7 noviembre, 2022
«Los editores asumieron una posición cautelosa y todos mis proyectos personales se detuvieron. Entonces, alguien me sugirió entrar a una página en la que podías recibir el apoyo de usuarios que actúan como mecenas de artistas, muy común en Estados Unidos. En México el modelo no funcionó pero a mí me resultó profesionalmente porque tenía un compromiso periódico de subir un texto en inglés, también en español y un video en lenguaje de señas», recuerda la autora sobre la dinámica que dio origen a los trece capítulos de lo que hoy es un libro. «Estar activa y escribiendo me permitió pensar el impacto de la pandemia y, por otro lado, abordar de otro manera la crisis política, económica y social. Y además, me dio un marco para reflexionar sobre dónde está realmente el bienestar: qué tan importante es lo que comemos y lo que respiramos», contó sobre la experiencia de dedicarse a escribir en ese contexto.
Lejos de una mirada paralizante de la nostalgia, la autora contó hasta qué punto recordar le permite conectarse con épocas vitales de su vida. «En un capítulo, narro mi visita al Mercado de la Boquería en Barcelona y el encuentro que tuve con una señora que me reconoció y me regaló una receta de su abuela para hacer el bacalao. Digo entonces que recordar es volver al corazón porque en ese reconectar volvemos a un mundo que sigue existiendo en la memoria. Cuando uno recuerda puede reconectar con las utopías y retomar el pulso de la vida», reflexionó Esquivel sobre cómo recordar determinadas partes de su historia le permite iluminar su presente.
Consultada sobre si acaso no hay tristeza en recordar el pasado, la autora ensayó una apología de la nostalgia: «Hay una búsqueda interna de encontrar algo a lo que ya no tenemos acceso. La nostalgia empujó a los españoles a llevar semillas de lo que no querían extrañar. Me molesta mucho que esto sea ilegal porque es algo fundante en nuestra cultura. Es la búsqueda de momentos de dicha, alegría y compartidos. Lo maravilloso es utilizar la nostalgia como resorte para hacer cosas y revivir una utopía. No tiene sentido regresar al pasado solo por hacerlo, sino para adquirir una responsabilidad humana para apostar por el viejo sentido del bien común, algo que creó todas las grandes civilizaciones».
«Me gusta ser como la cámara y la memoria de una computadora, pero no con el sentido de acumular sino de recrear y regresar al presente para reactivarlo», se definió.
«Me gusta ser como la cámara y la memoria de una computadora, pero no con el sentido de acumular sino de recrear y regresar al presente para reactivarlo»
La autora mexicana comenzó su carrera como maestra y guionista de cine, actividad en la que ha obtenido diversos reconocimientos, entre los que destaca el Premio Ariel por el mejor guion de cine. A partir de la publicación de «Como agua para chocolate», su primera novela, alcanzó reconocimiento internacional y se convirtió en una de las escritoras mexicanas más importantes. Después de aquel mítico libro, publicó «Malinche», «A Lupita le gustaba planchar», «Tan veloz como el deseo», «Estrellita marinera», «La ley del amor», «Íntimas suculencias», «El libro de las emociones» y «El diario de Tita».
En junio de 2023 la versión para ballet de «Como agua para chocolate» llegará al Teatro Metropolitan de Nueva York
Al término de la charla, Esquivel fue consultada sobre qué consejo le daría a una mujer que escribe y no se anima a publicar. Para eso, recurrió a su experiencia personal como escritora. «Primero, todo autor necesita canalizar energías. Yo medito, tengo un espacio de armonía y una onda coherente que me permite enlazar sonidos y palabras para después plasmarlas en un texto», repasó. Y además, sumó un truco práctico: «Cuando uno se sienta a escribir tiene un gran enemigo: la voz del ego. No puedo, no quiero, esto no le va a interesar a nadie, los críticos me van a destruir. Me enseñaron a plasmar eso en un papel y a seguir escribiendo, en paralelo, la obra. Porque lo que ocurre es que los argumentos de la razón son muy limitados cuando uno se conecta con el mundo de la creación. Las mujeres que quieren escribir deben tener una libretita para anotar todo eso que no pueden, es muy liberador de la escritura creativa».