31 diciembre, 2021
Mientras los dólares escasean, la emisión del Banco Central no para: hay que cubrir el déficit de las cuentas públicas. El impacto de este financiamiento.
Por Daniel Fernández Canedo
A horas de cierre del año, el Tesoro cayó en la cuenta de que le faltaba una enorme cantidad de pesos para cubrir los compromisos de fin de año.
No alcanzan ni las ofertas de bonos atados a la inflación (CER), ni tampoco los dólar-link, que en un momento fueron muy buscados por la expectativa de que podría haber una devaluación brusca.
De la mano del ministro Martín Guzmán, el Tesoro consiguió financiamiento pero no lo suficiente para cubrir el déficit de las cuentas públicas y debe recurrir en forma importante al Banco Central.
Por eso, la «maquinita» de hacer billetes del Central está funcionando a pleno y en el final del año llegaría a la conclusión de que imprimió cerca de $1,5 billón para cubrir el bache fiscal.
Ese resultado se da en medio de un verdadero baño de pesos que vive la economía que en diciembre se producirá a pesar de que la inflación, y en esto coinciden los pronósticos dentro y fuera del Gobierno, superaría 3% y podría acercarse a 3,5%.
Donde no coinciden en el Gobierno es en los pronósticos de inflación para 2022.
Mientras Guzmán mantiene el 33% del Presupuesto fallido, en el ministerio de Matías Kulfas y la Secretaría de Comercio de Roberto Feletti trabajan en el intento de un plan «desacople», para moderar el impacto de la posible suba de precios internacionales en el mercado interno y aspiran a que la inflación suba «sólo» 40%.
Los dos pronósticos oficiales quedan muy rezagados frente al de los privados.
Por caso EcoGo, la consultora de Marina Dall Poggetto, sostiene que el aumento del costo de vida sería de 63,2% si el Gobierno logra un acuerdo con el FMI y de 73,7% yendo al default con el organismo.
Las diferencias son importantes y buena parte de las discrepancias residen en las estimaciones de aumentos que se le asignen a las tarifas de luz y de gas, y a la suba del dólar oficial en el año próximo.
El Banco Central sigue demostrando que no está tentado a acelerar en forma significativa el ritmo de devaluación y en el organismo insisten en que sólo lo hará cuando se modere la inflación.
Metiendo presión a la olla, el Central dice que no devalúa para no incentivar la inflación y Economía le pide que redoble la presión sobre los precios a fin de año, para incentivar el consumo y cubrir el rojo de las cuentas públicas.
Y todo sucede mientras las reservas de divisas están en niveles mínimos.
El informe de EcoGo sostiene que en los últimos días, «en simultáneo a la victoria pírrica del gobierno por la publicación del informe de evaluación del programa fallido de Mauricio Macri, se pagó al FMI el segundo vencimiento de capital (US$ 1.892 millones) y las reservas netas cayeron a US$2.350 millones».
El frágil cuadro del nivel de reservas se completa con un dato clave: los vencimientos del primer trimestre de 2022 alcanzan a US$5.200 millones y la Argentina no tiene ni la plata ni aún asegurada la posibilidad de refinanciación.
El 22 de marzo vencen US$2.873 millones y las miradas del mundo económico apuntan a que el Gobierno logre un nuevo préstamo con el Fondo antes de esa fecha, pero las dosis de escepticismo son altas ante la vocación de procastinar de la Casa Rosada (el plan plurianual que se presentaría en la primera semana de diciembre aún no llegó y se trata sólo de un ejemplo).
Mientras los dólares escaseas, 2021 concluye con el sector privado bañado de pesos.
Los depósitos de más de $20 millones en el sistema financiero que, en general son de empresas, crecieron el 20% por encima de la inflación en el año.
Hay mucha liquidez por la combinación de reactivación y emisión con cepo cambiario estricto en lo que respecta a giro de utilidades y cancelaciones de deudas con el exterior por parte de las compañías.
Un resultado es la baja demanda de crédito y la búsqueda de instrumentos para proteger esos pesos de la inflación.
Mientras que en el Gobierno estudian alternativas para comenzar a subir las tasas de interés (el comunicado del FMI del 10 de diciembre contuvo el pedido expreso de aumentarlas), las empresas derivan operaciones a bonos ajustables por CER y dólar-linked, además de las letras del Tesoro, Ledes, que pagan una tasa efectiva de 51%
En las puertas de 2022 hay muchas evidencias de que el marco económico comienza a moverse.
Así como el Banco Central analiza mecanismos para mejorarle la tasa de interés a los ahorristas para que se queden en pesos y no se sientan tentados por el dólar, Energía comienza a gestar el aumento de las tarifas de luz con un sistema de segmentación de usuarios y otro tanto estudian para el gas y los combustibles.
Mover el dólar y tarifas y combustibles implica comenzar a «desanclar» tres de las principales variables utilizadas desde 2020 para «anclar» expectativas inflacionarias.
Ahora el detector de anclas está en la búsqueda de otros rumbos y los salarios aparecen en la mira, pero ¿qué salarios?
El economista Carlos Melconian suele decir que en la Argentina de hoy, sacando a los estatales, hay poco más de 6 millones de trabajadores formales y más de 7 millones de informales, con lo que la uniformidad de los aumentos salariales es muy relativa.
A partir de enero hay variables que entrarán en movimiento, y la lluvia de pesos que irá regresando al circuito financiero después de las Fiestas y las vacaciones también podrán decir lo suyo.