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4 septiembre, 2021

Minería: Aseguran que «es una industria que usa poca agua» y numerosos controles ambientales

Lo detalló Pedro Sarquís, ingeniero de Minas, doctor en Minería e investigador, en una nueva charla organizada por la Cámara de Proveedores y Empresarios Mineros (CAPEM). El expositor explicó también el método de flotación para la obtención de material valioso.

En medio del debate ambiental, del cambio climpatico y de los temores sobre la sequía en Patagonia,se da en Chubut la puja por la zonificación territorial para que en algunos sectores, como la Meseta Central, se habilite la industria minera.

En este sentido, los académicos que avalan la industria extractiva no le sacan el cuerpo a los debates y abordan estos temas con los fundamentos técnicos que defienden.

En ese marco, el ingeniero de Minas, doctor en Minería e investigador Pedro Edgardo Sarquís afirmó que la minería «usa una cantidad baja de agua», y que es la industria «más exigente y que más controles tiene» en el aspecto ambiental.

Sarquís lo indicó en una charla sobre el sistema de flotación y el uso del agua que organizó la Cámara de Proveedores y Empresarios Mineros (CAPEM), en el marco del conversatorio sobre minería y medio ambiente que se transmite todas las semanas en vivo por Facebook.

Sarquís, con una trayectoria profesional de más de 40 años en San Juan, donde fue secretario de Ciencia y Técnica, y director del Instituto de Investigaciones Mineras, entre otras funciones, explicó que «hace muchos años que los minerales en la naturaleza se encuentran solo en partículas», por lo cual «se tiene que recurrir a procesos de alta selectividad, alta eficiencia, bajo costo y que tengan un amplio aprovechamiento, que permitan una amplia recuperación del elemento valioso, superior al 90%».

«Partiendo de esa base, debemos alcanzar un grado de pureza que exige quien lo compra, además de eliminar contaminantes», comentó. Y enfatizó: «Cuando se producen minerales como insumo industrial, el mercado exige un cierto contenido de elemento valioso y penaliza la presencia de contaminantes».

En este sentido explicó que para lograr ese estándar, «se deben procesar los minerales», y agregó que los valiosos «tienen un peso específico mucho más alto que el agua», mientras que «los que acompañan a estos minerales y no tienen valor, tienen un peso específico más bajo que el agua». «De esa manera podemos hacer una separación entre los materiales más pesados y los más livianos», comentó.

 

Entre los métodos resaltó el de la flotación, «que es casi universal, se aplica en casi todos los minerales», y que «permite obtener productos de mucha calidad». Dijo que actualmente «hay plantas de flotación por todos lados», entre las cuales mencionó a Cerro Moro, en Santa Cruz. Y agregó: «En la Patagonia, con trabajos de exploración, han ido apareciendo yacimientos de plata muy importantes, y hay varias plantas de flotación».

Explicó que para este sistema «se usan celdas donde se mezcla el mineral molido con el agua y algunos reactivos para que se formen las burbujas. Cuando suben, se van cargando con las partículas del mineral valioso, formando una espuma mineralizada».

En este marco precisó que «en los últimos años se desarrollaron reactivos, útiles de acuerdo al mineral del que se trate. En términos generales, unos se usan para modificar el PH, otros son colectores que actúan sobre partículas y las vuelve hidrofóbicas, y el tercer reactivo es un producto que forma espuma, para que no se rompan las burbujas cuando llegan a la superficie, algo parecido a lo que hacen el jabón y el detergente».

Dijo que con este método, «todo el material que no se recupera va recirculando en el circuito, de modo que al final salen un concentrado y el estéril, donde va la mayor cantidad en peso».

 

El xantato y el ambiente

 

 

Explicó que como colector el más usado es el xantato, «que se disuelve en el agua, se usa en el orden de 10 o 15 gramos por tonelada del mineral que ingresa a la planta, y hace que las partículas de un mineral determinado se transformen en hidrofóbicas y no se mojen».

Sarquís manifestó que «si alguien tiene la preocupación sobre el efecto que tiene el xantato en el ambiente, se descompone con mucha facilidad en alcohol y en bifusulfuro de carbono», y agregó: «En presencia de agua y humedad es fácilmente biodegradable en el ambiente, más del 60% se degrada en 8 días». Además, sostuvo, «no es bioacumulable, es decir que tiene factores de acumulación bajos en los seres vivos y en el suelo».

«En el supuesto de que hubiera una contingencia, cosa que no debe ocurrir, no es un producto de alta toxicidad», resumió.

Añadió que «como espumante se usa MIBC, que en el ambiente no es persistente, también es fácilmente biodegradable y su potencial de bioacumulación es muy bajo. Además tiene una alta movilidad en suelo».

Aclaró que el hecho de que sean productos de bajo impacto ambiental «no significa que por eso deba haber derrames o que se deban verter efluentes de manera directa». Mencionó al respecto que en la industria petrolera a veces hay derrames que se deben remediar, y que en la actividad minera son poco frecuentes, por la existencia del informe ambiental previo y por su control permanente.

 

Agua que se recircula

 

 

En este contexto, al mencionar el tema del agua, Sarquís precisó que «se recircula en un 75% u 80%, en un circuito totalmente cerrado». Detalló que «el agua tiene los reactivos, entonces al recircular estamos aprovechando no solo el agua, sino también los reactivos».

«Del porcentaje que no se recupera, una parte se pierde por evaporación, y otra queda en el mineral estéril, en sus intersticios. Pero bajo ningún punto de vista esta agua que no recirculamos debe volver al ambiente, a algún curso de agua», indicó.

 

 

Consumo bajo

 

 

Graficó que «tanto en Chile donde hay mucha minería, como en Argentina, el consumo por la actividad está entre un 3 y un 5% de toda el agua que se usa». Indicó que «la mayor parte se utiliza para la agricultura. Y una cantidad también baja va al consumo humano».

Explicó que el material estéril que se obtiene «va al dique de cola, un espacio impermeabilizado con al menos dos capas», al cual «se le hacen pruebas antes de ponerlo en uso y que tiene sensores para detectar alguna posible fuga».

«El dique de cola tiene que estar diseñado para soportar sismos. Y, si hubiera la posibilidad de que haya agua de lluvia o de nieve, las defensas deben hacerse atrás para que se desvíe a otra quebrada y no vaya al dique de cola. Tiene que estar diseñado para que soporte todo el material estéril que se produzca durante la vida del proyecto. Y no debe estar expuesto a ningún problema ambiental», agregó.

 

«Controlar de manera permanente»

 

 

Sarquís puso en valor la importancia de «la presión de la sociedad y de la autoridad minera para controlar de manera permanente», y, en base a su amplia experiencia, sostuvo que «si todo se hace como se debe, no tiene que haber ninguna situación que preocupe».

«En minería se usa una cantidad de baja de agua, pero se usa mucho en muchas otras industrias. Es cierto que la minería tiene mala fama. Pero la combatimos diciendo la verdad, no ocultando y siendo muy exigentes con las empresas, para que hagan las cosas bien y penalizándolas cuando se hace algo mal», indicó.

«Ninguno de nosotros quiere que no haya controles o que haya contaminación. La industria minera es muy exigente y la más controlada», finalizó.

 

*CAPEM, DEM