25 marzo, 2025
Tal como le ocurrió a Cristina, Milei ha comenzado a transitar el mismo derrotero de fracaso. Ambos construyeron relatos épicos potentes que generaron fervor en sus bases, pero la realidad económica y social terminó imponiendo sus propios límites. Cristina apostó al “vamos por todo” y terminó enfrentando restricciones económicas que la forzaron a ajustes y cambios de rumbo. Milei, con su discurso de “eliminación del Estado” y “ajuste sin gradualismo”, ahora enfrenta las dificultades políticas y económicas de aplicar su plan en un contexto complejo.
Por Sergio Marcelo Mammarelli/ISEL
El choque entre relato y realidad es un clásico en la política argentina. La diferencia es cómo cada uno gestiona esa tensión y qué margen tiene para sostener su narrativa sin perder apoyo. Ojalá, Milei, aprenda de los errores del pasado.
Los relatos épicos en política suelen construirse sobre simplificaciones y promesas contundentes que movilizan emociones, pero la realidad es mucho más compleja y llena de restricciones.
Con independencia del particular perfil del presidente Milei, que hemos criticado hasta el hartazgo, vemos que su modelo épico comienza a chocar con la realidad:
La primera razón es simple: la realidad es multicausal y dinámica. Los problemas económicos y sociales tienen múltiples factores que no se resuelven con soluciones lineales. Milei, nos promete “acabar con la inflación” o “eliminar la casta”, pero se encuentra con un sistema con inercias difíciles de modificar rápidamente. Ni la inflación baja en un par de meses, ni la casta se elimina en un período de gobierno.
La segunda razón, es un poco más compleja y me refiero a los “límites institucionales y políticos”. Ningún gobierno tiene poder absoluto. Necesitan negociar con otros actores (Congreso, gobernadores, sindicatos, mercados) que tienen sus propios intereses. Si bien el pragmatismo de Milei nos asombra y es fuente de elogio, su intranscendencia negociadora choca y le produce problemas todos los días.
La tercera razón, no menos importante son las “expectativas desmedidas”. Los relatos épicos generan expectativas altísimas, que muchas veces no pueden cumplirse en los tiempos prometidos. Esto ha comenzado a provocar frustración y desgaste al gobierno de Milei. Por ejemplo, Milei prometió dolarización rápida, pero el Banco Central no tenía los dólares suficientes.
Por último, en todo relato simplificado, comienzan “las contradicciones internas”. No es la primera vez, que un líder político debe tomar decisiones que van en contra de su propio relato. Así como Cristina, construyó su imagen sobre la ampliación del Estado y el consumo, terminó ajustando en su segundo mandato. Milei, que prometió reducir impuestos y el gasto público sin afectar a la gente, ahora enfrenta el dilema de recortes que golpean a sectores que lo apoyaron.
Pienso que el desafío para cualquier líder es cómo administrar la distancia entre el relato y la realidad sin perder legitimidad. Algunos lo hacen adaptando el discurso, otros doblando la apuesta. Pero la historia muestra que, tarde o temprano, la realidad siempre se impone.
Está bastante claro, que en los primeros meses de gobierno de Milei hubo un margen de paciencia poco común, tanto en la oposición como en parte del periodismo, pero eso está empezando a cambiar.
Lo expuesto, se debe en parte por los “resultados económicos y sociales”: El ajuste fuerte, la caída del consumo y el impacto en sectores medios y bajos generan más margen para la crítica. Mientras la gente veía si el “shock” daba resultados, había cierta expectativa. Ahora, con la recesión profundizándose, la tolerancia empieza a reducirse.
Aquí radica el gran desafío de Milei. Si observamos la historia económica reciente, su objetivo debería ser evitar que le ocurra lo mismo que a Menem o a Macri. Ambos intentaron consolidar en la Argentina una economía de mercado, pero terminaron con procesos recesivos que provocaron pérdida del empleo. Se perdieron empleos y cerraron empresas. El gran desafío de Milei es estabilizar la economía sin caer en ese callejón sin salida de la recesión. Muchos economistas sostienen que esto va a ocurrir y algo ya se ve en muchas economías regionales. En Mendoza, La Rioja y San Juan con la uva, en Tucumán con los limones, en el litoral con la yerba mate, en el alto Valle de Río Negro, con la pera y la manzana, en la Patagonia con el retiro de YPF de los yacimientos maduros y en todo el país con actividades demandantes de mano de obra, como la construcción y el comercio en general, que les cuesta reactivarse. La vestimenta está tres veces o más de su valor de referencia en Europa o EE.UU. El costo de vida es más alto que en Reino Unido. Nuevamente el fantasma del menemismo regresa para aquellos que tenemos memoria.
El otro factor determinante, es el propio “desgaste del relato”: Milei mantuvo su discurso de “herencia recibida” y “esto es lo que hay que hacer”, pero a medida que avanza el tiempo, crece la presión para que muestre mejoras concretas. El argumento de que “todo es culpa del pasado” empieza a perder fuerza.
Todo este combo, va mostrando un cambio de actitud en los medios. Al inicio, algunos medios fueron más cautelosos, pero ahora el periodismo tradicional está subiendo el tono. Hay más preguntas incómodas en entrevistas y más informes críticos sobre su gestión y sus funcionarios. Algo similar, comenzó a pasar en la oposición. Al principio, el peronismo estaba golpeado por la derrota y Juntos por el Cambio dividido. Ahora, algunos sectores del PRO empiezan a marcar diferencias, y el peronismo empieza a reorganizarse, con gobernadores y dirigentes desafiando medidas del gobierno. A ello se le agrega una nueva batalla por ganar la calle con la protesta vs. represión ordenadora tildada en forma exagerada como intento de golpe de estado, junto a una tensión cambiaria por la incertidumbre de la aprobación en diputados del DNU del presidente acerca de las negociaciones con el FMI. Por fin la semana concluye despejando dudas y rumores. No hubo protesta violenta, superando el delirio del golpe de estado, se aprobó el DNU en una sesión escandalosa que muestra el deterioro de la política y seguramente bajará la tensión cambiaria, aunque sin embargo, la argentina ingresa en la fatídica pregunta de todos los gobiernos: Cuánto debe valer el dólar?
Lo cierto es que este nuevo orden entró en aparente crisis en los últimos dos meses, cuando se inició una secuencia extensa de traspiés. El punto de inflexión comenzó el 23 de enero en Davos, donde una parte de sus propios votantes no lo terminaba de acompañar. Milei, dio un polémico discurso ante la elite global y generó un debate y una marcha que no le sumó nada al Gobierno.
Es indudable de todo este análisis, que la luna de miel llegó a su fin. Sin embargo, nada de todo esto es preocupante. Es simplemente la consecuencia de que la realidad se va haciendo paso frente a un relato épico sin límites.
Desde ahora, todo dependerá de Milei y sus errores propios. Su estilo confrontativo y su rechazo al diálogo con gobernadores e incluso aliados lo va acorralando día a día. El cripto gate fue una clara demostración de lo que estamos diciendo.
El gobierno debe hacer un replanteo de la estrategia y tener una discusión a otro nivel. Durante un año la estrategia inicial fue exitosa. Lograron marear a todos, les pegaban a todos y salía bien. Hoy no está pasando lo mismo. Los métodos se están agotando. Y lo peor, el gobierno está perdiendo el manejo de la “agenda pública” como se corroboró en las últimas semanas.
Ojalá el presidente, se dé cuenta. Es un punto de inflexión. Si Milei no logra mostrar mejoras concretas, el nivel de cuestionamiento irá en aumento.
No olvidemos, que muchísimos de los argentinos, que lo votamos, seguimos queriendo que a Milei le vaya bien, aunque tenemos mucha menos fe en qué de este modo lo pueda conseguir.