23 noviembre, 2021
El Premio Lidia María Riba es un certamen literario para autoras y autores de habla hispana del país y el exterior, organizado por la editorial V&R. El concurso busca homenajear a la cofundadora del sello y está dotado de 3000 dólares.
Con historias de traiciones, relatos que se construyen alrededor de la identidad de género, o heroínas que en soledad deben abrirse paso en una sociedad que muchas veces se manifiesta hostil, la novela romántica ha demostrado su capacidad para aggiornarse a los cambios sociales capturando un público fiel y persistente que convirtió al género en uno de los baluartes de la industria editorial argentina y suma por estos días como novedad el lanzamiento del Premio Lidia María Riba, un certamen literario para autoras y autores de habla hispana del país y el exterior.
El concurso, organizado por la editorial V&R, busca homenajear a la cofundadora del sello y está dotado de 3000 dólares. Tiene como jurado a representantes del género como las escritoras Cristina Bajo, Viviana Rivero y Patricia Suárez, quienes dialogaron con Télam acerca de este género que trascendió las fronteras locales hacia Latinoamérica y Europa, y representa el mayor número de ventas en el mercado editorial local.
Para Suárez, «hoy la novela romántica es un género fecundo con un amplio abanico de subgéneros que van desde lo paranormal a la comedia, con presencia inclusive de novelas románticas exclusivamente dedicadas al LGTB+».
Para la autora de «El sueño de la criada» y «En la Varsovia» la novela romántica ha tenido tanto crecimiento que «hay que dejar de pensar este tipo de ficción como algo exclusivamente femenino, joven, de aquella joven casadera que aparecía en Corín Tellado -y ojo que publicaba con un seudónimo donde las protagonistas eran sexualmente osadas, en una época casi imposible para ello- y se transformó en un género que se centra en hablar de los sentimientos de las personas y de su intimidad».
«¿A qué aspiran para sentirse felices en su intimidad los personajes, las personas? Creo que esa es la gran pregunta que aspira a contestar el 90% de los novelistas románticas hoy», sostiene Suárez.
Según la cordobesa Cristina Bajo, autora de la saga de los Osorio que ha dado títulos como «La trama del pasado» o «Como vivido cien veces«, este género que «durante muchos años, los críticos no trataban y si lo trataban, no podían disimular un cierto desdén», se volvió «imbatible en el mundo literario» por «la capacidad de variar según los tiempos, pero conservando la frescura inicial».
En un recorrido que hace la autora acerca de la existencia del género en el marco de la literatura en español observa que «la novela romántica de habla hispana ha estado ausente por mucho tiempo, y hasta hace poco las listas de las grandes editoriales estaban repletas de título de autores anglo-sajones y franceses».
En este sentido, Bajo considera que el género en la Argentina «llegó muy tarde y casi no tuvimos novela romántica, pero con sólo leer la contratapa de ediciones extranjeras de este género, que se distribuyeron en nuestro país desde finales del siglo XIX, encontramos una larguísima lista de títulos y autores donde, entre algunos varones, sobresalían las mujeres».
Entre ellas recuerda a «Delly, hermana y hermano, franceses de alta cuna, que firmaban con ese seudónimo y las que están cerca de mi edad, recordarán ‘Orietta’, y ‘Amores de príncipes’; Edith M. Hull, con ‘El árabe’ y ‘El Hijo del árabe’; Max Du Veuzit, con ‘La condesita’, ‘Mi prima Yvette’; o Guy de Chantepleure -era mujer y se llamaba Jeanne Caroline Violet Dussap- con una novela inolvidable, ‘Lil, la de los ojos color del tiempo'».
«Entre todas ellas -agrega- hay una inglesa, Florence Barclay, católica y autora de ‘El rosario’, y ‘Las damas blancas de Worcester'».
Pese a esa demora en la irrupción del género con sello nativo, Bajo considera una rareza la presencia a nivel masivo, con enorme éxito, de autoras argentinas e hispano-americanas, que han traspasado la barrera del Atlántico y han llegado a Europa pisando fuerte», como el caso de Florencia Bonelli, a la que considera «el mayor exponte entre otras que llegaron después«.
«Hoy, no es extraño ver el nombre de estas autoras –muchas de ellas jóvenes-, casi todas profesionales y de formación intelectual, codeándose en las solapas de las editoriales con nombres clásicos dentro del género. Por nombrar algunas: Nora Roberts, Laura Kinsale, Danielle Steel, Barbara Delinsky, Rosamond Pilcher, mi preferida», precisa la escritora de 83 años, desde su Córdoba natal.
Por otra parte, en un pantallazo sobre el fenómeno literario a nivel mundial, Bajo señala que «desde hace un tiempo, en Gran Bretaña, se abrió una editorial que las reproduce exactamente, como si fueran primeras ediciones».
En cuanto a los temas que las novelas del género abordan hoy, Suárez señala que las autoras «aspiran a contar historias de traición, de fluidez de género, de lucha contra las enfermedades, contra las dificultades sociales para salir adelante como madre sola, o en entorno difícil».
En este sentido, Viviana Rivero, autora de novela histórica romántica como «Una luz fuerte y brillante», entre otras, explica a Télam que le gusta abordar el tema de «la vocación y el amor en la mujer, porque a la mujer se la ubica como si debiera elegir entre uno u otro, cuando al hombre eso no le sucede nunca».
Al mismo tiempo reivindica este género porque le dio «la posibilidad de hablar de las pioneras: las primeras mujeres que se independizaron y lograron hacer una tarea que solo estaba en manos de los hombres, como trabajar o cuidar sola un hijo, porque la novela histórica permite contar la historia de esa que fue diferente y lo hizo por primera vez».
El tema de la transexualidad fue abordado también por Rivero en libros como «Zafiros en la piel» donde trata 12 historias, cinco de las cuales formarán parte de una miniserie en una coproducción con México, y justamente la historia que más se va a desarrollar es la de la mujer trans.
Sobre cómo influyó la irrupción de la ola feminista en el abordaje de novelas románticas, Rivero sostiene que «como el feminismo defiende nuestros derechos, significa que tenemos derecho a todo, que no nos pueden negar nada, queremos todos nuestros derechos como el de vivir una historia de amor, como mujer».
En este sentido, Bajo considera que «con la independencia económica, la mujer ha quedado mucho mejor posicionada en la sociedad que antes, y esto le permite decidir con más libertad qué hacer con su vida. Es la nueva heroína».
«Desde el principio de los tiempos las parejas se adaptan y sobreviven o desaparecen según el carácter de cada uno de ellos. En todas las épocas ha habido hombres seducidos y llevados hasta el crimen por mujeres que se les imponían por su carácter –la historia nos lo muestra desde la época de los griegos- y otras en que es la mujer la sometida afectivamente», señala.
Por su parte, Suárez cuestiona que se aluda a «novela femenina o novela romántica cuando hablamos de historias de amor, que en su mayoría son leídas por mujeres». Y acota: «Hay algo despectivo -y a mi juicio discriminatorio en este sentido».
«Cuando hablamos de los cuentos y las historias sobre fútbol que hacía Fontanarrosa – a quien no dejo de idolatrar – o Eduardo Sacheri u otros autores, incluidos Bernard Malamud y su novela sobre el béisbol, ¿decimos que son novelas para hombres, historias masculinas que dejan frías a un montón de lectores?» se pregunta.
Por otra parte, considera que «en gran parte de las novelas románticas de hoy, ya no existe el clisé tal como lo conocemos de que los protagonistas terminan juntos y hay amor para siempre y ambos son heterosexuales» y pone el ejemplo del sello Vera Romántica que apunta «a contar historias de mujeres de cierta edad que para realizarse en el amor hoy día necesitan pasar por una serie de experiencias y desilusiones y a veces también la soledad es una opción».
La autora de «En tiempos de Laura Osorio» y de numerosas obras de teatro, cuestiona: «¿Hay alguien en este mundo que piense su vida sin contar nunca con un amor, con un compañere, para compartir la belleza de, al menos, algunos momentos de la vida? Porque si todes en la nueva generación van a separar sexo de amor, amor de crecimiento, hijos de reproducción sexual deseada, como si fuera separar la Iglesia del estado, creo que estamos en problemas».
«Si todes empezamos a pensar que los hijos es mejor encargarlos a un laboratorio que la fricción sexual y amorosa con quien sea, hombre o mujer, amado o amigue, creo que la única ficción posible será la de Aldous Huxley en Un mundo feliz», vaticina Suárez, en tono polémico.
Los interesados en consultar acerca del concurso de la editorial VeRa, pueden hacerlo al link: vreditoras.com.ar/certamen-vera.php.