22 agosto, 2023
A más de 20 días de las elecciones provinciales que proclamaron a Ignacio Torres como el próximo gobernador de Chubut, aún no hubo un encuentro con el gobernador Mariano Arcioni para iniciar un proceso ordenado de transición, lo que fue generando intranquilidades públicas.
Por Trivia Demir
La democracia se basa en el principio de la alternancia en el poder, que es algo así como la incertidumbre institucionalizada, como la definió el politólogo Adam Przeworski. Pero el momento por excelencia de esa alternancia, la transición de gobierno, suele ser pasado por alto.
En varios países se regula qué debe ocurrir en ese período de incertidumbre, cuando quien ostenta formalmente el poder posee su menor capital político, y quien fue respaldado por el voto democrático no tiene el poder formal para tomar decisiones.
Entre las democracias que regulan las transiciones, Estados Unidos es el caso emblemático pero también lo hacen Canadá, Australia y Nueva Zelanda, y Brasil, Chile, México y Ecuador en la región, entre otras. Estas regulaciones delimitan cómo se organiza el proceso de transición, cómo se traspasa y resguarda la información estratégica y cómo se asegura la continuidad de la gestión del Estado. También estas reglas limitan el accionar del gobierno saliente que pueda comprometer al entrante: decisiones presupuestarias y de nombramientos, y generan un espacio coordinado de ambos equipos para atravesar esos días clave. En Argentina no hay tal regulación, y mucho menos en las Provincias, y menos que menos en los Municipios.
En Chubut el escenario mete miedo. Luego de un llamado posterior a las elecciones entre Arcioni y Torres, no hubo más comunicaciones ni se estableció un día y lugar para iniciar un diálogo más pragmático entre el gobernador saliente y el entrante. La Casa de Gobierno está ‘cerrada por derribo’ y entre los escombros incendiados yacen muchos de los datos a los que núnca accederá la próxima gestión. Las licitaciones, los nombramientos y los gastos se aceleran mientras el ministro de Economía histórico ya dejó su escritorio y cargo hace una semana, todo en medio de un silencio de radio oficial.
Por supuesto que en estos intensos 20 días se dió una acelerada campaña previa a las PASO nacionales, con definiciones de listas de diputados nacionales por Chubut y hasta legisladores para el Parlasur, donde está apuntado el propio Arcioni. Circunstancias si se quiere complicadas para favorecer un diálogo con el sucesor provincial. Tanto por tratarse de períodos de campaña política poco propensas para una mesa con un ganador de otro sello, como por las circunstancias de inestabilidad de gobierno que puedan comenzar a surgir a partir de un adelantamiento que socavó efectivamente el poder y estalló las internas y las culpas.
Con un Ejecutivo ‘mandato cumplido’ y un oficialismo derrotado, un Legislativo ‘clausurado’ desde hace más de tres meses, y un Judicial expectante, el trípode de conducción es sumamente endeble como para sostener en pie la coyuntura, como para agregarle además una foto de ‘rendimiento’ de cuentas.
De ahí que los tiempos y motivos sean comprensibles, pero el ambiente comenzó a caldearse ante los sintomáticos presuntos ‘beneficiados’ de último momento, que derivó en sospechas de estarse activando una verdaera ‘bomba de deudas’ y de ‘hilos invisibles de manejo’ a cuenta de la próxima gestión.
Para los ‘analistas’ de transiciones, esos ‘repartos’ de último momento serían parte del estatu quo del poder, y habría que contabilizarlos como ‘manotazos de ahogado’ y parte del ‘debe’.
Esas señales magnificadas por datos internos y externos, habrían llevado al gobernador electo a acusar a Arcioni de “boicotear” la transición, afirmando que “no pretendemos cogobernar la provincia”, pero remarcando que sí se debería trasnparentar las decisiones post electorales una vez definido un nuevo titular del Ejecutivo.
El actual senador de Juntos por el Cambio apuntó antes de su viaje a Israel la semana pasada contra la escasa comunicación con el gobernador Arcioni “donde debería estar trabajando para que haya una transición ordenada». dijo. «El nivel de irresponsabilidad y cinismo sorprende, incluso hasta a sus propios ministros, porque está perdiendo la última oportunidad de irse por la puerta grande”, despotricó Torres.
Según Torres una mesa de diálogo permitiría conocer de primera mano los números de la Provincia que va a recibir, además de establecer una serie de acuerdos de medidas que deberían ser evitadas, especialmente aquellas que puedan comprometer el presupuesto del futuro gobierno. Cosas que difícilmente la actual gestión esté dispuesta a hacer, por lo menos en lo inmediato.
Para quienes conocen el temperamento del escribano y su silencioso pero personalísimo modo de ejercer el poder, este tipo de expresiones no ayudan al diálogo y no hacen más que dilatar los tiempos. «Si algo tiene Mariano es que es muy terco y no le gusta que lo ‘apuren'», confesó una calificada y cercana fuente.
Además, desde la lógica del poder, difícilmente acceda a ‘blaquear’ los números reales cuando recién en octubre se define el escenario político macro entre los sectores antagónicos que ambos referentes representan.
La semana pasada, una vez superado el shock mileista en territorio provincial y nacional, Arcioni desarrolló agenda en CABA, impulsando proyectos energéticos que buscaría cimentar antes del final de su gestión, pero sobre todo aprovechando un hueco de agenda para mantener una reunión política con Sergio Massa -su referente partidario- como para tener claro de que manera recalcular los meses que se aproximan, en términos de gestión y de campaña con vista a el complicadísimo turno electoral que depara octubre.
Hubo mesas de diálogo cruzadas -dicen- porque si algo pretendería preservar Massa, más allá del proceso electoral, son los proyectos de fondo, que no dependen tanto del gobierno de turno como de los humores e inversiones externas. El desarrollo energético, petroleo-gas-hidrógeno verde, son juntamente con la deuda externa nacionales y provinciales el combo de fondo. Parte de ello derivó en el viaje del ministro candidato esta semana a EEUU.
En ese marco, el diálogo con Juntos por el Cambio, sobre todo tras el traspié en la interna de Rodríguez Larreta, (el sector más dialoguista con Massa) asomaría como uno de los pasos mas sensatos en el Frente Renovador, dicen los que saben.
Para el ‘caminante de la avenida del medio’, escasamente ‘bancado’ por sus ‘socios’ electorales de Unión por la Patria en esta última derrota, las alianzas no explícitas en pos de sumar votos tendrán que ver con guiños a la izquierda de Grabois, a la derecha de Larreta, y apelando a los 5 a 9 puntos que se espera de diferencia en la participación de la PASO a la general. Todos, sin exclusión.
Según los laboratorios finos, hay 12,7 millones de votos nuevos para conquistar y de allí que el oficialismo considere que la elección de octubre no está definida, sobre todo analizando que hubo unos 700 mil votos de diferencia entre las fuerzas.
El cálculo surge sumando a los que no fueron a votar, a los que votaron en blanco, los casi 300.000 anulados y los 725.000 sufragios que se quedaron sin candidatos, que arrojan casi 13 millones de votos en el aire.
Esas cuentas andan en escritorios y pasillos de los más entusiastas, y tienen claro que gran parte de ese universo ‘desencantado’ no termina de arrojarse a las ‘garras’ del león justiciero, pero guarda extremo recelo con la actual dirigencia, de las que espera señales de reconocimiento y probidad.
De allí que a Massa, un candidato que se pone el traje de ministro de día y trata de domar la terrible coyuntura, y por las noches se viste de candidato y trata de explicar lo que sería un gobierno absolutamente propio, no le cabe un escándalo provinciano que pudiera desmadrar todo su esfuerzo. Por eso, el cónclave Arcioni-Torres surgiría como para calmar ánimos, mas tarde que temprano.
El primer dato de una apertura de diálogo la dió en estos días el ministro de Gobierno, Cristian Ayala quien anticipó que la reunión entre Arcioni y Torres sería inminente, y apeló al respeto de los tiempos institucionales para calmar las ansiedades. Lo mismo hizo la vocera provincial y diputada electa, Vanesa Abril que justificó los apretados tiempos de agenda de ambos referentes y la necesidad de preservar la gestión que continúa hasta el 10 de diciembre.
Por supuesto que nadie cree en definitiva que los inicios de diálogo garantizarán una transición ordenada, y que tampoco blanquearán demasiada información compleja que pueda utilizarse en contra del FR chubutense y de Massa antes de octubre. Pero por lo menos acercará la foto que tanto están esperando algunos, la que la propia Alicia Kirchner ofreció a Claudio Vidal en Santa Cruz y que se enrostran como signo de civilidad política o prenda de paz.
Faltan 60 días para la definición mayor y eso pone nerviosos a todos, considerando que sufrieron en carne propia el shock del ‘fenómeno’ Milei. Para Torres, cuyo referente Rodríguez Larreta quedó fuera de juego tras la interna, y para Arcioni, cuyo líder quedó tercero y sólo. Para Torres, que ganando el territorio provincial perdió en la contienda nacional; y para Arcioni que perdió la provincial y la nacional. Y todo frente a un escenario que en octubre podría ser mucho peor, por no pensar en diciembre.
En fin, todo indica que la dinámica política está sufriendo un ritmo muy superior a los tiempos conocidos.
Como dijera Gournay, «Dejen hacer y dejen pasar, que el mundo va solo».
Habrá que ver…