14 septiembre, 2020
La producción de carbonato de litio que se ha promovido en los últimos años en la región de la Puna de las provincias de Catamarca, Salta y Jujuy, con más de 5.000 millones de dólares en inversión hasta 2019, hace que mejore la expectativa de calidad de vida de las 6.500 personas que integran las 30 comunidades de pueblos originarios asentados en las cercanías de los salares de la Puna, los verdaderos yacimientos de litio. Así lo demuestra un informe publicado en 2019 por el ingeniero Martín Thames Cantolla y las doctoras Silvana K. Valdez y María Tinte Montalbetti, pertenecientes al Instituto de Beneficio de Minerales (INBEMI) de la Universidad Nacional de Salta y del CONICET.
El litio es un insumo fundamental para la producción de baterías recargables que demandan la industria electrónica, las telecomunicaciones y más recientemente el transporte. Automóviles, motocicletas y monopatines utilizan cada vez más baterías recargables de litio como fuente de energía. La tercera reserva mundial de litio se localiza en Argentina.
Un folleto de la Secretaría de Minería de la Nación, emitido en enero de 2020, muestra que en la Puna Argentina están en distintas etapas de desarrollo más de 50 proyectos de extracción de litio. Dos de los cuales están en operación plena, exportaron carbonato de litio por 190 millones de dólares en 2019, y con ampliaciones de capacidad anunciadas. Otros dos proyectos están avanzados como para iniciar la producción de carbonato de litio en el año 2021. Inversiones que podrían llevar en el año 2022 los ingresos por exportaciones de carbonato de litio a unos 1.100 millones de dólares.
“La calidad de vida es un concepto referido al bienestar en todas las áreas del ser humano, respondiendo a la satisfacción de las necesidades físicas, materiales, sociales, psicológicas o emocionales, de desarrollo y ecológicas” dice Thames Cantolla. La percepción individual de la calidad de vida está a su vez modificada por factores o ejes como: familia, trabajo, educación, salud y ambiente. Los investigadores del INBEMI desarrollaron y aplicaron una metodología estadística para evaluar dichos factores mediante encuestas tomadas a 150 integrantes de las comunidades de pueblos originarios de la Puna salteña.
Los resultados del trabajo realizado permitieron obtener una estimación numérica del impacto relativo de cada factor en la percepción colectiva de la calidad de vida. Y, en consecuencia, facilitar el enfoque de forma más ajustada y alineada con las percepciones de las personas involucradas, de las numerosas acciones de vinculación comunitaria que promueven las empresas desarrolladoras de proyectos mineros de litio.
“La familia juega un papel fundamental para propiciar una mejor calidad de vida” señala Thames Cantolla al comentar los resultados obtenidos. El factor familia, con un 24 por ciento de impacto, es el más importante según los datos relevados; seguido por el factor trabajo con un 22 por ciento de efecto, y cierra en quinto lugar el eje ambiente con un impacto del 17 por ciento.
Además, reconoce que sorprendió al equipo de investigadores que familia y trabajo ocuparan el primero y segundo lugar entre los ejes de la percepción comunitaria de la calidad de vida, superando a los factores salud y educación, que otros autores, al estudiar comunidades diferentes, reportan como los aspectos más influyentes.
Sin embargo, Roberto Lencina, geólogo y docente de la Universidad Nacional de Tucumán, señala que frente a las necesidades insatisfechas y el olvido histórico que desde siempre padecen las comunidades de la Puna, es muy razonable y legítimo que esas colectividades prioricen familia y trabajo frente a salud y ambiente. En este sentido Lencina se pregunta si, en estos contextos sociales, es aceptable plantear una protección extrema del ambiente.
Ubicada a más de 3.500 metros de altura, el clima de la Puna es muy riguroso. Tanto por las lluvias escasas como por la severa intensidad de la radiación solar que reciben en primavera y verano; y también por la increíblemente baja presión atmosférica típica de la región, apenas 410 milímetros de mercurio. Este valor es la mitad de la presión atmosférica típica de la llanura pampeana o las costas de Argentina. Para los residentes en las zonas bajas sería muy difícil vivir y trabajar en la Puna sin mediar períodos de adaptación de varias semanas.
Investigadores sociales del gobierno de Salta, indican que el singular clima de la Puna sólo hace posible la cría de ovejas, cabras y llamas que les permiten a las comunidades obtener carne, leche y fibras para consumo propio; y producir en forma artesanal y en el entorno familiar quesos y tejidos. La familia es una estructura social colaborativa que garantiza supervivencia para las comunidades aisladas de la Puna. De modo que es razonable que se perciba a la familia como el factor más importante al evaluar colectivamente la calidad de vida.