21 octubre, 2024
«Nunca se puede leer demasiado poco de los malos libros o demasiado de los buenos: los malos libros son veneno intelectual; destruyen la mente», conmina Schopenhauer.
Por Luis Alberto Hara*
Para ser un buen lector hay que saber qué ‘no leer’. Y también saber cómo leer, de tal manera que podamos reflexionar, cuestionar y contemplar lo que leemos. Uno de los grandes lectores de todos los tiempos fue Arthur Schopenhauer, el filósofo alemán, heredero de una fortuna que le permitió pasar gran parte de su vida contemplando las idea y leyendo lo mejor de la literatura europea y clásica, incluso los clásicos de India.
En sus ensayos y aforismos Schopenhauer reflexiona sobre lo que podemos llamar el arte de no leer -con el fin de ser un mejor lector-. Schopenhauer, conocido por su pesimismo filosófico, se ocupa aquí de la corrupción literaria que, según él, monopoliza los recursos que deberían estar dedicados a obras de mayor calidad.
Schopenhauer compara la situación de la literatura con la vida misma, observando que «dondequiera que uno vaya, de inmediato se encuentra con la incorregible multitud de la humanidad». Para él, esta «multitud» está presente no solo en las calles, sino también en la producción literaria, dominando el panorama con escritos que «monopolizan el tiempo, el dinero y la atención que realmente pertenecen a los buenos libros y sus nobles objetivos».
Recuerden más bien que el hombre que escribe para los tontos siempre encuentra un gran público: y solo lean, por un tiempo limitado y definido, exclusivamente las obras de grandes mentes, aquellos que superan a los demás hombres de todas las épocas y países, y a quienes la voz de la fama señala como tales. Estos son los únicos que realmente educan e instruyen. Nunca se puede leer demasiado poco de los malos libros o demasiado de los buenos: los malos libros son veneno intelectual; destruyen la mente.
Una de las preocupaciones principales de Schopenhauer es cómo la literatura de baja calidad desvía la atención de las verdaderas obras maestras. A través de la metáfora de los «innumerables malos libros, esas malas hierbas de la literatura», Schopenhauer sugiere que los malos libros actúan como parásitos que extraen energía y recursos de las obras valiosas, «extrayendo alimento del trigo y ahogándolo». En otras palabras, los malos libros no solo existen sin propósito, sino que activamente dañan el progreso intelectual al competir con los grandes autores por el tiempo y la atención de los lectores.
Schopenhauer también critica duramente la naturaleza mercantilista de la industria editorial, afirmando que «nueve décimas partes de toda nuestra literatura actual tiene como único objetivo sacar unas cuantas monedas del bolsillo del público». Esto refleja su visión del estado de la producción literaria como una empresa impulsada principalmente por el afán de lucro, donde «autor, editor y crítico han unido fuerzas» para explotar al público.
La críticas de Schopenhauer, si el lector no lo ha notado, todavía son aún más relevantes en nuestra época. Schopenhauer criticaba a los que leían novelas de baja calidad, creadas para matar el tiempo. Hoy en día los lectores de bestsellers serían parte casi de una elevada facción intelectual (y los lectores de buena literatura aves casi tan raras como el fénix). Lo que se lee, si es que esto cuenta, son revistas y posts de influencers, Existe un culto a la novedad y a lo utilitario, que el mismo Schopenhauer ya criticaba ,señalando que los literatos y escritores comerciales han manipulado a la sociedad para que lea las obras «más nuevas» simplemente porque son populares, en lugar de las verdaderas obras maestras.
Aunque en esta época las palabras de Schopenhauer -o de uno de sus principales lectores: Nietzsche– podrían parecer elitistas y antiigualitarias, la realidad es que la gran cultura siempre tiene un aspecto elitista, casi aristocrática, porque supone una separación del grueso de la sociedad. Lo genial, lo sublime lo auténticamente hermoso, no puede ser de todos. Sin embargo, la nobleza de espíritu aspira al menos a que la mayor cantidad de personas puedan ser tocados por la gran literatura, por el concurso de las mejores mentes de la humanidad que viven, casi exclusivamente, en los buenos libros.