10 diciembre, 2023
«Contundente, coloquial y con autoridad», esos tres conceptos repetidos por una larga fila de consultados posiblemente sintetizaron la impresión que la audiencia del recinto exteriorizó tras la recepción de atributos y la toma de mando del gobernador Ignacio Torres.
Fueron las esquirlas de los primeros impactos alocutivos, que al decir de los analistas del poder, son los que en verdad importan.
Esto se dió posiblemente porque como hacía mucho, un mandatario abandonó los tediosos papeles y sacudió la atención de los presentes (y ausentes) impartiéndole una fuerte intención a las palabras, con enunciación de problemas pero también definición del camino para resolverlos. Eso fue una bocanada que aereó de plano el vaho de la vieja retórica.
No era un tema menor. Si había dudas de como seguiría la maratónica y pragmática carrera política de ‘Nacho’ tras su contundente elección como el gobernador más joven de la historia de Chubut, el modo en que blandió el bastón de mando su ptimer día no fue para prometer un abracadabras egoico, sino para indicar por donde, y esa construcción textual asertórica empezó a relajar de a poco expectativas y presunciones, y multiplicar aplausos convalidativos.
Lo que dijo Torres no fue novedad pero representó contundentemente las procupaciones y las urgencias de los chubutenses. La verdad tiene ese efecto, desata una poderosa mecánica de coincidencias mayoritarias, algo que la ‘vieja política’ parece haber olvidado en medio del trasnochado reduccionismo de mesas chicas.
Se podría inferir que en la aceitada alocución de ‘Nacho’ hubo mensajes para casi todos. Y no se trata de las multiples audiencias y variado público a los que debía dirigirse, porque al fin y al cabo, los medios de comunicación terminan convirtiendo cualquier entorno actuativo de un orador en un foro múltiple, con públicos muy variados recibiendo un mismo discurso simplificado a la impresión por la más insospechadas formas o soporte.
Acá hubo mensajes expresos, pero también implícitos.
El primer párrafo fue para referirse a la ‘construcción’ que lo llevó al poder e identificó la consolidación de su proyecto originado en ‘la y las familias’. Con una punta de iceberg de su propio entorno de afectos a quienes destacó entrañablemente, pero un témpano de entramado partidario e ideológico que también tienen lazos legales y un proyecto de vida en común, que es la característica base de la familia. No en vano muchos de los históricos radicales con sus esposas, desarrollistas con nietos, y republicanos ilusionados ampliaron las sonrisas ante esas palabras. De los primeros micro entornos proyectó el círculo a un tercero: la ‘familia chubutense’ que lo votó buscando un cambio, y amalgamó la idea en torno a un déficit inapelable como ha sido la ruptura del sistema educativa, universo para la existencia de las generaciones que vienen.
Desde ahí, partiendo de un vínculo que hace rato no se convertía en base de la politica provincial como es la ‘gran familia’ (no confundir con el entorno personal que alguna vez nos derivó en nepotismo), Torres planteó su ‘cambio de paradigma’, pensarse en conjunto en torno a un proyecto común y volver a ‘sentir orgullo de ser chubutenses’.
Seguramente para un PJ en retirada que esperaba algun exabrupto de atril fue demasiado académica la propuesta de pensar en términos de ‘paradigmas’, y mucho menos escuchar una invitación a sumarse a un ‘cículo virtuoso’ de entendimiento.
“Hoy empieza otra provincia con un gobernador que va a tener la humildad suficiente de escuchar a todos, que no va a hacer diferencia con comunas y municipios que no son afines políticamente, que no va a pedir afiliación partidaria a cada uno de los vecinos que quiera colaborar”, aseguró.
Instó a “tener la grandeza de entender que estamos en un momento bisagra», y aseguró que «estamos decididos a dar la pelea para sacar adelante a nuestra provincia”.
No se privó antes de recordar la intentona de Ley de Lemas que había promovido la variopinta alianza gobernante «para quedar enquistados en el poder». «Pudimos ponerle un freno a esa ley y a todo el aparato provincial, convencidos siempre de la necesidad de un cambio de paradigma en la forma de gobernar”. Con esa expresión, Torres delineó finamente quienes serán su ‘frontón’ político parte de los próximos cuatro años, y no hizo ni falta ponerles nombre y apellido, por obra y arte del botón de la cancelación que trae incoporado el triunfo en las urnas.
Por el contrario, si abrió una puerta expresa a un ‘opositor’ coincidente, y ese fue Carlos Linares a quien el gobernador dedicó un extenso párrafo ponderando su accionar legislativo en torno al proyecto de Ley que Torres consideró el más importante de su carrera, vinculado a la descentralización de recursos nacionales. «Fue el primero en firmarlo», destacó en claro señalamiento al alineamiento que debía haber, y ya hay entre quienes están en gestión, más allá de su coranzocito partidario y sus aspiraciones propias. Estas palabras tuvieron un raro efecto expansor en parte del comodorato que escuchaba atento desde sus inquietantes sillas.
Este excelente contraste entre autoreferencias, causas comunes y mapa de vida comunitaria superaron otra característica de los viejos discursos a los que las audiencias se fueron acostumbrando (o resignando) como si se tratara de un efecto de la modernidad: el claro desajuste entre idea y realidad, entre la palabra y el objeto dentro de la obra de arte de comunicar.
Torres pidió “dar vuelta la página y no avergonzarnos más por ser noticia por papelones institucionales, por la corrupción. Seamos vidriera del desarrollo, de la honestidad, de la transparencia, mostremos que lo mejor que tiene esta provincia es nuestra gente”.
Consideró que durante los últimos años “lo malo” no fue la política, sino “un grupito de facinerosos que fundió una provincia imposible de fundir”. Apuntó a los que hicieron negocios con el estado y quienes usufructuaron de dineros públicos sin cumplir con las contraprestaciones comprometidas a los que llamó tibiamente ‘pícaros’.
En esa línea hizo tres anuncios clave: una Ley de Ética Pública, una enmienda constitucional para suprimir los fueros y un sistema de licitaciones y contrataciones del estado sistematizada y de acceso público. A lo que siguió un momento de éxtasis popular máximo cuando anticipó la finalización de algunos privilegios. Puntualizó que los numerosos vehículos asignados a funcionarios y legisladores se repartirán en comunas rurales, fuerzas de seguridad o lugares que se requieran, debiendo utilizar sus propios vehículos o transporte público. Ni hablar cuando anticipó que los diputados deberán pagar además alquiler por las casas que se les asigne en la Capital de la Provincia para desempeñar sus tareas, cuyo monto conformará un fondo que después se destinará a una escuela elegida conjuntamente por ellos mismos. Casi música para los oídos del pueblo, se podría decir.
Para los sectores económicos hubo definiciones y muchos tomaron nota subliminal: ‘los recursos son finitos’, ‘poner valor agregado’, ‘llevar pero dejar’, ‘trazabilidad’, ‘planificación’, ‘basta de zona desfavorable’, ‘bienvenida zona de desarrollo’, ‘basta de cepo y controles que impiden’ pero también ‘basta de especulación’, ‘ producir con costos reales’, ‘recuperar la cuenca petrolera madura’, ‘terminar con el esquilme de arrastre de la pesca sea china, española o de donde sea’, ‘terminar con los regionalismos en turismo y abrir el juego a los corredores’, ‘aprovechar las nuevas tecnologías’, ‘valorar las iniciativas regionales micro’, ‘pensar en términos de potencialidades’, ‘desechar los corporativismo’, ‘hacer y dejar hacer’.
Cerrando su discurso, Torres buscó llevar tranquilidad al pueblo chubutense y aclaró que “de ahora en más, cada decisión que tome el gobierno va a ser mirando a la gente», «explicando lo que vamos a hacer y diciendo la verdad”.
«Una vez por todas demos vuelta esa página, miremos para adelante, hagamos futuro y pensemos en una agenda de desarrollo para todos los chubutenses».
Como dice un analista, todas las vanguardias nos han acostumbrado a valorar la intención del autor por encima de su realización, pero en este discurso Torres invitó a invertir la prueba para recuperar el arte de la política y eso es un gran paso de creación.