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31 julio, 2023

Maldita tecnología: la iglesia que usa una app «anti pecado» para vigilar a sus fieles

Omnipresentes desde hace una década en nuestra vida cotidiana, para muchas personas es difícil imaginar un solo día sin utilizar nuestro teléfono celular. Es la manera en la que nos comunicamos, nos movemos por la ciudad y hasta pagamos los impuestos. Ágiles y eficientes, confiamos en las apps en nuestra vida cotidiana. Pero cuando una iglesia decidió implementar una aplicación para controlar a sus fieles, desató un verdadero infierno en la tierra.

La idea la tuvo una congregación evangélica bautista del sur de los Estados Unidos llamada Gracepoint. El razonamiento era claro: si el teléfono celular se convirtió en nuestra compañía constante, ¿no sería el socio ideal para controlar si los creyentes estaban cumpliendo las órdenes de Dios?

​Un integrante de la congregación fue retado porque buscó en Instagram el hashtag #Gay.

Así, los pastores pidieron a los miembros de Gracepoint que se instalen una app llamada Covenant Eyes, que se comercializa explícitamente como “anti-pornográfica” y que limita el uso que las personas hacen de la web. Lo que no se informaba era que, además, creaba informes muy detallados sobre la actividad digital de sus usuarios y los enviaba a la congregación.

Al poco tiempo de utilizar la app, algunos miembros de la iglesia comenzaron a recibir reprimendas de los religiosos por sitios puntuales que visitaron o apps que se descargaban. Un hombre, incluso, fue retado por la búsqueda en Instagram del hashtag “#Gay”.

De acuerdo con una investigación de la revista Wired, tanto Covenant Eyes como otra app similar recomendada por religiosos, Accountable2You, espían el tráfico web de sus usuarios, toman una captura de pantalla por minuto sin avisar y envían toda esta información a un “socio responsable” que, en este caso, es la congregación Gracepoint.

Tanto Apple como Google dieron de baja a estas aplicaciones de sus tiendas.

‘Confesión ya!’

Pero la novedad de la utilización de las apps con fines religiosos no es exclusiva de la ‘ciberinquisión’ evangélica descrita. También el catolicismo está aggiornando sus métodos evangelizadores ya acortando distancias con el cielo. Desde 2017 es más fácil encontrar a un sacerdote de la Iglesia católica para redimirse de los pecados en algunas provincias argentinas. La aplicación para móviles Confesor Go permite localizarlos en tiempo real, para acudir a ellos y admitir los ‘pecados’ cometidos allí donde el cura se encuentre, ya sea en templos cristianos o en espacios públicos.

Córdoba fue una de las primeras provincias en sumarse al sistema con cinco curas asociados, tres en la capital y dos en la provincia, entre los que también se encuentraba el propio obispo de la diócesis.

Sin embargo el debate eclesiástico no tardó en llegar. Los expertos canónicos afirman que ‘De acuerdo a las normas de la Iglesia católica, la confesión vía internet, y la administración en general de cualquiera de los otros sacramentos, no es posible’: “No existen los sacramentos en internet; e incluso las experiencias religiosas posibles ahí, por la gracia de Dios, son insuficientes si están separadas de la interacción en el mundo real con otras personas de fe”, dice el número 9 del documento oficial publicado La Iglesia e internet, del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales.

 

Aplicaciones espías y ‘pruebas de fe’

Se trata de un nuevo tipo de apps de spyware, las “shameware”, aplicaciones utilizadas por grupos religiosos y padres para vigilar a las personas y luego avergonzarlas al exponer su conducta privada en el teléfono, muchas veces ligada a la pornografía y a otras actividades “inmorales” pero que terminan invadiendo su intimidad.

Y es que Covenant Eyes y Accountable2You están haciendo mucho más que monitorear los hábitos pornográficos: se aprovechan de los permisos de acceso que les otorgamos a las apps para llevar un registro de todo lo que hacemos en línea, incluyendo nuestro historial web o las aplicaciones que abrimos.

A partir de la denuncia, tanto Apple como Google eliminaron estas dos apps de sus tiendas alegando que violaban sus políticas de uso. Pero nada impide que haya personas que se vean obligadas a instalarlas de manera manual por pedido de autoridades religiosas como “prueba de fe”.

Además de los problemas de privacidad que esto presupone, la investigadora de pornografía de la Universidad de California en Los Ángeles Nicole Praus reveló que este tipo de tecnologíad de vigilancia no es eficaz: “No conocí a nadie que haya usado de estas aplicaciones y luego se haya sentido mejor consigo mismo a largo plazo. Por el contrario, simplemente terminan sintiendo que hay algo mal con ellos cuando la realidad es que se trata de una conducta típicamente humana”.

 

Tus búsquedas no son ‘inocentes’

Si pensabas que las búsquedas de un patrón en un texto determinado era neutra y ‘libre de pecado’ aunque no utilices la app evangélica, estás en un error.

Pues bien, eso era cierto antes, pero a partir del 2009 el buscador Gogle comenzó a utilizar algoritmos (como PageRank) que se sensibilizan a partir variables (browser, IP, sistema operativo y otras) que te identifican, es decir, formas de personalización.

Un argumento a favor de la personalización ha sido promovido por la industria del marketing para recibir publicidad orientada o del comercio electrónico. Pero esta personalización en base a redes (Facebook) o en base a clics (Google) puede generar una verdadea base espía de tu vida estableciendo en forma bastante certera perfiles de tus consumos, tendencia política, perfil social, religioso y cultural, entregándote a manos de grandes corporaciones.

Esa imagen de que la red aumenta los grados de libertad de las personas, terminó siendo sólo eso, un gran sueño, advierten los entendidos. Como dice Pariser, tu eres lo que cliqueas – you are what you click para Google y Yahoo, o tu eres con quien compartes – you are what you share para Facebook y Twitter.

A propósito, Eli Pariser escribió un libro que sostiene todo esto: «The Filter Bubble«, y pone blanco sobre negro sobre este nuevo mundo orwelliano con el que paradógicamente estamos encantados.