7 marzo, 2022
La periodista Gisela Marziotta reúne en «Las primeras. Mujeres que hicieron historia», 26 historias de argentinas que se adelantaron a su tiempo y se adentraron en terrenos que sus congéneres no habían transitado.
«Las primeras. Mujeres que hicieron historia», de la periodista y escritora Gisela Marziotta, reúne una veintena de historias de argentinas que se propusieron conquistar vidas que no les estaban destinadas: la primera médica, la primera futbolista o la primera votante -algunas más famosas que otras- debieron abrirse camino entre prejuicios y comentarios desalentadores, impulsadas principalmente por algo tan elemental como el deseo propio.
Se trata de una compilación de 26 biografías tan breves como atrapantes, que recorren un amplio abanico cronológico de la Argentina, desde Tránsito Cabanillas, la primera beata, nacida en 1821, hasta la joven automovilista Julia Ballario, nacida en 1992, en unos 170 años de historia contra el patriarcado y el machismo, desde la mirada de mujeres que se propusieron lo que ninguna antes.
«Este libro trata de las primeras, no de las mejores -que podría haber sido otro recorte posible- con todo el aprendizaje y los errores que comete quien inaugura un camino», aclara en el prólogo la autora -diputada nacional por el Frente de Todos-, y lo grafica con una eficaz analogía: «Como atravesar una selva a machetazos en un engorroso paso a paso, pero que dejaba detrás suyo un espacio para que otras pudiera transitar». Porque la selección -como todo recorte- puede ser ecléctica o antojadiza pero el mérito de ellas fue abrir el camino para todas las que vinieron después.
Cecilia Grierson fue la primera médica de la Argentina y la primera en recibir un título universitario en Sudamérica pero el camino no le fue fácil; cuando decidió entrar a la facultad de medicina, tuvo que presentar por escrito sus razones. Hoy casi el 70 por ciento de la matrícula de las Facultades de Medicina está compuesta por mujeres, se lee en el libro publicado por Planeta.
Se suceden las historias de vida de Jeanette Campbell, la primera argentina en participar de los Juegos Olímpicos en el encuentro de Berlín en 1936; de Nelly Noller, la primera -sin saberlo- en escalar el Aconcagua, la cumbre más alta de América; de la pedagoga Cecilia Braslavsky, la cineasta Eva Landeck e incluso de la aviadora Carola Lorenzini, la primera mujer en cruzar en avión el Río de la Plata, cuya foto fue elegida para ilustrar la portada del libro.
«La búsqueda fue tratar de mostrar un abanico lo más amplio posible, desde las edades, profesiones, épocas, rubros de estas mujeres que fueron primeras en campos diversos. Mi idea fue buscar esos lugares o roles que no están tan a la vista. Y algo que tienen en común es que ninguna de ellas estaba pensando en ser la primera. Ninguna se plantea hacer historia. Ellas siguen su deseo, que es un motor que les debe quemar el estómago», dice Marziotta en una entrevista con Télam.
Algunas de las protagonistas del libro se encontraron con un límite económico en el trayecto y otras contaban con un buen pasar: las distintas clases sociales, ideologías y caminos recorridos, sin contar la disciplina elegida y la manera de desempeñarse, también marcan el tránsito de estas mujeres por la historiografía local, donde no faltan ejemplos tan diversos como Isabelita Martínez de Perón -la primera en llegar a la presidencia- o Victoria Ocampo, creadora de la revista Sur, presentada como la primera mujer incorporada a la Academia Argentina de Letras.
La primera piloto en ganar una carrera en una categoría nacional de automovilismo, que mandó a lavar los platos a quienes desalentaron su sueño, así como la primera médica, la primera sindicalista, la primera jueza de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, la primera bioquímica o intendenta también circulan por las páginas del flamante libro de Marziotta, autora de los anteriores «Amores bajo fuego» y «Mejor muertos».
P: ¿Cuál fue el disparador de este libro?
– Gisela Marziotta: Tiene que ver con un contexto en el que estamos, con una agenda que tenemos cada vez más visibilizada y me atrevo a decir, no naturalizada, pero que está sobre la mesa: las cuestiones de género y los derechos que vienen peleando las mujeres hace tanto tiempo. Creo que ahora se logró incorporar una agenda más permanente y sostenida. Mi trabajo como diputada que también me llevó a trabajar muchos proyectos vinculados al género y ampliación de derechos que considero tan necesaria; todo eso hizo que me conectara con este lugar de estas mujeres que empezaron a ser primeras en campos diversos. La idea fue buscar esos lugares o roles que no están tan a la vista y donde hubo primeras.
El abanico temporal del libro es amplio y llega hasta el presente, donde hay historias de chicas que hoy tienen 30 años, como Julia Ballario.
– GM: Es que todavía hay un montón de lugares donde no hemos llegado y en el que va a haber mujeres que van a ser las primeras. En la ciencia, en los ministerios. El libro tiene cuestiones históricas pero también tiene mucho presente y habrá un futuro donde haya primeras. Hay lugares donde todavía no fuimos primeras.
Decís que hay algo en común a todas que es el coraje. ¿Qué más tienen en común estas mujeres?
-GM: La voluntad, el deseo y pelear por ese espacio para poder hacer lo que querían. Romper con el estatus quo del momento, que tiene que ver con la familia, con los amigos e incluso con una misma. Porque primero la peleas con vos y después con el entorno más cercano. Luego, salir de eso que es más íntimo para pelear por ese lugar de trabajo que querés ocupar. Un deseo que es tan potente que hace que pueda con todo lo demás. Eso tienen en común. Y que abrieron puertas para que después vengan otras que quizás son mejores. Ellas fueron las primeras, las que se animaron, que no es poco. Abrieron puertas que estaban cerradas.
¿Qué diferencia hay en los casos de mujeres tuvieron un buen pasar económico? ¿Eso les facilitó el camino?
– GM: Tiene peso, sí. Tenemos una sociedad absolutamente desigual en cuanto a las oportunidades. Mi compromiso de trabajo en ese sentido es visibilizar eso y modificar esa realidad. Quiero una sociedad con justicia social, con igualdad de oportunidades. Es cierto que cuando vos tenés resuelta la situación económica, podés dedicarte al 100 por ciento a abrir las puertas que ellas abrieron. Y hay otros casos de mucha astucia, como el de Julieta Lanteri, que logró el primer voto femenino, ya que encontró grietas en el sistema, y se empadronó para poder votar porque la ley no decía nada sobre las mujeres. Después, hay que pensar en todo el tiempo que pasa hasta que se logra la legislación acorde, hasta que tenés la ley que acompañe esa puerta que se abrió, que necesitaba una legislación.
En el final aparece una historia de una pilota de aviación comercial, Mariela Santamaría (1984), que dice con mucha alegría «Yo acá soy una más», algo que difícilmente podrían haber dicho las protagonistas de las historias anteriores. ¿Cómo se lee esa frase?
– GM: Cuando sos la primera claramente no sos una más. Nuestra búsqueda es ser una más; no ser la excepción, pero todavía estamos lejos de eso, porque para estar en el mismo lugar todavía necesitamos tener muchos más diplomas, pergaminos, actitudes. Lo que más nos juega en contra -y si no se soluciona no vamos a lograr el objetivo- es resolver las tareasAñadir nuevo de cuidado. Mientras eso no ocurra, no hay posibilidad de llegar a la sociedad de equidad. Habrá igualdad de condiciones con esas tareas resueltas, pero hoy no están. Nuestra generación todavía está trabajando en la deconstrucción, más allá de las respuestas del Estado. Pero habrá generaciones deconstruidas, soy optimista en eso, creo que vendrá una generación de pibes y pibas en la que que todes cuiden, y va a ser más equitativo, donde no haya «cosas de varones» y «de mujeres». Entonces, habrá igualdad de oportunidades.
*Télam