4 julio, 2022
La designación de Silvina Batakis como nueva ministra de Economía sería el primer paso de una necesaria reconfiguración profunda del mapa del oficialismo
Por Ricardo Delgado*
La designación de Silvina Batakis como nueva ministra de Economía sería el primer paso de una necesaria reconfiguración profunda del mapa del oficialismo para evitar una crisis política y económica en el último año y medio de gestión.
El grado de percepción real de la gravedad del cuadro macroeconómico que muestre la nueva ministra en un semestre que ya se presumía complejo se empezará a conocer en las próximas horas a partir de los primeros anuncios y medidas.
Lo que viene es conocido: escasez de dólares, una inflación que no cede, renovadas expectativas devaluatorias, un escenario financiero internacional más adverso, el corsé de las metas con el FMI y, en las próximas semanas, el vencimiento de $500 mil millones de deuda del Tesoro, una cifra similar en agosto y nada menos que un billón en setiembre. Dos billones por vencer en este contexto es un laberinto insoluble que amerita una señal contundente rápidamente. Ya decíamos semanas atrás en esta columna que el programa financiero del Tesoro estaba en grandes dificultades y lo que siguió complicó más aún el panorama.
El dilema de fondo, de todos modos, va más allá. ¿Hacia dónde dirigirá su política económica la nueva conducción? ¿A revisar el acuerdo con el FMI planteando, digamos, una agenda de crecimiento liderado por los salarios y el consumo, como le gustaría a la vicepresidenta? ¿O a estabilizar la macro para bajar la inflación, en una versión más o menos cercana a los objetivos fijados con el Fondo?
En el primer caso, los nuevos protagonistas de la economía tendrán que explicitar claramente cómo se conseguirán los dólares para financiar este programa expansivo sin fogonear todavía más los precios. En el caso más ortodoxo, cuáles serían los mecanismos para contener el crecimiento afectando lo menos posible el consumo, que aún está por debajo de sus máximos históricos.
Con graves problemas para acumular reservas y evitar (¿posponer?) un salto devaluatorio, la nueva ministra empezará a verificar si logra hacer funcionar el apretón del cinturón en las importaciones ante el drenaje (¿»festival»?) de los últimos meses. Cuando se normalicen esos pagos (la semana anterior no hubo prácticamente ventas a importadores) se verá si el Banco Central está en condiciones de recomponer parte de las reservas perdidas. Hasta mayo, salió un 35% más de dólares que en 2021. ¿Habrá nueva conducción también en la autoridad monetaria?
Otro gran interrogante es cómo intentará moderar los incentivos de las empresas a dolarizarse en forma indirecta adelantando importaciones de piezas, insumos, o bienes de capital. Al no poder hacerlo si se dolarizan por mercado (CCL o MEP), la vía de escape era la importación. Con una inflación que acelera y escasísimas alternativas de cobertura en pesos, la pregunta es adónde irán los excedentes.
Esta nueva (¿última?) etapa de la gestión de gobierno sumará presión a las expectativas devaluatorias y a los precios. Las primeras señales serán claves. ¿Habrá financiamiento con estos niveles de riesgo país? ¿A qué dólar proyectar el costo de reposición? ¿Cómo asegurarse un flujo adecuado de insumos? ¿Seguirá el desarme de carteras en pesos y el viaje hacia los dólares financieros? Horas intensas comienzan…
*iP/ by Ricardo Delgado (economista y presidente de Analytica Consultora)