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6 julio, 2022

Lagercrantz: «El policial es un cuchillo que pone de relieve las heridas de la sociedad»

Por Leila Torres* 
El escritor sueco de policiales David Lagercrantz lanzó su nuevo libro, «Obscuritas», un thriller que aborda la polarización social, el debilitamiento de las democracias, la problemática de los refugiados y la salud mental a partir de la historia de dos protagonistas antagónicos, quienes, en conjunto, tejen una historia que explora la fascinación que genera la oscuridad en la que «no queremos caer y, sin embargo nos atrae», expresa el autor.

David Lagercrantz nació en Solna, Suecia, en 1962 y es autor de las últimas tres novelas que continúan la saga «Millennium» después de la muerte de su creador, Stieg Larsson. El escritor sueco se interesó en el género policial a muy temprana edad cuando era periodista de sucesos criminológicos en un diario. En diálogo con Télam contó que su profesión significaba «una forma de escapismo» porque su padre era un intelectual y él creía que nunca podría igualarlo. «Si intentaba ser exactamente igual a él, iba a ser un fracaso», confió.

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Lagercrantz también es autor de una biografía del futbolista Zlatan Ibrahimović, que es el libro más vendido en la historia de Suecia. Foto: Editorial Planeta.

De esta manera, encontró en el género «una vía de escape» y a la vez un recurso «para describir las emociones humanas, trabajar sentimientos que van desde el odio hasta el amor» y también «un género muy bueno para describir la sociedad en sí».

Su último libro «Obscuritas», publicado por la editorial Planeta, tiene como escenario narrativo el barrio Hasselby, ubicado a las afueras de Estocolmo donde un día se encuentra sin vida el cuerpo de un árbitro de fútbol. A raíz de este crimen arrestan a Giuseppe Costa, padre de uno de los jugadores del último partido en el que ha participado. Aunque el caso parece transparente y resuelto, Costa se niega a admitir el asesinato.

Los personajes antagónicos que articulan la novela son Rekke, un aristócrata bipolar con conexiones con las altas esferas de la sociedad, y Micaela, una hija de inmigrantes chilenos que lleva consigo las heridas de su familia y conoce los barrios humildes de Estocolmo. Detrás de esos personajes tan distintos, se desprenden numerosas reflexiones como las diferencias en las condiciones de vida de la sociedad sueca, el debilitamiento de las democracias y las problemáticas en torno a la situación de los refugiados. El género policial, afirma Lagercrantz, funciona como «una especie de cuchillo que pone de relieve las heridas que caracterizan a la sociedad», marcas que la historia «Obscuritas» deja al descubierto.

P: Una de las conjeturas que despierta el título de «Obscuritas» como policial negro es cómo la oscuridad genera atracción y curiosidad, ¿qué otros significados se desprenden del título?

-David Lagercrantz: La obscuridad, la obscuritas, es algo que atrae a Rekke, el protagonista de la novela pero al mismo tiempo, es algo que lo empuja hacia abajo. Él todo el rato está buscando lo contrario, la claridad. De todas maneras, hay algo fascinante que genera la oscuridad porque genera que no queremos caer y sin embargo, nos atrae.

El escritor naci en Solna Suecia en 1962

El escritor nació en Solna, Suecia, en 1962.

 ¿Qué te interesa del género negro o policial en la literatura? ¿Puede la literatura funcionar como un prisma para pensar lo real?

-D.L.: El género es muy bueno para describir las emociones humanas, puede trabajar emociones que van desde el odio hasta el amor pero también es un género muy bueno para describir la sociedad en sí. Si pensamos en lo que es un crimen, un asesinato, el género puede funcionar como una especie de cuchillo que pone de relieve las heridas que caracterizan a la sociedad. También ayuda a generar entusiasmo, emoción, horror y, si es algo que nos emociona, hace que escuchemos cosas que de otra manera no les prestaríamos atención.

 El policial como una excusa para hablar de temas que en otras ocasiones a lo mejor no nos atreveremos… ¿Cómo surge tu interés por este género?

-D.L.: Cuando era joven fui periodista de policiales en un diario pero para mi era una forma de escapismo porque mi padre era un intelectual que escribía de temas muy complejos y me daba cuenta que no podía ser igual que él, porque iba a ser un fracaso si intentaba ser exactamente igual. Entonces, busqué esta vía de escape y pensaba que, quizás, cuando terminara mi carrera de escritor de novelas de crimen iba a escribir sobre cuestiones bien cultas. Finalmente, la escritura me llevó por otros caminos y ahora quiero hacer ambas cosas: seguir escribiendo, por un lado, novelas de crímenes y al mismo tiempo hacer feliz a mi padre en el cielo y escribir sobre los temas que él escribía.

¿Cuáles fueron los disparadores a la hora de escribir la novela?

-D.L.: Una vez que terminé la serie de Millennium me pregunté «¿Qué hago ahora? ¿Sigo con este género?» y la respuesta evidentemente fue «sí». Mi primer amor literario fue Sherlock Holmes y pensé en su genialidad y la capacidad de ver mucho en los pequeños detalles pero también pensé en lo que no me gusta de Holmes, que es esa arrogancia y esa seguridad con respecto a su propia genialidad. Me pregunté qué pasaba si sustituía esa arrogancia por una especie de duda introspectiva y por más oscuridad y así fue como comenzó este camino.

 En «Obscuritas» los protagonistas son muy opuestos en su personalidad. ¿Qué tensiones genera esta dualidad?

-D.L.: En un primer momento decidí que mi protagonista fuera de clase alta. Y cuando uno es de clase alta puede darse el lujo de tener debilidades, porque tiene una red de contención. Entonces, esto me llevó a pensar en la sociedad sueca, en cómo los ricos se están volviendo cada vez más ricos y empezamos a tener problemas en los suburbios, en los guetos, hay cada vez más inmigrantes. De hecho, hace un tiempo escribí un libro sobre un futbolista, Zlatan Ibrahimovic, que era de la misma zona en Suecia de mi protagonista mujer. Entonces, tenía por un lado a Rekke, de clase alta y quien nunca pudo darse el lujo de ser débil porque su contexto lo obligaba a ser fuerte. Y lo reuní con una protagonista mujer de clase baja y, de esta manera, logré describir un poco la manera en Suecia. Con un personaje débil pero muy inteligente y una protagonista que es una luchadora.

Telam SE

Micaela Vargas es una inmigrante chilena que lleva consigo las heridas de sus padres, ¿en qué sentidos se puede pensar este personaje como una simbología sobre las herencias familiares?

-D.L.: Las heridas que lleva una familia se heredan y las de esta protagonista evidentemente fueron generadas por los crímenes de Pinochet. En Suecia empezamos a acoger refugiados a principios de los 70 y los primeros que llegaron fueron de Latinoamérica, de países como Chile y Argentina. Ellos llevan consigo un gran sufrimiento. Yo conocí a muchos y uno no sabe cuál es el peso de estas heridas pero siente que están ahí. Me interesó mucho contar estas historias que sucedían en los suburbios y quería tener una protagonista mujer de una familia de refugiados porque me parece que es una parte importante de la historia de Suecia y también tengo muchos amigos chilenos, como así del resto de América Latina. Ahora también están llegando refugiados de otras zonas, como de Ucrania…

En cuanto a Hans Rekke, el protagonista masculino, es muy pesimista. ¿Hay una crítica al pesimismo como un aspecto propio de alguna generación en particular?

-D.L.: Es interesante el planteo porque podría ser algo así pero en realidad lo que pasa con Rekke es que es un personaje bipolar y esto genera depresión. También es interesante desde el punto de vista de un detective porque él ve el mundo de manera distinta según cuál sea su estado de ánimo. Puede estar en un estado más bien optimista y ver al mundo como un lugar más bien positivo pero, de un momento a otro, puede estar deprimido y cuando está así, es como si el velo que le cubre los ojos se cayera y empezara a ver otra cosa. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Es realmente Rekke un personaje brillante o es más bien oscuro y loco? Me parece interesante esta idea de poder ver distinto el mundo según cuál sea nuestro estado de ánimo.

«Considero un privilegio haber escrito libros que generaron tanto debate»

David Lagercrantz, el escritor sueco del thriller político «Obscuritas», debió enfrentarse a numerosos prejuicios cuando tomó la decisión en 2015 de continuar la historia de Lisbeth Salander, protagonista de la saga «Millennium», luego del fallecimiento de su creador Stieg Larsson y si bien en un comienzo no estaba seguro de la hazaña por la notoriedad de ese best seller «después de un mes de lanzado primer libro» se dio cuenta que iba «lograr sobrevivir».

En una entrevista con Télam a propósito del lanzamiento de «Obscuritas», el escritor sueco contó que cuando decidió continuar la saga «Millennium» le generaba «pánico» la idea de encontrar su nombre «en todos lados», sobre todo a raíz del enojo inicial que mostraron los lectores cuando aceptó la misión de seguir escribiendo esa exitosa saga policial cuando su creador original ya había muerto. Pero, una vez lanzado el libro, las críticas se disiparon y ahora reconoce «el privilegio» de haber escrito «libros que generaron tanto debate».

 Hay muchos prejuicios en torno al significado de las obras póstumas, ¿cuál es tu postura frente a estos discursos que sostienen, por ejemplo, que continuar una obra es matar al autor?

-D.L.: Hay personajes que merecen seguir viviendo aunque ya no esté su autor, tal es el caso de Salander, la protagonista de «Millennium». Hoy en día es más aceptable tomar un personaje que ya existía y agregarle algo pero me sorprendí cuando se lanzó el primer libro que escribí de esa serie porque sucedió una especie de pánico moral y no estuve seguro si iba a poder sobrevivir, ya que mi nombre empezó a aparecer en todos lados y la gente estaba muy enojada. Empecé a sentir que había sed de sangre, que me querían matar. Fue recién después de un mes de lanzado el primer libro cuando me di cuenta que en realidad iba a lograr sobrevivir. La gente no estaba segura si yo iba a ser el adecuado por mi experiencia y sobre todo en comparación de un escritor como Larsson, un personaje sacrosanto en Suecia.

Pero se hace mucho esto de intentar que los personajes sobrevivan al autor. Estoy completamente a favor de la continuidad de los personajes si son buenos y valen la pena. Es interesante que se generen debates en la literatura y sobre sus límites, lo que se puede hacer y lo que no. Considero un privilegio haber escrito libros que generaron tanto debate, siempre es muy bueno hablar sobre literatura.

 En «Obscuritas» aparece el conflicto de Afganistán y Estados Unidos de fondo, ¿cómo atraviesa este hecho histórico a la novela?

-D.L.: Cuando escribí la serie «Millennium» estábamos hablando de eventos que eran contemporáneos y me di cuenta que uno no entiende del todo los sucesos cuando están ocurriendo al mismo tiempo que uno los escribe. Es mucho mas fácil lograr claridad cuando uno se retrotrae en el tiempo, entonces pensé: ¿qué pasa si vuelvo en el tiempo hasta el momento en que Occidente se empezó a fragmentar, que fue cuando ocurrió la guerra con Irak?.

El punto de inflexión para los Estados Unidos fue cuando empezaron a torturar personas, cuando iniciaron una guerra que desestabilizó a Oriente Medio. Esto causó muchas migraciones y todos los movimientos que vemos ahora: el ascenso de la derecha, el Brexit, el surgimiento de Donald Trump, entre otros procesos. Me pareció que era un buen año para empezar mi novela. En el libro es interesante porque tenemos a un personaje que es experto en tortura y, además, se da cuenta que quienes las perpetuaron no fueron los talibanes sino Estados Unidos.

Mencionaste que te gustaría tratar más la temática de las dictaduras latinoamericanas en tus libros, ¿qué aspectos de estos procesos históricos te conmueven?

-D.L.: Es algo que me interesa mucho pero al mismo tiempo me horroriza. La democracia se está destruyendo desde adentro en todo el mundo y lo vemos en la invasión de Rusia a Ucrania, como en los países de Europa del Este y esto, obviamente, trae oleadas de refugiados que llegan a los países de Europa del Norte.

Nosotros estamos muy felices de acoger a las personas que lo necesitan pero lo que ha ocurrido en los últimos diez años es que no hemos logrado cuidar a estas personas como haría falta. Entonces, lo que se ve es una segregación en los suburbios. Las personas están cada vez más excluidas de la sociedad y esto lleva al delito. Vemos que esto también genera que se polarice la sociedad y que el partido de derecha obtenga mas de un 30 por ciento en las elecciones. Antes, Suecia era el país mas igualitario del mundo pero ahora hay una gran tensión y se puede decir que la sociedad sueca está fragmentada. Como periodista e intelectual, me interesa poder entender estos procesos.

 

*AT