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29 diciembre, 2022

Larreta y su maratón electoral, entre el vínculo tortuoso con Macri, la amenaza de Bullrich y el optimismo por Cristina

Larreta y su maratón electoral, entre el vínculo tortuoso con Macri, la amenaza de Bullrich y el optimismo por Cristina. El jefe de gobierno porteño pretende acercase al expresidente y contener el avance de la titular de Pro mientras juega al misterio con su sucesión; buscó sacar rédito de la puja con el Gobierno por los fondos

Horacio Rodríguez Larreta emergió de las legislativas pasadas como el gran ganador de Juntos por el Cambio gracias al éxito de su experimento electoral: la apuesta arriesgada por las candidaturas de Diego Santilli en la provincia y María Eugenia Vidal en la ciudad. A más de un año de haber sorteado el test como armador y de haber sido el artífice del triunfo opositor en las urnas, una maniobra que tensionó su vínculo con Mauricio Macri, quien optó por correrse de la discusión por la estrategia electoral ante el desafío abierto que le planteó el jefe porteño, el proyecto nacional de Larreta no termina de consolidarse. Al contrario, el alcalde, que partía de la pole position en diciembre pasado, lidia con un camino repleto de obstáculos en su odisea por conquistar la Presidencia.

Los últimos meses estuvieron plagados de dificultades para la escudería electoral de Larreta. Al resurgimiento de Macri, su exjefe, en el universo opositor se sumaron la instalación nacional de Patricia Bullrich, su principal contrincante en la batalla por la candidatura presidencial, la feroz disputa por su sucesión en la Capital, la cuna del macrismo, y el brote de retadores de Santilli, su delfín en Buenos Aires. Ese rompecabezas preocupa a varios de los laderos del jefe porteño que respaldan sus ambiciones presidenciales. Pero Larreta no pierde la calma y mantiene su plan para llegar a la Casa Rosada. Confía, ante todo, en el peso de su territorialidad y el poder de fuego de su maquinaria electoral, que le permitió ganar por amplio margen los últimos tres comicios porteños.

 

Un gobierno de golpistas y delirantes

Esta semana, el jefe porteño buscó sacar rédito político del aval de la Corte Suprema a su reclamo por el recorte de fondos de coparticipación. Como ocurrió durante la pandemia con la poda de los recursos o el cierre de las escuelas, el jefe porteño intentó acumular crédito y ganar centralidad con su pelea con el kirchnerismo por los recursos. En una demostración de su necesidad de capitalizar el conflicto, suspendió el jueves pasado un viaje a Chubut, donde planeaba respaldar la cruzada de Ignacio Torres contra la ley de lemas en esa provincia. Durante esas horas organizó dos conferencias de prensa en Uspallata, sede del gobierno porteño, y un acto en el Jardín Botánico. Con esa puesta en escena, intentó calzarse el traje de candidato y exhibir consignas propias para la campaña, como ”Basta de la grieta” y “Cumplir con lo prometido”. En el seno del macrismo bromeaban sobre los eslóganes de los carteles. Creen que al alcalde carece de timing y olfato: “Horacio quiere terminar con la grieta y el Gobierno anuncia que no acata el fallo”, comenta un dirigente cercano a Macri.

Mientras pulsea con el Gobierno, Larreta aceleró las negociaciones para darle mayor volumen político a su Gabinete: sumó a Martín Redrado, Waldo Wolff y Silvia Lospennato a su equipo de gestión. En tanto, Cynthia Hotton asumirá como titular del Consejo Social. Y Graciela Ocaña también podría incorporarse durante los próximos meses.

Larreta evalúa lanzarse a fines de febrero, según fuentes que tejen su armado nacional. Aún no definió si se tomará licencia para la campaña. Por estas horas analiza los ejemplos de Macri, que continuó en su cargo en 2015, o de Fernando de la Rúa, quien optó por la licencia en la Ciudad en 1999. Cree que hoy en día se puede gestionar de forma remota. Una vez que haya lanzado su postulación, buscará acrecentar su presencia mediática y fijar posicionamientos en los medios. En el círculo rojo dudan de sus posiciones ambivalentes. “Hay que tener más huevos para ponerse de acuerdo con quien piensa diferente que pararse del otro lado de la grieta y tirar piedras”, predica ante los suyos.

El sábado pasado volvió a pisar La Matanza, fortaleza electoral de Cristina Kirchner. Lo hizo un puñado de días después de que Macri fuera al territorio gobernado por Fernando Espinoza. El alcalde visitó el distrito acompañado por Héctor “Toty” Flores, aspirante a intendente y referente de la CC, la fuerza de Elisa Carrió, aliada del larretismo.

 

El vínculo con Macri

Después de los últimos chispazos, Larreta tendió puentes con Macri para armonizar el vínculo y llegar a un armisticio. La comunicación entre ambos -una sociedad estratégica desde que fundaron el Pro- nunca estuvo cortada, pero la pulseada por el liderazgo opositor había sembrado enconos internos. Si bien hubo mediadores, como Edgardo Cenzon o Nicolás Caputo, Larreta y Macri hablaron por teléfono durante los últimos días. Desde Qatar, el expresidente se comunicó con el jefe porteño. “Mauricio no está preocupado por la Ciudad, sino por lo nacional”, dicen cerca de Larreta. Volverían a verse las caras en el Sur, ya que coincidirán unos días en Cumelén. Bullrich, que prepara una gira federal para el verano, también podría hacer una escala en Villa La Angostura para ver al expresidente. Antes de que Macri se fuera al Sur, recibió a la titular de Pro en su casa de Acassuso. Cerca de Bullrich se mostraron satisfechos con el resultado del encuentro.

El jefe de Gobierno porteño se jacta de haber surfeado la crisis que generó el aval de Bullrich a Jorge Macri como candidato a jefe de gobierno porteño. Es más, no lo echó de su gabinete, como le demandaban algunos de sus socios ante el semejante desafío a su autoridad. Solo lo marginó de actividades oficiales durante un par de semanas. El primo del expresidente también mostró templanza ante la vendetta: es que, incluso, algunos de los ministros de Larreta no le atendían el teléfono.

Para congraciarse con Macri, Larreta indultó al intendente de Vicente López en uso de licencia, con quien había mantenido un diálogo a solas. El martes 13 de este mes volvió a mostrarse con el primo del expresidente en una actividad oficial después de varias semanas. Ese gesto entusiasmó al núcleo duro del larretismo, que anhela una bendición de Macri a la postulación del alcalde para contrarrestar a Bullrich. “No hay ningún acuerdo”, aclaran en la mesa chica de Macri.

Otros estrategas de Larreta aventuran que el fundador de Pro se declarará prescindente. Lo cierto es que Jorge Macri volvió a sacarse durante las últimas horas fotos con su primo y con Bullrich en plena pulseada por la Ciudad. En el larretismo mascullaron bronca frente a esos gestos desafiantes.

Ante la presión de Macri, que desconfía del vínculo entre Larreta y Lousteau -reniega de la chance de que le “entreguen” la Capital al radicalismo- y pide que haya un candidato único de Pro, el jefe porteño avisa que no puede haber una interna cerrada antes de las PASO para definir el postulante del partido amarillo. Está convencido de que el electorado vota por personas y no se identifica con partidos. La marca que pesa, insisten en Uspallata, es la de JxC. Por eso, Larreta minimiza las chances de que Facundo Manes pueda ser competitivo en la interna opositora en caso de conseguir el apoyo de la UCR. “Manes está cuarto en intención de voto”, afirman en Parque Patricios.

Pese a las presiones, Larreta prevé explicitar recién en mayo su bendición a uno de los aspirantes a sucederlo. Por estas horas repite que los candidatos de Pro -Jorge Macri, Fernán Quirós, Soledad Acuña o Emmanuel Ferrario- tendrán prioridad. ¿Eso significa que no apoyará a Martín Lousteau bajo ninguna circunstancia? Nadie sabe. Por ahora, Larreta mantiene la cautela y oculta sus cartas para no lesionar su alianza con el líder de Evolución Radical. Deja trascender que el senador no le pide su apoyo en la Ciudad a cambio de un respaldo de la UCR a su postulación presidencial. “No lo voy a decidir ahora”, desliza en privado.

 

La amenaza de Bullrich

Larreta también intentó sanar heridas con Bullrich antes de que termine el 2022 y comience la batalla por la candidatura presidencial. Ambos hablaron hace un par de semanas, según fuentes del larretismo. Es más, sus mediadores -Fernando Straface y Juan Pablo Arenza- acordaron reglas para competir sin golpes bajos y lograron aplacar el fuego cruzado. El desgaste de la interna comenzaba a afectarlos en los sondeos. Sin embargo, la titular de Pro volvió a disparar el viernes en un encuentro con vecinos en Boedo: “Algunos hablan de que para dialogar hay que tener huevos, pero realmente lo que hay que tener es huevos para cambiar la Argentina y sacar a los que te traban. Este no es un momento de tibios, es un momento de gente con carácter”, remarcó Bullrich. Cerca de la exministra insisten en que bajó el tono de las críticas, pero que continuará diferenciándose del jefe porteño.

Por caso, las tensiones entre Larreta y Bullrich volvieron a brotar durante estas horas. En el larretismo no cayeron bien las críticas de Juan Pablo Arenaza, jefe de campaña de la titular de Pro, al alcalde por los desmanes en el centro durante la celebración por el campeonato mundial. Y el alcalde dejó trascender su disgusto por el acto que compartieron Jorge Macri y Bullrich hace un puñado de días. Ayer, Bullrich pidió “austeridad” luego de que Larreta presentara las incorporaciones a su Gabinete.

Si bien luce más inquieto por el frente interno, Larreta también monitorea el movimiento de fichas en en Frente de Todos. Por caso, relativiza las chances de que Sergio Massa se convierta en un candidato competitivo del oficialismo en 2023, en caso de que lograra controlar la inflación. “No vemos que esté haciendo nada para que haya una baja significativa”, dicen.

Además, Larreta cree que la autoexclusión de Cristina aumenta sus posibilidades electorales, porque despolariza la discusión en la campaña. Manes también piensa que la decisión de la expresidenta perjudica a Macri. En el entorno del expresidente se ríen de esas proyecciones, como si pulsearan con amateurs en política.

 

*LN/ by Matías Moreno