15 julio, 2021
“¿Quién se habrá matado esta vez?” Se reedita una crónica maestra sobre un pueblo patagónico, récord en suicidios: “Los suicidas del fin del mundo”, de Leila Guerriero.
Este libro que apareció en 2006 y ahora se reedita ubicando un flagelo propio de los pueblos del extremo sur. Enterada de que la localidad de Las Heras registra una ola de muertes de jóvenes, la periodista viaja al lugar para dar cuenta del enigma y entender el drama.
Las Heras, un remoto pueblo petrolero de la provincia de Santa Cruz, surgió gracias a la construcción del ferrocarril Patagónico que fue levantado desde 1909; un hito que provocó la ocupación masiva del lugar y con el tiempo le permitió ganar cierta importancia en su momento entre las economías regionales, con la ganadería y sus derivados y después el petróleo como principales caballitos de batalla.
Pero la comunidad de Las Heras no se volvió conocida por nada de esto, sino por batir un inquietante récord de suicidios que la transformó en un misterio, a finales de la década de los 90 y el filo de este siglo: un pequeño poblado atravesado por el viento helado del sur, que nunca cesa, y por la muerte.
Además, un pueblo fantasma, desde que en 1978 la ciudad fue clausurada por la dictadura y con la línea Puerto Deseado-Las Heras se perdió la punta de riel con el servicio de pasajeros más austral del mundo, a lo que se sumaría durante el menemismo la privatización de YPF, que le daba de comer a medio pueblo.
Desde entonces, decenas de jóvenes de alrededor de 25 años fueron matándose en cadena, muchas veces sin que hubiera razones evidentes para entender qué los llevaba a quitarse la vida. Un fenómeno lamentable que se dió también en otras localidades patagónicas aunque con escaso abordaje mediático y literario, por recomendaciones que establece la psicología social aunque también por efecto de la autocensura que dispara la cercanía de vínculos en pueblos pequeños.
Los sucesos de Las Heras marcan empero otra curiosidad, que quizás explique la marginalidad a la que se acostumbraron los pobladores del lugar, y es que el pueblo no logró llegar a los diarios ni siquiera a partir de esta ola macabra de muertes: Buenos Aires rara vez repara en su existencia, suponiendo acaso que allí no hay historias dignas de contarse.
Leila Guerriero, periodista y una de las más reconocidas cronistas de la actualidad, sí de decidió a llegar hasta el lugar, decidida a hurgar en esas historias domésticas: a meterse en las casas, a conversar con sus ocupantes. La impulsaba la irrenunciable decisión de contar esa historia en un libro que, con suerte, diera cuenta del enigma e incluso arriesgara alguna teoría en el intento de darle algún sentido al drama.
“¿Quién se habrá matado esta vez?”, se preguntan los lugareños cada vez que oían –otra vez más- las sirenas de una ambulancia resonando en el desierto.
Se habló de pacto suicida, de sectas satánicas, hasta de la existencia de una ‘lista’ que marcaba quién sería el siguiente, mientras los religiosos del lugar aseguraban que se trataba “del diablo rondando’. Pero la pura verdad, es que nadie entendió nunca del todo por qué allí se perdía de vista tan seguido el sentido de la vida, incluso en los que parecían más fuertes o más vivos.
“Acá, si no sos muy fuerte, si no tenés mucho empuje, se te van apagando las ilusiones. A veces, no te creas… yo creo que esa idea de quitarse la vida la ha tenido todo el mundo. Es que te cansa. Esto te cansa”, le dice a la cronista uno de los entrevistados en Los suicidas del fin del mundo (Tusquets), que apareció originalmente en 2006 –fue la primera crónica de Guerriero publicada en formato de libro- y acaba de reeditarse.
El resultado es una crónica inquietante y conmovedora, que si no revela las razones del enigma de Las Heras, da cuenta de su existencia. Y de la de esa ciudad a la que el país y el mundo han ignorado al punto de no prestar atención siquiera a los suicidios masivos: una ola que fue creciendo con el tiempo como una sombra oscura.
En este libro, la autora reconstruye sus encuentros con los familiares de las víctimas y con algún que otro arrepentido, que se quedó de este lado de la vida.
Leila Guerriero (Junín, 1967) es periodista. Su trabajo se publica en diversos medios de América Latina y España, como La Nación y Rolling Stone, de la Argentina; El País, de España; Gatopardo, de México, y El Mercurio, de Chile. Es editora para América Latina de la revista mexicana Gatopardo. Recibió, entre otros, el Premio de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano y el Premio Internacional Manuel Vázquez Montalbán. Publicó los libros Frutos extraños, Una historia sencilla, Plano americano, Zona de obras, Opus Gelber y Teoría de la gravedad. Su obra ha sido traducida al inglés, el francés, el italiano, el portugués, el alemán y el polaco.