23 noviembre, 2021
En octubre, MSD, compañía biofarmacéutica estadounidense conocida en Estados Unidos y Canadá como Merck & Co. y Ridgerback Biotherapeutics, una empresa de biotecnología con sede en Miami que había desarrollado previamente un anticuerpo monoclonal para el ébola, anunció que el molnupiravir, una flamante píldora contra el COVID-19, podría reducir a la mitad las posibilidades de que una persona infectada por el coronavirus debiera ser hospitalizada. Recientemente la Unión Europea aprobó la píldora contra el COVID-19 de MSD y evalúa la de Pfizer.
La historia del descubrimiento de esta droga para coronavirus se remonta a marzo de 2020, cuando investigadores de la Universidad de Emory ya habían anticipado en un estudio preliminar no revisado por pares en la revista científica bioRxiv que la molécula NHC/EIDD-29801 tenía “potencia contra múltiples coronavirus con la capacidad de convertirse en un antiviral eficaz contra el SARS-CoV-2″.
Nombrado molnupiravir, en honor a Mjölnir, el martillo de Thor, el fármaco fue tan eficaz que un comité independiente le solicitó a los científicos que detuvieran rápidamente el ensayo de Fase III, ya que no era ético seguir dando placebo a la mitad de los participantes, cuando ninguna de las alrededor de 400 personas que recibieron la pastilla oral murieron y la droga no mostró tener ningún efecto secundario importante.
El otro gran desarrollo esperanzador para derrotar esta pandemia son la nuevas pastillas contra COVID-19 de Pfizer. La farmacéutica Pfizer anunció a principios de mes que su píldora contra el COVID-19, el Paxlovid, usada en combinación con un medicamento contra el VIH ampliamente utilizado, reduce el riesgo de hospitalización o muerte en un 89% en adultos de alto riesgo que han estado expuestos al virus. La píldora debe tomarse dos veces al día durante cinco días y se usa en combinación con un segundo medicamento llamado ritonavir que ayuda al compuesto de Paxlovid a permanecer en el torrente sanguíneo por más tiempo.
Consultada Laura Palermo, doctora en virología, especialista en la historia de las enfermedades y profesora en el Hunter College de Nueva York, resaltó: “Más allá de las vacunas que se desarrollaron para prevenir el coronavirus, las nuevas píldoras antivirales son las mejores herramientas farmacológicas para combatir a este virus”.
Actualmente, los tratamientos destinados a combatir virus, principalmente anticuerpos monoclonales y medicamentos antivirales como el Remdesivir, se administran mediante infusión o inyección, generalmente en clínicas u hospitales, y se caracterizan por su elevado costo.
Para Mark Namchuk, director ejecutivo de la Iniciativa Terapéutica de la Escuela de Medicina de Harvard, las pastillas antivirales tienen algunas ventajas claras sobre los tratamientos existentes (el Remdesivir y un otras terapias con anticuerpos) porque, en comparación, son fáciles de transportar, almacenar y administrar. Los otros tratamientos deben administrarse por vía intravenosa y se han reservado en gran medida para que los usen los pacientes más enfermos confinados en instalaciones médicas al final de la evolución de su enfermedad.
Namchuk dijo que suponiendo que las píldoras estén ampliamente disponibles, se pueden recetar poco después de que los síntomas comiencen en el hogar, y no se requiere nada más para administrarlas más allá de posiblemente un vaso de agua. “Ambos son orales, por lo que es mucho más fácil distribuirlos a las personas al comienzo de su enfermedad y hacerlos más accesibles”, aseveró
Cuando las personas logran concertar una visita para llevar adelante estos tratamientos, a menudo están demasiado enfermas para recibir muchos beneficios. En cambio con estos fármacos esta situación va a cambiar, una persona puede despertarse, sentirse mal, hacerse un hisopado y/o test rápido de COVID-19 y dirigirse a la farmacia a la vuelta de la esquina para comprar el antiviral preventivo.
Se trata de un ciclo completo, que debe comenzar dentro de los cinco días posteriores a la aparición de los síntomas. El esquema de administración consta de cuarenta píldoras: cuatro cápsulas que se toman dos veces al día, durante cinco días. Las compañías desarrolladoras ahora están probando si el molnupiravir puede prevenir no solo la hospitalización después de la infección, sino también la infección después de la exposición. Si ese es el caso, entonces el medicamento podría tomarse de manera profiláctica. ¿Qué quiere decir esto? Se podría obtener una receta cuando alguien en su casa dé positivo en la prueba, incluso si el contacto estrecho no lo ha hecho.
Entre los principales beneficios de esta píldora COVID-19, se destaca el hecho de que es y probablemente seguirá siendo eficaz contra todas las variantes del coronavirus. Se demostró, en las pruebas de laboratorio, que funciona contra cualquier número de virus de ARN además del SAR-CoV-2, incluido el Ébola, la hepatitis C, y el norovirus, entre otros.
¿Cómo logra este nivel de efectividad? A diferencia de lo que hacen los anticuerpos generados por la vacuna -que apuntan a la proteína de pico del coronavirus-, el molnupiravir ataca la maquinaria básica de replicación del virus.
¿Podría alterar el ADN humano? El ensayo de la compañía no incluyó a mujeres embarazadas y en período de lactancia e incluso las mujeres en edad fértil debían tomar anticonceptivos. Esta indicación es usual para los ensayos clínicos en general. Una flamante investigación del NIH estadounidense sugirió que el molnupiravir, tomado en dosis altas y durante períodos prolongados, puede, de hecho, introducir pequeñas mutaciones en el ADN.
Sin embargo, de acuerdo a lo explicado en la revista científica Science por el bioquímico Derek Lowe, estos hallazgos probablemente no se apliquen directamente al uso en el mundo real de molnupiravir en COVID-19 de pacientes. El estudio se realizó en células, no en animales vivos ni en humanos. Las células estuvieron expuestas al fármaco durante más de un mes; incluso en las dosis más altas. El fármaco causó menos mutaciones que las creadas por una breve exposición a la luz ultravioleta. Mientras tanto, las empresas desarrolladoras han realizado una serie de pruebas, tanto en el laboratorio como en modelos animales, y no hallaron evidencia de que el molnupiravir cause mutaciones problemáticas en la dosis y duración a las que se prescribiría.
Pfizer también anunció recientemente que su antiviral, Paxlovid, también fue eficaz para prevenir la progresión del COVID-19 en pacientes de alto riesgo.
El medicamento, cuando se toma dentro de los tres días posteriores al inicio de los síntomas, reduce el riesgo de hospitalización en casi un 90%. Sólo 3 de las casi 400 personas que tomaron esta formulación fueron hospitalizadas y ninguna de ellas murió. En el grupo de placebo, hubo veintisiete hospitalizaciones y siete muertes.
En el caso de Paxlovid, a diferencia de molnupiravir, se administra junto con otro medicamento antiviral llamado ritonavir, que reduce la velocidad a la que el cuerpo descompone el medicamento anterior. Por otro lado, al igual que MSD, Pfizer ahora está examinando si también se puede utilizar para prevenir infecciones después de una exposición. Los investigadores se muestran esperanzados, y anunciaron que esperan más resultados para principios de 2022.
De acuerdo a Laura Palermo, “en lugares en donde la tasa de vacunación es baja, la infraestructura es escaza y con un sistema de salud colapsado, la utilización de estas drogas funcionaría de forma complementaria a la vacunación y podría cambiar el futuro de la pandemia”.
¿Desventajas? “La aparición de cepas resistentes a estas drogas. Si esto ocurriera, una posible solución sería utilizarlas de forma conjunta, lo que en el caso del HIV se llama coctel. En estos casos, se reduce así la probabilidad de que se genere una cepa resistente a ambas drogas. Pero definitivamente el factor limitante es el precio, ya que es muy alto, aunque ambas compañías -tanto MSD como Pfizer- aceptaron colaborar en un proyecto mediado por la ONU y una organización sin fines de lucro que permitiría la producción de estas píldoras orales de forma genérica y económica en más de 100 países en desarrollo”, pormenorizó Palermo.
*IB