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7 noviembre, 2022

Libros «Lo que yo vi»: «Cuando uno recuerda puede reconectar con las utopías», dice Laura Esquivel

Por Ana Clara Pérez Cotten*
A los 72 años y desde Brasilia en donde cumple su rol de embajadora de México, la escritora Laura Esquivel, la autora del bestseller «Como agua para chocolate», presentó en el marco de una conferencia de prensa «Lo que yo vi», un libro que nació durante la pandemia y que podría ser sus memorias por el registro autobiográfico que eligió pero que prefiere pensar como trece postales para que el lector se reencuentre con una época.

Traducida a 36 idiomas y con obras adaptadas al cine y al teatro, Esquivel dialogó con periodistas de España y Latinoamérica sobre cómo nació «Lo que yo vi», su último libro escrito durante el encierro de la pandemia y una situación económica que apremió a los artistas en todo el mundo. Se trata de un trabajo editado por el sello Suma de Letras, de Penguin Random House, a color, con una tipografía atípica, que incluye fotografías y códigos que permiten poder escuchar la banda sonora del libro.

Laura Esquivel naci en 1950 en Ciudad de Mxico

Laura Esquivel nació en 1950 en Ciudad de México

«Los editores asumieron una posición cautelosa y todos mis proyectos personales se detuvieron. Entonces, alguien me sugirió entrar a una página en la que podías recibir el apoyo de usuarios que actúan como mecenas de artistas, muy común en Estados Unidos. En México el modelo no funcionó pero a mí me resultó profesionalmente porque tenía un compromiso periódico de subir un texto en inglés, también en español y un video en lenguaje de señas», recuerda la autora sobre la dinámica que dio origen a los trece capítulos de lo que hoy es un libro. «Estar activa y escribiendo me permitió pensar el impacto de la pandemia y, por otro lado, abordar de otro manera la crisis política, económica y social. Y además, me dio un marco para reflexionar sobre dónde está realmente el bienestar: qué tan importante es lo que comemos y lo que respiramos», contó sobre la experiencia de dedicarse a escribir en ese contexto.

Lejos de una mirada paralizante de la nostalgia, la autora contó hasta qué punto recordar le permite conectarse con épocas vitales de su vida. «En un capítulo, narro mi visita al Mercado de la Boquería en Barcelona y el encuentro que tuve con una señora que me reconoció y me regaló una receta de su abuela para hacer el bacalao. Digo entonces que recordar es volver al corazón porque en ese reconectar volvemos a un mundo que sigue existiendo en la memoria. Cuando uno recuerda puede reconectar con las utopías y retomar el pulso de la vida», reflexionó Esquivel sobre cómo recordar determinadas partes de su historia le permite iluminar su presente.

Consultada sobre si acaso no hay tristeza en recordar el pasado, la autora ensayó una apología de la nostalgia: «Hay una búsqueda interna de encontrar algo a lo que ya no tenemos acceso. La nostalgia empujó a los españoles a llevar semillas de lo que no querían extrañar. Me molesta mucho que esto sea ilegal porque es algo fundante en nuestra cultura. Es la búsqueda de momentos de dicha, alegría y compartidos. Lo maravilloso es utilizar la nostalgia como resorte para hacer cosas y revivir una utopía. No tiene sentido regresar al pasado solo por hacerlo, sino para adquirir una responsabilidad humana para apostar por el viejo sentido del bien común, algo que creó todas las grandes civilizaciones».

«Me gusta ser como la cámara y la memoria de una computadora, pero no con el sentido de acumular sino de recrear y regresar al presente para reactivarlo», se definió.

«Me gusta ser como la cámara y la memoria de una computadora, pero no con el sentido de acumular sino de recrear y regresar al presente para reactivarlo»

En sintonía con esa mirada sobre la nostalgia, Esquivel contó que durante su estadía en Brasil se reencontró con la posibilidad de escuchar música en formato vinilo. Fue así que dio con un disco de Chico Buarque y Pablo Milanés en el que cantan juntos, y en portugués, una versión de «De que callada manera» que no está disponible en ninguna plataforma. Entonces, la escritora se salió del guion preestablecido para una conferencia de prensa y desde su iPhone compartió una grabación casera de esa melodía con quienes la escuchaban del otro lado de la pantalla. «Espero que triunfe todo lo que se sembró en Brasil y en México durante años. Aquellos músicos que trabajan en el campo de la utopía y que ahora cumplen 80 años pero están activos tienen mucho para decir. Lo que uno siembra a ese nivel tarde o temprano da fruto. Lo que no se reproduce es el cemento y una vida artificial», expresó en una frase que da cuenta de la vida cultural pero que también podría hacer referencia al contexto político, a solo horas de la elección de segunda vuelta en la que se enfrentaran Lula Da Silva y Jair Bolsonaro.

La autora mexicana comenzó su carrera como maestra y guionista de cine, actividad en la que ha obtenido diversos reconocimientos, entre los que destaca el Premio Ariel por el mejor guion de cine. A partir de la publicación de «Como agua para chocolate», su primera novela, alcanzó reconocimiento internacional y se convirtió en una de las escritoras mexicanas más importantes. Después de aquel mítico libro, publicó «Malinche», «A Lupita le gustaba planchar», «Tan veloz como el deseo», «Estrellita marinera», «La ley del amor», «Íntimas suculencias», «El libro de las emociones» y «El diario de Tita».

En junio de 2023 la versión para ballet de «Como agua para chocolate» llegará al Teatro Metropolitan de Nueva York

Esquivel se mostró exultante porque en junio de 2023 la versión para ballet de «Como agua para chocolate» llegará al Teatro Metropolitan de Nueva York y, aunque habrá solo doce funciones, la entusiasma la posibilidad de que su obra se «reescriba» en nuevos formatos.

Al término de la charla, Esquivel fue consultada sobre qué consejo le daría a una mujer que escribe y no se anima a publicar. Para eso, recurrió a su experiencia personal como escritora. «Primero, todo autor necesita canalizar energías. Yo medito, tengo un espacio de armonía y una onda coherente que me permite enlazar sonidos y palabras para después plasmarlas en un texto», repasó. Y además, sumó un truco práctico: «Cuando uno se sienta a escribir tiene un gran enemigo: la voz del ego. No puedo, no quiero, esto no le va a interesar a nadie, los críticos me van a destruir. Me enseñaron a plasmar eso en un papel y a seguir escribiendo, en paralelo, la obra. Porque lo que ocurre es que los argumentos de la razón son muy limitados cuando uno se conecta con el mundo de la creación. Las mujeres que quieren escribir deben tener una libretita para anotar todo eso que no pueden, es muy liberador de la escritura creativa».