31 octubre, 2021
El neuquino envió una carta a todo el gabinete donde destruye la “Estrategia de Largo Plazo” realizada por Ambiente por excluir al gas como combustible de transición y pedir que no se construya el nuevo gasoducto de Vaca Muerta.
Por Fernando Heredia
El jueves por la noche, el presidente Alberto Fernández y toda su comitiva partian hacia Europa para participar del G20 y de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) sin tener resuelta la propuesta ambiental que el país se comprometió a presentar.
La denominada “Estrategia de Largo Plazo 2050” es un documento obligatorio que surge del Acuerdo de París, el cual invita a todos los países “a esforzarse por formular y comunicar estrategias a largo plazo para un desarrollo con bajas emisiones de gases de efecto invernadero (GEI)”.
Funciona como una hoja de ruta para trazar líneas de acción y saber cómo se cumplirá la “contribución nacionalmente determinada”, es decir, las metas que sí son legalmente vinculantes y que ya fueron presentadas con un ajuste al alza en abril de este año.
El problema es que el “Gabinete de Cambio Climático”, el ente a cargo de su elaboración que incluye a diferentes áreas del gobierno, no logró ponerse de acuerdo por un tenso enfrentamiento entre Juan Cabandié y Darío Martínez.
El Ministerio de Ambiente redactó un documento con ejes mucho más exigentes a los que se venía negociando entre las distintas áreas del gobierno y planteó un escenario que contempla exclusivamente inversiones en fuentes renovables. De esta manera, excluyó al gas como combustible de transición, un factor clave que el gobierno venía enfatizando en las cumbres climáticas para potenciar el desarrollo de Vaca Muerta con el visto bueno del mundo por la menor emisión de dióxido de carbono del gas respecto a otras fuentes.
Básicamente, la propuesta realizada por Cabandié mediante su secretario de Cambio Climático Rodrigo Tornquist, tira por la borda todos los planes de la Secretaría de Energía, empezando por la principal apuesta de estos momentos como es el gasoducto “Néstor Kirchner”, un caño que ampliaría notablemente la capacidad de evacuación de Vaca Muerta que hoy se encuentra saturada.
De hecho, el documento de Ambiente hace una mención específica a este punto y pide “evitar la expansión de las infraestructuras relacionadas a la explotación, transporte y uso de estos hidrocarburos que impliquen prolongados períodos de repago, ya que podrían resultar en activos varados en el mediano plazo a medida que la transformación del sector avance”.
El secretario de Energía no tardó en responder y envió una carta a todo el gabinete en donde cruza en duros términos al accionar de Cabandié y califica su propuesta como “carente de fundamentos técnico-económicos” que permitan siquiera “tomarla en consideración”.
“El esquema incurre en contradicciones. Si toda la energía incorporada será de origen renovable, entonces no tendría sentido producir hidrógeno lejos de los centros de consumo, generando la necesidad de crear toda una nueva infraestructura de transporte de hidrogeno a través de ductos”, sostiene la carta de Martínez a la que accedió EOL.
El neuquino prosiguió en su análisis que deja en ridículo la propuesta de Ambiente al explicar lo que implicaría quintuplicar la potencia de energía eléctrica instalada solamente con fuentes renovables. “Se necesitarían inversiones que se estiman entre los 250.000 millones y los 300.000 millones de dólares, sin contar las obras de infraestructura que deberían realizarse para poder operar el sistema de manera firme y segura, garantizando el abastecimiento”, dice.
En otro apartado, le recuerda irónicamente al ministro que “recientemente se presentó en la Cámara de Diputados un proyecto para incentivar las inversiones hidrocarburíferas”, en relación al régimen de promoción de nada menos que 20 años. “La estrategia de largo plazo que se nos presenta no contempla el desarrollo hidrocarburífero y del complejo petroquímico en base a gas local. Es más, intenta limitarlo; incluso en contraposición del actual proyecto de ley”, aclara, haciendo más evidente su enojo.
Otro de los puntos que más molestaron al titular de Energía fue la exclusión de represas hidroeléctricas de gran escala -cuando hay un acuerdo prácticamente cerrado con Alemania por la central Chihuido- y la omisión del hidrógeno azul al que Martínez catalogó como “la tecnología más cercana tanto en términos económicos como tecnológicos”.
Fuentes oficiales indicaron a este medio que la sorpresa y el enojo no fue exclusivo de la cartera energética, sino que representa el sentir de la mayoría de las áreas de gobierno que no fueron consultados por Cabandié y que, con esta propuesta, deberían recortar numerosos proyectos cuyo financiamiento incluso está siendo negociado con organismos internacionales de crédito.
“Le das una señal al mundo de poca seriedad. Primero, porque está claro que este escenario es imposible de cumplir. Y segundo, porque veníamos diciendo que íbamos a desarrollar una serie de tecnologías que tenían consenso como el hidrógeno azul, la hidroelectricidad y el gas, y ahora decís que vas a desarrollar otras”, subrayaron.
Luego de la carta de Martínez, se cortó el diálogo entre los funcionarios, aunque deberán ponerse de acuerdo antes del lunes si quieren cumplir con el compromiso asumido de cara a la COP26. Es que, si bien el coordinador técnico del Gabinete de Cambio Climático es Ambiente, se trata de un órgano colegiado presidido por Juan Manzur que saca sus resoluciones por consenso.
Pero más allá de este conflicto puntual, la relación entre Energía y Ambiente acumula varios encontronazos por algunas obstrucciones del ministro a los planes hidrocarburíferos del secretario, como los estudios de impacto ambiental de los proyectos de exploración offshore.
En varios ministerios consideran que Cabandié “vive en un mundo de fantasía” y que no tiene en cuenta la crisis económico-social argentina a la hora de anunciar sus propuestas, algo que Martínez destacó en su carta, con palabras más suaves.
“La propuesta argentina de Estrategia de Largo Plazo también debe considerar la posibilidades y realidades financieras, macroeconómicas, sociales, tecnológicas y productivas que enfrenta nuestro país de manera tal que se garantice una transición justa para todos los sectores y comunidades que intervienen en los circuitos de generación y consumo de energía”, escribió.