5 diciembre, 2021
La Argentina tendrá que ceñirse a las habituales condiciones fiscales, monetarias y cambiarias de los acuerdos del FMI con sus miembros
Por Carlos Arbía
La Directora Gerente del FMI, Kristalina Georgieva, habló ayer sobre la negociación de la deuda por u$s45.000 millones que lleva adelante el organismo multilateral con la Argentina y también se refirió al impacto económico de la aparición de la variante Ómicron del coronavirus.
Sobre Argentina, destacó que «todavía hay mucho por hacer». La economista búlgara afirmó que «la importancia de trabajar hacia un programa que mejore significativamente los fundamentos macroeconómicos de Argentina y coloque a Argentina en una senda sólida para recuperarse de esta crisis económica.
Más allá de la definición de Georgieva la mayoría de los economistas, financistas y empresarios opina que sin un acuerdo con el FMI la situación económica se complicaría mucho más y se multiplicarían los problemas para gobernar. Pero no está claro si luego de firmar un eventual acuerdo, estarán las condiciones para cumplirlo a lo largo del tiempo.
Tampoco queda claro que con un paraguas financiero protector del FMI la crisis económica se resolvería más fácil. Lo que sí está claro es que sin acuerdo la Argentina se «caería del mundo», la brecha cambiaria se ampliaría todavía más y la inestabilidad macro se tornaría más inestable.
La intención oficial, como se dio a entender la semana pasada es dar pasos rápidos y concretos en diciembre para lograr cerrar la renegociación. «Esta parece ser una expresión de deseos más que un objetivo posible. Es que la negociación parte de cero, diciembre es un mes de poca y corta actividad en el FMI y aunque dentro del organismo hay disposición a avanzar, no la hay a hacerlo a las apuradas, sin un programa macro con una mínima consistencia y sin un mínimo reaseguro para que el acuerdo no se deshilache al poco tiempo de firmarse.
El FMI tal vez pida un programa ‘conservador’, que no peque de optimismo, que vaya despacio pero que cierre. Por un lado, la gran pregunta es cuánto y qué le va a dar el FMI a la Argentina y que le pedirá a cambio el organismo internacional. El FMI es consciente que cerrar un acuerdo es condición necesaria pero no suficiente para encapsular la actual inestabilidad macro argentina», explica un reciente informe de la consultora M&S.
Uno de los aspectos que hay que considerar es que el FMI está con reputación baja luego del escándalo que complico a su Directora Gerente Kristalina Georgieva por lo tanto lo más relevante será acordar e instrumentar un programa macroeconómico que busque reducir los desequilibrios fiscales, monetarios y cambiarios.
Lo que debe quedar claro es que el FMI no le prestará a la Argentina plata fresca ni tampoco aceptará una extensión especial de los plazos de devolución del préstamo, ni convalidará ninguna reasignación de DEGS ajenos para que la Argentina siguiera pagando vencimiento y pateando en el tiempo un acuerdo, ni aprobará una reducción de los sobrecargos de la tasa de interés.
También debe quedar claro que más allá de la disposición política internacional, la Argentina tendrá que ceñirse a las habituales condicionalidades fiscales, monetarias y cambiarias de los acuerdos del FMI con sus miembros.
Es probable que no haya metas duras de entrada en el 2022 pero sí una corrección macro convergente y cumplible. No habrá espacio para programas que en de entrada no cierren. El Fondo no le pedirá en 2022 a la Argentina un déficit fiscal primario casi cero, emisión monetaria casi cero y que el valor del dólar oficial suba lo que tenga que subir. Esto implica que no pedirá de entrada desarmar el súpercepo cambiario y tampoco reformas estructurales profundas como fiscal y laboral de cumplimiento inmediato.
El economista Marcelo Elizondo titular de la consultora DNI explica a iProfesional que «el FMI no dejará de lado las llamadas políticas fondomonetaristas que siempre solicita. Que el BCRA emita menos pesos para financiar al Tesoro y que el BCRA comience a acumular reservas internacionales y no venda inútilmente como lo hizo desde fines de octubre del año pasado hasta ahora para evitar que suban los dólares alternativos y por los que se rifo más de 3000 millones de dólares de las reservas liquidas. Una de las premisas del Fondo en sus acuerdos es que los países acumulen reservas (o al menos no las dilapiden en pos de sostener un tipo de cambio artificial determinado) para ir equilibrando sus cuentas externas, y de paso ir generando capacidad de recobro de su propio crédito».
Esta premisa liga lo monetario con lo cambiario. El FMI no necesariamente se meterá en lo instrumental, pero es claro que planteará para el BCRA un piso de reservas internacionales netas. Perforarlo significaría incumplir una de las metas cuantitativas que el FMI incluye en todos los acuerdos con todos los países. En los hechos, esto va a significar que la autoridad monetaria tendrá limitaciones para vender dólares en el mercado cambiario. Indirectamente, el piso a las reservas restringirá la intervención oficial en los mercados de cambio (oficial y no oficial). El Fondo está en contra de seguir atrasando el dólar oficial como en 2021. Desde principios de diciembre se pudo observar un BCRA que devaluara el peso más que la inflación mensual algo que hasta acá noviembre no había ocurrido.
Con respecto a la evolución de las reservas hay que destacar que entre diciembre y marzo, vencen con el Fondo cerca de u$s6.000 (entre capital e intereses) y se disponen de apenas u$s2.500 millones de DEGS para pagar que alcanza hasta enero incluido. Lo concreto es que no hay más reservas ni DEGS para estirar qué hacer con esta deuda. Tampoco hay reservas para estirar mucho tiempo más la actual situación cambiaria (más de 100% de brecha y el BCRA poniendo cepos sobre cepos y aun así vendiendo más que comprando dólares).
El FMI no prestará plata fresca ni tampoco aceptará una extensión especial de los plazos de devolución del préstamo
El viernes en el mercado mayorista el monto operado fue récord en más de dos años y alcanzó los u$s1.031 millones en el segmento de contado (spot), el más elevado desde octubre de 2019, antes de establecerse el cupo de u$s200 mensual para la demanda privada tras las elecciones presidenciales de aquel año. Con tres ruedas operativas en diciembre, la entidad monetaria registra un saldo negativo neto de u$s200 millones por su participación cambiaria, aunque el último mes del año suele aportarle divisas debida a la estacional liquidación de exportaciones de trigo. En el transcurso de 2021 el Banco Central sostiene un destacado nivel de compras netas en la plaza cambiara por unos u$s5.330 millones, aunque la cifra no es del todo contundente si se toma en cuenta la liquidación récord de las exportaciones del agro en el último año, por más de 30.000 millones de dólares.
En el mercado mayorista, el billete verde cerró pactado a $101,16, con una ganancia de seis centavos respecto de la sesión anterior. Así, el tipo de cambio oficial confirma un sendero alcista más pronunciado, luego de meses en los que avanzó a un ritmo de un 1% mensual, muy por debajo de la inflación.
Con una tónica alcista más marcada se operaron esta semana los dólares cuyo precio está implícito en las cotizaciones de acciones y bonos argentinos que son operados en simultáneo en la Bolsa local y en el exterior. El «contado con liquidación» terminó negociado a $219,20, y el dólar MEP, en los 204,03 pesos. El BCRA finalizó la semana con ventas netas en el mercado por unos USD 400 millones
Dado que el actual nivel de reservas internacionales netas del BCRA se estima entre 4.000 y 6.000 millones de dólares, sería preciso una performance más que extraordinaria de la balanza de pagos para cumplir con estas obligaciones sin recurrir a fuentes de financiamiento alternativas», indicó un informe de TSA Bursátil.
Los depósitos del sector privado en moneda extranjera completaron una baja de u$s988 millones en noviembre y cerraron el mes en u$s15.363 millones. La caída representa el 6% del stock de depósitos en dólares en efectivo. Por el momento, la crisis de reservas y la tensión cambiaria no está impactando en el nivel de los depósitos privados en dólares, más allá de una salida tipo hormiga en los últimos dos meses.
El estudio de M&S destaca que «el fin último es una estrategia desinflacionaria duradera. Esto, partiendo de cero, no se arma ni se negocia en dos semanas. Llevará el verano. Por lo tanto, la negociación será seguramente compleja, conflictiva, de avance no lineal, con cortocircuitos en el camino. Será un proceso iterativo: primero en el oficialismo y entre oficialismo y oposición en el Congreso (en el marco del anunciado programa plurianual); recién después con el staff del Fondo y por último en el Board».
Es probable que el FMI le quiera poner un número al déficit fiscal primario 2022 y en qué año se alcanzará el equilibrio primario. Y por supuesto, qué porcentaje del déficit y de las necesidades fiscales en pesos será financiado directa o indirectamente por el BCRA. El Fondo se guía más por el déficit en pesos nominales porque la meta en puntos del PBI se distorsiona /facilita por las subas en el denominador PBI producto de la inflación.
Un cuadro que el Fondo pondrá seguro sobre la mesa es una matriz fiscal que combine subas anuales de ingresos y gastos. Pretenderá sí o sí que los ingresos suban más rápido que el gasto primario en 2022, de forma tal que el déficit primario se reduzca en términos nominales contra el 1,4 / 1,5 billones de pesos de 2021. Querrá que se ubique en la zona del billón. Está será una discusión con el gobierno que irá seguramente por un déficit más alto, parecido o nominalmente más alto que en 2021.
En esta negociación fiscal, el Fondo no aceptará que un eventual ajuste y el consecuente menor financiamiento monetario del BCRA para el Tesoro quede supeditado exclusivamente a una promesa de mayor recaudación producto de un hipotético crecimiento económico. Tampoco querrá que se proyecte un menor financiamiento monetario al Tesoro de la mano de una hipotética colocación creciente de deuda en pesos en el mercado local. Hará especial hincapié en que las tarifas públicas no queden eterna y grotescamente atrasadas deteriorando estructuralmente las cuentas fiscales. Sí es plausible que el Fondo haga la vista gorda ante un eventual aumento de la presión fiscal.
El Gobierno podría hacerlo en defensa de «la mesa de los argentinos» (retenciones) mientras que el FMI vería el lado fiscal de la medida. En ambos casos, para tener efecto el aumento de retenciones tendría que ser relevante, no unos pocos puntos. Para ello, habría que ir al Congreso a modificar los topes hoy legalmente vigentes. La chance de cambiar la ley en el actual contexto político y anticipando una dura respuesta del campo es baja. El staff del organismo pondrá sobre la mesa las implicancias de seguir financiando el cien por ciento del déficit primario con emisión monetaria, como en 2020 y 2021. El único grifo de emisión de pesos que el FMI puede dejar abierto sin tantas restricciones es el de la compra de dólares en el mercado cambiario.
El FMI planteará también una política monetaria más restrictiva, con tasas de interés menos negativas y a la larga positivas, con posibles consecuencias sobre el crédito y la actividad (y el pasivo del BCRA). Un cuadro externo (por el tema dólares)
Por lo tanto, otro cuadro que el FMI pondrá seguro sobre la mesa es una caja en dólares de 2022 simulando oferta y demanda para tantear la posibilidad de que el BCRA acumule reservas. Seguramente parta de un «buen» nivel de exportaciones similar al de 2021, arriba de los u$s75.000 millones. Es el único ingreso de dólares genuinos en el actual contexto macro. La demanda de dólares de personas y empresas en el mercado oficial bajo el actual súpercepo, no baja de u$s8.000 millones en el año. El Gobierno intenta bajarla con la restricción de financiar los gastos de turismo al exterior. Y no hay que descartar nuevos controles, aunque el Fondo no aceptará más cepos.
Muy difícilmente el FMI acepte que se sigan vendiendo el año que viene en el mercado CCL los más de u$s2.000 millones de este año. Es probable que el Gobierno busque negociar programas de financiamiento con el Banco Mundial y el BID equivalentes a la deuda que vence en el año. Además, empiezan a vencer cupones de la deuda reestructurada en 2020 por unos u$s1.500 millones.
Con esta caja en dólares, la chance que en 2022 el BCRA acumule algo de reservas estará ligada a que bajen los pagos de importaciones o crezca el financiamiento internacional o se dé otro salto exportador. Será muy difícil acumular con las importaciones de los últimos meses más cerca de u$s6.000 millones mensuales que de u$s5.000 millones. En octubre se acercaron a u$s5.000 millones de la mano de las regulaciones puntuales y transitorias del BCRA. Pero para que las importaciones se estacionen más ceca de los u$s5.000 millones mensuales, tendrían que acomodarse al alza tipo de cambio oficial y/o a la baja el nivel de actividad. No será fácil acumular reservas en 2022 como pedirá el FMI.
*M&S/iP