El reporte de la UNODOC sostiene que “el número de personas que consume drogas ha aumentado en un 22 % en la última década. Aproximadamente, 275 millones de personas en todo el mundo consumieron drogas en el año anterior, el año de la pandemia de Covid-19, el 2020, lo que supone un aumento de 226 millones con respecto a 2010”.
El exhaustivo informe explica que hay que tomar en cuenta el crecimiento de la población mundial en los últimos diez años. “…el aumento del 22 % en el consumo de estupefacientes, se debió en parte a que la población mundial aumentó en un 10 %”.
Sin embargo, este incremento traerá más estrés a un sistema sanitario totalmente agotado por la crisis del coronavirus que no ha finalizado. Naciones Unidas advierte a los países miembros que “los sistemas de atención de la salud se enfrentan a una tarea cada vez más ardua, ya que se calcula que unos 36 millones de personas sufrían trastornos por consumo de drogas en 2019, cifra que en 2010 era de 27 millones, según las estimaciones correspondientes a ese año. Esto supone un aumento del 0,6 al 0,7 % de la población mundial.
El informe advierte que “si bien el número de personas con trastornos por consumo de drogas ha aumentado, la disponibilidad de intervenciones de tratamiento ha seguido siendo baja. Tan solo una de cada ocho personas que sufrían trastornos por consumo de drogas recibieron ayuda profesional”, antes que comenzara la pandemia por Covid-19. A un año y medio de la crisis sanitaria la situación no ha hecho más que empeorar.
Las consecuencias de la escasez de esos servicios se acusaron sobre todo en los países más pobres. Esto es así, pese a que hay pruebas abrumadoras de que el costo de tratar los trastornos por consumo de drogas es mucho menor que el de dejar sin tratar la drogodependencia.
Otro increíble dato del reporte recientemente publicado y de consulta pública, señala que, “…la superficie mundial dedicada al cultivo de coca disminuye, pero la fabricación de cocaína ha alcanzado cotas sin precedentes”.
El volumen de fabricación mundial de cocaína se duplicó entre 2014 y 2019 hasta alcanzar la cifra estimada de 1.784 toneladas en ese último año, la más elevada que se ha registrado hasta la fecha. En ese mismo período, las incautaciones de cocaína se duplicaron con creces. Investigadores explicaron a NA que cuando aumentan los decomisos de sustancias ilícitas significa que la producción va en aumento por una demanda que también crece.
Si bien, en Argentina, durante la pandemia los decomisos han bajado por las fases de cuarentenas estrictas decretadas por el Poder Ejecutivo, se ha notado un impacto creciente en el consumo de drogas en Europa.
Mientras que el Ministerio de Seguridad de la Nación conducido por Sabina Frederic estableció que en 2020 las fuerzas federales incautaron 2.785 kilos de cocaína, un volumen menor, en torno al 56%, en comparación con el año 2019 el último de la vieja normalidad. En Europa, el análisis de las aguas residuales ha revelado un importante aumento de las cantidades de cocaína consumidas per cápita en pleno aislamiento por Covid. El viejo continente se ha convertido en el segundo mercado mundial para los narcotraficantes.
Con respecto al consumo de marihuana en Argentina, el Jefe de Gabinete de la Nación, Santiago Cafiero, en su informe al Senado Nacional, señaló que las fuerzas federales incautaron 197.901 kilos de marihuana en el territorio nacional. Si bien, se trata de una cifra menor por la pandemia, en 2019 se habían decomisado, 356.737 kilos, registrando un récord en la historia de las incautaciones, las casi 200.000 toneladas descubiertas en operativos, muestran en blanco sobre negro, que el mercado local siguió muy demandante de productos de cannabis. La particularidad de la marihuana es que el 80% de lo que se descubre es para abastecer el mercado local, por lo que, pese a las cuarentenas, las restricciones a la circulación y la crisis económica producida por estas medidas, la demanda de consumo no bajo en Argentina.
Para el psicologo, Juan Alberto Yaría, «...la población que consume marihuana tiene más posibilidades de consumir otras drogas; en este caso, Uruguay, es un «experimento» social interesante, así fue descripto por José «Pepe» Mujica, ya que no sólo aumentó el consumo de marihuana en un 600%, sino el consumo de cocaína y el consumo general de todas las drogas. Además, el efecto del «porro» es mayor que el tabaco. Las farmacias no lo quieren vender, ya que sólo 12 de 1.110 lo hacen. El cerebro no puede resistir pruebas tóxicas y hay una neuro adaptación al uso de drogas que facilita el consumir marihuana. Es un «abre puertas» en los receptores cerebrales a todo tipo de sustancias, como se ve en Uruguay y aquí también. Las drogas vienen «en combo«. La marihuana funcionaría como un «abre-puerta» de los receptores cerebrales», señaló el experto que suele trabajar con casos graves de droga dependencia.
El informe de la UNODOC destaca también que “…el ritmo de crecimiento de la fabricación se ha ralentizado. En 2016, el incremento anual de la fabricación era del 37 %, pero en 2019 era de tan solo del 3,5%. Además, la zona dedicada al cultivo de arbusto de coca se redujo en todo el mundo en un 5% en 2019, lo que obedeció en gran parte a que el cultivo se redujo considerablemente por primera vez en seis años en Colombia”.
Pese a ello, Colombia sigue siendo la principal fuente de abastecimiento mundial de cocaína. La superficie de cultivo se mantuvo estable en el Perú y aumentó en el Estado Plurinacional de Bolivia. La ralentización del ritmo de crecimiento del cultivo llevó a pensar que en los años siguientes se produciría una disminución de la fabricación de cocaína. No obstante, la pandemia de COVID-19 y las consecuencias socioeconómicas conexas podrían agravar la vulnerabilidad de los agricultores y crear incentivos para seguir produciendo hoja de coca.
La miseria producto de la crisis económica que produjeron la pandemia y las cuarentenas en Sudamérica permitirían que numerosos campesinos se lanzaran a plantar hojas de coca y ha desarrollar plantaciones de cannabis.