droguería Suizo Argentina), sólo profundizó el estado de shock al que ingresó la administración de Javier Milei.

Al silencio atroz oficial, agravado por el mutismo del propio Spagnuolo sobre sus dichos, se sumó la decisión de apartar al amigo y (ahora ex) abogado personal del Presidente de su cargo. También a Daniel Garbellini, uno de los directores de los que se quejaba porque se lo habían impuesto para manejar “la caja”.

El 86% cree que hay corrupción en el Gobierno nacional y que Karina Milei está implicada

Con el fantasma de que aparecieran nuevos audios y hasta videos (lo que ocurrió en parte, aunque sin el impacto del inicio), el Gobierno apostó en vano a un “siga siga” que dejara atrás el escándalo.

Abrazó entonces la postura defensiva, sin demasiado fervor: es una campaña kuka justo antes de las elecciones.

Puertas adentro, se encendieron las intrigas y sospechas sobre quién estaba detrás de las escuchas a Spagnuolo.

El mar de fondo de esas especulaciones lo navega la tensión interna entre los Menem (Lule y Martín, presidente de la Cámara de Diputados) y Santiago Caputo, el ex asesorísimo devenido a su función original de estratega comunicacional. ¿Estará aquí una de las razones de la mudez?

En un posteo de trasnoche, Lule Menem negó el contenido de los audios. Lo mismo hizo horas después su primo Martín, en dos apariciones televisivas no exentas de desprolijidades. Según fuentes oficiales, fue la hermanísima Karina la que dio la orden para que salieran al ruedo.

También Guillermo Francos, el jefe de Gabinete, actuó como vocero, como suele suceder cuando las papas queman. Manuel Adorni está para otra cosa, ¿no? Se verá de qué manera Francos sortea hoy el acoso que tendrá en la Cámara de Diputados sobre este caso.

Sin embargo y contra los deseos gubernamentales, la espuma del escándalo no baja. Encima, la justicia podría regalarles nuevas malas noticias. El sistema de coimas expuesto por Spagnuolo no se limitaría a la compra de medicamentos (que se extendería a otros ministerios, además), sino también a la contratación de otras prestaciones, como las prótesis ortopédicas para discapacitados.

Otra novedad es el avance de otras causas. Como la de aportes irregulares en el PAMI (con epicentro en Chaco, pero extendida a otras localidades) y los negocios que se armaron en la intervención a la obra social de los trabajadores rurales. En todos ellos, Lule Menem bajo acecho. Los tiempos de la justicia.

Acaso por eso empieza a propagarse desde un sector gubernamental una idea riesgosa: la única manera de evitar que la hermanísima se manche es entregar a Lule. Se sabe que Karina no es fusible, por su relación simbiótica con el Presidente. ¿Pero Menem?

El plan es adjudicado internamente a Santiago Caputo y tendría cierto eco tanto en la Jefatura de Gabinete como en el Ministerio de Economía, bajo fuego por estas semanas por otras cuestiones y donde miran lo poco que ayuda el Audiogate.

Hasta está pensado el argumento público. Una renuncia indeclinable de Lule como sacrificio necesario en pos de un proyecto político al que el kirchnerismo quiere herir de muerte con denuncias falsas.

Nadie desliza si Karina está al tanto. Mucho menos si lo avalaría. ¿Y si se lo pide el propio Lule? La jugada conlleva un peligro: la admisión tácita de que lo que dijo Spagnuolo es cierto.

*PC/LT