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17 marzo, 2024

Ojo, los profetas siempre terminaron “sacrificados”

La semana pasada analizamos el gobierno del presidente Milei desde los liderazgos religiosos: “Profeta o rey” era el tránsito necesario para su éxito.

Por Sergio Mammarelli*

Hoy les propongo otra lógica muy ligada a ese liderazgo religioso. Se puede gobernar apelando exclusivamente al “miedo y al odio”.

Como casi todas las semanas a lo largo de estos primeros cien días de gobierno, esta semana un nuevo traspié se sumó a la lista de “derrotas victoriosas” de Milei. Al fracaso de lo ocurrido con la ley ómnibus en Diputados, esta semana se le suma un rechazo al mega DNU desregulatorio en el Senado y la aparición del primer cortocircuito claro entre presidente y vicepresidente. Si bien ésta sería la 7ma ocasión en que una cámara se pronuncia contra un DNU -cuatro en el senado y 2 en diputados desde 1983-, todavía no hay antecedentes de un rechazo en conjunto del Congreso, aunque Milei siempre nos puede sorprender con otra “derrota victoriosa”.

Es particularmente inusual desde 1983 que un presidente en sus primeros 100 días de gobierno coseche tantas derrotas numéricas. También es absolutamente inusual que todas esas derrotas sean vendidas como victorias con el siguiente argumento: “vine a la política a exponerlos”. Con esta frase Milei siente que está cumpliendo un mandato religioso para el que se preparó toda su vida.

Ojo, los “profetas” siempre terminaron sacrificados a lo largo de la historia. ¿Cuanto Milei puede seguir ganando, aunque pierda con golpes de efecto que no alcanzan para consolidar sus logros que se diluyen hacia el futuro? Si la reforma no va más rápido que el ajuste, tarde o temprano, el apoyo de la gente se acaba. Los argentinos no buscan peleas, sino que buscan soluciones.

Gobernar basándose en el miedo y el odio fue una estrategia históricamente utilizada en muchísimas sociedades a lo largo del tiempo. Quienes más gobernaron con el miedo fueron las instituciones religiosas como medio para mantener la obediencia y el control. En las democracias el miedo es a la ley, pero para ello hay que lograr sancionarlas en base al consenso. El liviatán es el hijo del miedo, que invoca a la fuerza y la hace tolerable, sino hasta deseable, dando lugar a todo tipo de autoritarismos. Si a ello le unimos la odiosincracia –el odio como complemento de control político– el combo es mortal. El odio es un lazo fuertísimo, compacto y contagioso, aunque siempre inverosímil, dado que exige la construcción de enemigos internos o externos inexistentes predefinidos por creencias religiosas, políticas, étnicas o cualquier otra. El famoso enemigo apátrida de la dictadura militar. Milei lo sabe y también sabe que las redes sociales son la mejor metodología para ampliar estos discursos.

Milei es un religioso que viene a salvarnos fomentando el odio y el miedo con sus famosos tuits. Sin embargo, hasta ahora la realidad solo viene demostrando que Milei conduce un gobierno en minoría, con un relato que tiene límites donde tarde o temprano exigirán una negociación tradicional en democracia. Ya estamos cansados de que el Presidente frente a cada derrota nos conteste que era un escenario que esperaba y que solo viene a exponerlos.

*ISEL