15 julio, 2021
La vicepresidenta quiere nombres de confianza en el Senado. La presión por Sacnun, los mensajes a Manzur, los enredos de Chubut y las heridas de 2018.
Por Mauricio Cantando
Como en 2019, pero con un despacho en la oficina principal, Cristina Kirchner monitorea en el Senado las listas que el Frente de Todos presentará en las ocho provincias que renuevan bancas en esa Cámara en diciembre, cuando sabe que perderá votos propios, puede quedar con el quórum justo y necesita gente de confianza para no correr riesgos.
El Senado renueva las 24 bancas de la elección 2015, cuando la contienda presidencial empujó las listas peronistas, mientras que en las legislativas las oposiciones suelen ganar terreno y esta vez no será la excepción.
El frente de Todos tiene 41 votos, cuatro más que el quorum, y la ayuda la misionera Magdalena Solari Quintana y el rionegrino Alberto Weretilneck, quienes fueron aliados disciplinados en 2020 pero pueden no serlo en algún momento.
Con la votación de noviembre el bloque se achicará y para no correr riesgos Cristina quiere un poder de veto en las listas y, donde pueda, retener a sus senadores más fieles o sumar otros que garanticen lealtad. «La semana que viene van a mirarse con lupa todos los nombres. Si hay alguno que no le gusta, no pasará», confirmaron en su entorno a LPO. Las nóminas deben presentarse el sábado 24.
La primera señal la dio en La Pampa, donde los dos senadores que ingresaron hace seis años de la mano del ex gobernador Carlos Verna se irán a sus casas: Daniel Lovera y Norma Durango. Ninguno tuvo conflictos con el kirchnerismo, pero no alcanzó.
La lista la integrarán el ministro de Gobierno y Justicia Pablo Daniel Bensusán, elegido por el gobernador Sergio Ziliotto, y María Luz «Luchi» Alonso, secretaria administrativa del Senado y una de las figuras más cercanas a Cristina Kirchner. El triunfo no está el riesgo por lo que ambos tendrán una banca.
No es el caso de otras provincias en las que Cristina mira de cerca la cabeza de la lista para no arriesgar, porque quienes resulten elegidos deberán mostrar fidelidad en los últimos años del gobierno y la totalidad del siguiente, sea quien sea el presidente. Demasiado tiempo para pedir garantías.
La vice nunca olvidó aquel 2018 en el que volvió al Senado, Miguel Pichetto no la aceptó en el bloque del PJ y junto a Mauricio Macri presionaron a los gobernadores para excluirla. Sólo la acompañaron 8 senadores y los que aún están, siempre tendrán prioridad para pedir su reelección.
Es el caso de la santafesina María de los Ángeles Sacnun, tal vez el mayor dilema de Cristina por estas horas. Las encuestas que llegan a su despacho vaticinan un triunfo de Cambiemos en esa provincia, por lo que si Sacnun no encabeza la lista, su reelección corre riesgo.
Pero el gobernador Omar Perotti quiere la continuidad de su su sucesor Roberto Mirabella y lo defiende con una supuesta mejor aceptación en zonas rurales de la provincia, donde el kirchnerismo volvió a sus niveles más altos de rechazo después de la fallida estatización de la cerealera Vicentin.
Claro que si la derrota es irreversible, la banca por la minoría tiene un valor en sí mismo y puede resultar indiferente perder por poco o mucho. «El tema es que nosotros creemos que podemos ganar. En 2019 vencimos a 2 gobiernos y no vamos rendirnos por una encuesta», dicen en cerca del gobernador santafesino.
Con la votación de noviembre el boque de senadores del Frente de Todos se achicará y para no correr riesgos, Cristina quiere un poder de veto en las listas. Intentará retener a sus senadores más fieles o sumar otros que garanticen lealtad.
Y para lograr esa victoria piden la lapicera. Una versión es que Cristina podría saltar por arriba e imponer al ministro de Defensa Agustín Rossi, pero en el Senado ni la consideran.
En Mendoza la situación es similar, sólo que la derrota del oficialismo no está en duda, pero la falta de una tercera fuerza consolidada garantiza la retención de la banca por la minoría que tiene Anabel Fernández Sagasti, nada menos que la vicejefa del bloque Frente de Todos y una de las principales confidentes de Cristina.
En Chubut Cristina perderá bancas porque tiene las 3, producto de la disputa que tuvo en 2015 con el entonces gobernador Mario Das Neves, fallecido dos años después. Su senador, Alfredo Luenzo, se enroló al Frente de Todos en 2019 y fue un disciplinado oficialista tras candidatearse para su banca por el oficialismo provincial.
Luenzo guarda otra medalla que en el universo kirchnerista no olvidan: el 15 de agosto de 2018 se negó a bajar al recinto a dar quórum y habilitar los allanamientos de Cristina por la causa cuadernos. Era la segunda sesión en la que Pichetto intentaba votarlos, se frustró y fue necesario convocarla la semana siguiente, cuando el macrista Esteban Bullrich volvía de viaje y los números estaban.
Aquella disputa marcó una línea divisoria de Cristina entre quienes son de confianza y quienes no. Perotti fue uno de los que dio quórum y rara vez el kirchnerismo duro lo olvida. Pero Luenzo tiene por delante a Nancy González, activa en el bloque de la ahora vice en 2018, antecedente suficiente para exigir la reelección.
A la par, pocas chances le ven al chubutense Mario Pais, uno de los que buscó quórum con Pichetto en aquellas sesiones pedidas por el fallecido juez Claudio Bonadío.
Pero el problema más grande en Chubut es la pelea entre referentes locales como el vicegobernador Ricardo Sastre, de Puerto Madryn, hermano del intendente de esa ciudad; y el ex alcalde de Comodoro Rivadavia Carlos Linares, que quiere ser senador. «Si se arregla la interna, podemos ganar», confían cerca de la vicepresidenta.
Donde no hay victoria posible es el Córdoba, pero sólo se renueva la banca de Carlos Caserio y a Cristina le alcanza con renovarla, porque si bien estuvo entre los que autorizó sus allanamientos, luego se alistó al Frente de Todos, Alberto lo ubicó en la primera línea y se convirtió en una pieza clave del bloque. Claro que para reelegir necesita no ser superado por una boleta corta patrocinada por el gobernador Juan Schiretti.
En Corrientes la victoria no está en los planes, porque como cada vez que se elige gobernador, la UCR se llevaría las 2 bancas del Senado. Para la de minoría cotiza la reelección de Ana Almirón, otra de las integrantes del bloque de CFK 2018.
En los medios locales hace meses que Almirón confirma la salida de su colega Carlos Espínola, otro de los que se sentó en aquella paradigmática sesión de los allanamientos en 2018 y hasta se mostró con Pichetto cuando ya era candidato a vice de Macri.
En el Frente de Todos fue aceptado, pero ni siquiera le dieron la presidencia de la Comisión de Deportes, que como ex medallista olímpico tenía por naturalidad. Un dato: tal vez para no mostrar las heridas abiertas, la comisión nunca se conformó.
Otro que quedó en la mira por votar los allanamientos y hasta coordinar el debate en comisión fue el catamarqueño Dalmacio Mera, también reinsertado en el Frente de Todos en 2019 y con la presidencia de la comisión de seguridad interior.
Mera, que en una sesión aclaró que nunca fue kirchnerista, ya anunció que no buscará su reelección y suena para liderar la lista la diputada y ex gobernadora Lucia Corpacci, capaz de garantizar un triunfo holgado. Su incorporación no le permitiría la reelección a Inés Blass, peronista que nunca se enfrentó a CFK aún cuando no se sumó a su bloque.
En Tucumán la victoria oficialista está asegurada, pero Cristina aprovechó para tensar con el gobernador Juan Manzur, a quien le reprochó en un acto no haber sido procesado por el Plan Qunita que implementó durante su gestión como ministro de Salud, por el que fue procesada y sobreseída.
Manzur elegiría al diputado Pablo Yedlin para mudarse al Senado, junto a la legisladora Sandra Mendoza. Se lo informó al ministro del Interior Eduardo De Pedro, otro de los confidentes de Cristina, quien, como en todos los casos, tiene que dar su acuerdo.