El último dato de inflación implosionó los planes inestables del Frente de Todos. El último intento del ministro de Economía para amortiguar la crisis y entrar en clave electoral, los dilemas K entre el clamor y los nombres propios para la boleta oficial. La encuesta que llegó a Cristina en la que gana Milei y que muestra el reparte del voto peronista. Las dudas sobre Scioli y la fábula de la primaria generacional. El calendario de Berni y las alquimias “vale todo” de la oposición.
Por Pablo Ibáñez*
– No entiendo por qué a Axel no le gusta que lo propongan como candidato a presidente. Para cualquier peronista eso es un elogio…
Máximo Kirchner regresa, resignado, al que supone el plan electoral más taquillero que tiene el kirchnerismo: que Axel Kicillof sea candidato a presidente. Explicita, para gambetear las presunciones sobre un vínculo ácido con el gobernador, su sorpresa por la negativa de Kicillof a analizar aquella alternativa y enumera, didáctico, los motivos por los que entiende que esa es la mejor carta que le queda al espacio.
Encuestas en la mano, Máximo entiende que Kicillof es la figura del dispositivo panperonista que más y mejor espeja los votos de Cristina Fernández de Kirchner. Mientras Eduardo “Wado” De Pedro retiene, en el conurbano, solo uno de los dos votos que irían a la vice, el gobernador captura más del 80% de las simpatías que conquista, como hipotética candidata, CFK.
A esa matemática infalible le agrega un elemento: Máximo cree que por su formación económica, Kicillof es la figura mejor entrenada para la discusión electoral que tendrá, como eje, la Economía. “¿Quién mejor que Axel para discutir con Milei sobre el delirio de la dolarización? ¿Quién mejor que Axel para discutir sobre el shock que propone Bullrich?”, lo traduce un dirigente que charla, casi a diario, con el jefe del PJ bonaerense.
Máximo, poco dispuesto a las disidencias, se muestra contrariado porque Kicillof solo haría lo que él sugiere si Cristina se lo pide. El gobernador es, frente a eso, el principal promotor de una candidatura presidencial de la vice que le resolvería todos sus entuertos: bloquearía la butaca de presidente, con lo que dejarían de empujarlo hacia arriba, y ordenaría el dispositivo político para poder, gracias a una dispersión inédita de votos, reelegir en octubre.
“Sin Cristina, perdemos todo y todos”, dictaminan cerca de Kicillof. Es una cachetada de realismo que, por momentos, se apacigua en los ejercicios de laboratorio electoral que muestran a Javier Milei muy expansivo, segundo y por encima de Juntos por el Cambio en distritos populosos del Gran Buenos Aires, lo que puede derivar en que Kicillof pueda reelegir como gobernador con menos de 35% de los votos.
La cuenta, a mano alzada, es así: La Libertad Avanza arriba de 25, JxC en 30, la izquierda con más de 5 puntos y algo del peronismo no K. En los rezos paganos del peronismo a Milei, le dedican unos versos deseosos a la hipótesis de que Florencio Randazzo sea candidato a gobernador de Juan Schiaretti.
Al inicio de la semana que pasó, el consultor español Alfredo Serrano Mansilla hizo una ronda para presentar la última encuesta de CELAG en la que a vuelo rasante se destacan un clima general: hay triple empate entre FdT, JxC y Milei, con el libertario unos puntos arriba de los dos frentes.
El interrogante apunta a que las dos coaliciones más poderosas juegan, todavía, sin candidatos claros: el oficialismo no tiene, y la oposición PRO-UCR tiene muchos y diferentes entre sí. Milei es el único candidato firme del menú y, además, nadie lo raspa. Serrano Mansilla -cuyos informes están entre los más leídos por la vice- tiene entre sus cucardas haber anticipado casi con exactitud el batacazo del FdT en las PASO del 2019.
Los porqués de Máximo sobre una candidatura presidencial de Axel son un ejercicio teórico pero radiactivo: ratifica, de arranque, el planteo que el diputado expone en sus conversaciones privadas en los que afirma que Cristina no quiere ser candidata y minimiza, de rebote, la hipótesis sobre una postulación de Sergio Massa. De manera adicional, desinfla toda expectativa sobre “Wado” De Pedro. Voluntarioso, el ministro sigue de campaña pero el propio ecosistema K instala, a cada rato, escenarios que lo excluyen: el clamor por Cristina, la candidatura única de Massa, la presidencialidad de Kicillof, dejan a Wado como el protagonista de un insulso plan D.
Persistente
Pero el ministro insiste. Quiere ser candidato, se mueve como tal y suma gestualidades políticas: Ricardo Quintela, el reelecto gobernador de La Rioja, lo lanzó, los senadores cristinistas le hicieron una recepción casi presidencial, Juan Grabois se ofrece a resignar su candidatura y Martín Insaurralde, cuyos movimientos suelen ser anticipatorios en el mundo K como si tuviese un dato extra que otros no tienen, lo recibió en su quincho de Lomas de Zamora. El detalle para entendidos es que lo hizo posar en el mismo lugar donde cuatro años atrás, en mayo del 2019, Alberto Fernández posó con intendentes del PJ bonaerense, horas antes del video de Cristina que anunció la fórmula Fernández-Fernández. Al sostener a “Wado” arriba, Insaurralde parece hacerle un guiño a Kicillof.
“Wado” fantasea con una primaria contra Daniel Scioli. El exgobernador se ilusiona con una primaria contra Massa. El ministro descarta ese duelo pero no declina una candidatura sino única, mayoritaria. El tigrense hizo, el viernes pasado, algo que no suele hacer: mucho más temprano que de costumbre, a media tarde se refugió en su casa “a pensar”. Lo urgente fue la convocatoria a su equipo para pensar un paquete de medidas anti inflacionarias que instalan un deadline: Massa tiene poco tiempo, apenas 10 días, 240 horas, para producir un shock que frene la estampida inflacionaria y evite una espiralización que ponga a la economía argentina al límite mismo de una alta inflación que sea la antesala de una hiper.
Massa esperaba que la inflación de abril sea un golpe, pero fue una trompada brutal que lo dejó al borde del nocaut. Creía que el número estaría, de mínima, abajo de los 8 puntos, una frontera simbólica para poder trasmitir que aunque se ubique por arriba del 7,7 de marzo, podría relatar como un amesetamiento alto, pero amesetamiento al fin. El 8,4% pega de otro modo y lo pone en la necesidad de frenar la acelerada de precios de mayo, que fue alta en los primeros días y que si no hay medidas específicas, el dato de mayo puede escalar a niveles peores.
Nada, en el mundo Massa, opera en un solo plano. Si a fin del 2022 su plan antiinflacionario era la carta para ser el candidato inevitable del peronismo, luego ser el ministro que pueda evitar un estallido se convirtió en su capital. Ahora su don sería, dicen a su lado, aportar la gobernabilidad para lo que queda de gestión. Massa tiene 240 horas para amortiguar el que será el último dato de inflación antes de que se anoten los candidatos presidenciales. El próximo índice se conocerá, una paradoja ahí, el 14 de junio, el mismo día que se inscribirán las alianzas electorales, escuderías de cada universo político para competir en las PASO del 13 de agosto y la general del 22 de octubre.
Clamores
Por momentos, en el entorno cercanísimo de Massa no entienden cómo, a pesar de los tropiezos, sigue en pie. En parte, canaliza su furia al reprochar el comportamiento de Alberto Fernández. El viernes se volvió a instalarse el murmullo de una salida anticipada de Economía, mezcla de fracaso en la gestión con la hostilidad con el presidente. Fernández dijo, más temprano, que no se podía ser presidente y candidato, y se lo tradujo como que Massa no podría ser ministro y postulante. Además insistió con el recurso de las PASO para resolver el candidato, algo que el tigrense rechaza en público.
El presidente plantea que eso no es un tironeo con Massa porque, asegura, cada vez que le pregunta al ministro si quiere ser candidato, este le dice que no. “Eso es mentira”, dicen en Economía entre gruñidos y lo enmarcan como parte de la lluvia ácida que le llega desde sectores del gobierno. Sin los resultados esperados, el massismo empezó a hacer revisionismo y volvió a poner sobre el ring a Martín Guzmán por no haber sido, en su momento, más eficaz en el cuidado de las reservas cuando tuvo ingresos más altos que los que tiene, por la sequía, Massa. Un buscapié, además, para reprochar la relación entre el exministro y Scioli, relación que se construyó en cenas mano a mano en La Ñata cuando Guzmán mandaba en Hacienda. Se dice, ahora, que Guzmán es un asesor en las sombras de Scioli.
Massa está entre dos fuegos. Escucha críticas permanentes de Alberto contra la vice mientras el camporismo, y quizá la vice, le piden reproche las pretensiones del presidente de incidir sobre la táctica electoral. “Que Alberto se olvide: no le vamos a dar nada de nada en las listas”, mandó a decir Máximo al hablar sobre el reparto de legisladores en la provincia de Buenos Aires. Es la discusión que viene: la resolución del frente electoral, la junta partidaria y los apoderados, cuyas firmas validan las boletas, a la vez que son determinantes en una eventual primaria. Un dato técnico: se debe resolver, por caso, cómo es el reparto de espacios si hay PASO, algo que define cada frente electoral, y suele ser la llave para facilitar o inhibir la competencia.
Había, para esta semana, un primer clamoreo por Massa: luego de la victoria del Frente Renovador de la Concordia en Misiones, el gobernador Oscar Herrera Ahuad se mostraría con el ministro como parte de un guiño a favor de su candidatura. El mandatario estuvo en Economía pero el dato de inflación volvió inoportuno cualquier clamoreo. Así y todo, la victoria de Gustavo Sáenz en Salta, como parte de otros posibles triunfos oficialistas en La Pampa y Tierra del Fuego, podría ser el escenario para insistir con ese marco. Massa sueña con una foto con gobernadores, Cristina, la CGT y empresarios que lo validen. Sería la postal del candidato único o, al menos, del candidato mayoritario del FDT porque desactivaría, de rebote, cualquier otra postulante centrista, en especial la de Scioli.
El embajador anuda, mientras tanto, cumbres con dirigentes K: a encuentros con Mayra Mendoza en Quilmes y Axel Kicillof en Brasil, esta semana agregó un encuentro con Jorge Ferraresi, que participa de la mesa de Ensenada de donde surgen las movidas más activas para pedir la postulación de Cristina. Esa diversidad de Scioli genera dudas en Olivos. Santiago Cafiero expresa, en la mesa chica albertista, la postura de consolidar a Scioli -que sostienen, además, Victoria Tolosa Paz y Enrique Albistur- mientras que Juan Manuel Olmos es la voz massista.
Se atribuye a Alberto advertir un riesgo: que en el tirón final, Scioli se baje por pedido de Cristina, quien ejerce todavía influencia sobre el exgobernador. Por eso, apareció en la carrera el jefe de Gabinete Agustín Rossi, pero esta semana tuvo una charla a solas de más de media hora con la vicepresidenta. Ante la hipótesis de que Cristina le desactive las cartas, circuló una teoría febril: que Alberto busca una figura propia, pura, para postular en una primaria posible contra De Pedro. Se lo plantea como una primaria generacional entre dos sub 50.
Calendarios y espantos
En la galaxia K ocurrió otro hecho que pasó casi desapercibido en su dimensión política: la licencia que el domingo 7, Día del cumpleaños de Eva Perón, tomó Sergio Berni como ministro de Seguridad bonaerense. El funcionario esperó un acto en la Vucetich para el egreso de 3500 efectivos y la presentación de un comando de intervención rápida en los barrios. Se quejó, el ministro, que cuando sufrió el ataque solo uno -Jorge D’Onofrio, que estuvo con él en el incidente- de los casi 20 ministros del gabinete de Kicillof, salieron a respaldarlo. Fue un reproche personal y político.
Berni avisó que retomaría su cargo el 26 de mayo, horas después del acto convocado a la 9 de Julio por sectores K y en el que algunos esperan que hable Cristina. Berni espera esa instancia para definir sus próximos pasos. Si la vice no concurre o lo hace pero insiste en avisar que no será candidata, el ministro de Seguridad se sentirá libre para salir a jugar el mismo en la grilla presidencial del FdT. “Que cura no quiere llegar a Papa”, ha dicho Berni cuando le preguntan si querría ser candidato presidencial.
Es, hasta acá, una oferta que falta en el espectro frentodista que tiene varios postulantes del centro a la izquierda: Juan Grabois, Gabriel Mariotto y Claudio Lozano, entre otros. Berni podría salir a disputar con actores del otro ecosistema electoral que, a su vez, no teme en mostrar su preocupación por el avance de Milei y su disposición para construir cualquier alquimia con tal de evitar que gane el peronismo.
Dos episodios: Schiaretti propuso armar un “frente de frentes” con JxC y Espert, contra el FdT y contra Milei. Es cierto que el cordobés hace esa movida pensando en desactivar oposiciones en Córdoba, su única preocupación real.
A su vez, Martín Tetaz, a quien algunos proponen como vice de Diego Santilli, lanzó una idea peculiar: que el candidato que salga tercero en la disputa para gobernador bonaerense se baje. Da por hecho, Tetaz, que Kicillof saldría primero y que JxC y LLA deberían fijar un acuerdo para unirse post PASO y aunar esfuerzos y votos para ganarle al FDT. Milei rechaza esa idea que quedó, a priori, como una propuesta taquillera de Tetaz pero muestra la flexibilidad operativa e ideológica de parte de la oposición.