28 enero, 2021
Un científico británico cree haber desentrañado el origen del famoso «misterio abominable» de Charles Darwin.
El célebre naturalista estaba obsesionado por la cuestión de cómo evolucionaron las primeras plantas con flores, y utilizó esa expresión para referirse a la cuestión pocos años antes de su muerte.
El naturalista descubrió que las flores eran muy recientes en términos evolutivos del planeta, todo un misterio comparado con el modo en que se desarrollaron otras especies.
Como explica el profesor Richard Buggs, Darwin temía que este inexplicable acertijo socavara sus teorías de la evolución de las especies vivas.
Y documentos históricos olvidados muestran que un científico rival, defendía la intervención divina como la única explicación del surgimiento de las plantas con flores.
Esto molestó mucho a Darwin en sus últimos meses, explica Buggs, un biólogo evolutivo de la Universidad Queen Mary de Londres.
«El misterio parece haberse vuelto particularmente abominable para él por el uso altamente publicitado que le daba el botánico del Museo Británico para defender la intervención divina en la historia de la vida», explica.
Darwin acuñó la expresión «misterio abominable» en 1879, en una carta a su mejor amigo, el botánico y explorador Dr. Joseph Hooker.
«El aparente rápido desarrollo de todas las plantas superiores en los últimos tiempos geológicos es un misterio abominable», escribió entonces.
El misterio se centra en el auge de las plantas con flores, o angiospermas, la familia de plantas que producen flores y dan sus semillas en frutos.
Estas constituyen la gran mayoría de todas las plantas vivas conocidas, desde robles hasta flores silvestres y nenúfares.
Las plantas con flores aparecieron en la Tierra relativamente recientemente en una escala de tiempo geológica, luego se diversificaron rápidamente en una explosión de colores y formas.
«En el registro fósil aparecen de forma muy repentina en el Cretácico, fechado hace unos 100 millones de años. No hay nada que se parezca a una angiosperma antes de ellas y luego aparecen de pronto y en una diversidad considerable», destaca Buggs.
Y las preguntas planteadas por la repentina aparición de plantas con flores están en el corazón del abominable misterio de Darwin, explica el profesor de Queen Mary.
«¿Por qué no hay una evolución gradual de las angiospermas? ¿Por qué no podemos ver formas intermedias entre las gimnospermas, como las coníferas, y las plantas con flores? ¿Y por qué, cuando aparecen, ya son tan diversas?», plantea.
Darwin estaba profundamente intrigado por cómo las plantas con flores parecían haber conquistado al mundo en un abrir y cerrar de ojos, mientras que otros grandes grupos, como los mamíferos, evolucionaron gradualmente.
El advenimiento de las plantas con flores sugirió que la evolución podría ser rápida y abrupta, en directa contradicción con un elemento esencial de la selección natural: natura non facit saltum (la naturaleza no da saltos).
Darwin jugueteó con la idea de que las plantas con flores podrían haber evolucionado en una isla o continente aún por descubrir.
En agosto de 1881, pocos meses antes de su muerte, le escribió a Hooker: «Nada es más extraordinario en la historia del Reino Vegetal, me parece, que el desarrollo aparentemente muy repentino o abrupto de las plantas superiores».
«A veces especulo si no existieron en algún lugar durante mucho tiempo, en un continente extremadamente aislado quizás cerca del Polo Sur», confiesa en la carta.
En la biblioteca de los Jardines Botánicos Reales de Kew, el profesor Buggs encontró una reimpresión de una conferencia de 1876 del botánico escocés William Carruthers que da un nuevo contexto para los razonamientos de Darwin.
William Carruthers llegó a convertirse en el encargado de botánica en el Museo Británico y «una figura destacada en ese momento en la paleobotánica», explica Buggs.
En una conferencia ante la Asociación de Geólogos en la biblioteca del University College de Londres, Carruthers destacó los problemas que Darwin tenía con el registro fósil, centrándose en la aparición repentina de plantas con flores.
Sus comentarios fueron publicados en The Times y la prensa científica, lo que provocó un debate público.
«Carruthers estaba utilizando el abominable misterio para lanzar un ataque contra la evolución misma», dice el profesor Buggs.
«En su opinión, Dios había creado las angiospermas en el Cretácico; estas no habían evolucionado», detalla.
«Y para Darwin y sus amigos, esto era un anatema, básicamente, porque [Carruthers] estaba tratando de llevar explicaciones sobrenaturales al registro fósil», explica.
Darwin, sin embargo, tenía un problema: los planteamientos de Carruthers sobre el registro fósil eran en realidad muy difíciles de explicar en términos de evolución, reconoce el profesor Buggs.
Y Buggs piensa que esto es lo que llevó a Darwin a acuñar la frase «un misterio abominable» y exponer su caso en un artículo científico, publicado en el American Journal of Botany.
El misterio era para Darwin lo que el último teorema de Fermat era para el matemático del siglo XVII Pierre de Fermat, añade.
Qué es el último teorema de Fermat y por qué los matemáticos demoraron 3 siglos en resolverlo
«Da una idea de lo que estaba pasando en la mente de Darwin en los últimos años de su vida y le da un romance extra, casi, un poco como el Último Teorema de Fermat: el último misterio de Darwin también ocupa su mente en su meses finales», dice.
En una palabra, no.
Ciento cuarenta años después, el misterio sigue sin resolverse», dice el profesor Buggs.
«Por supuesto, hemos avanzado mucho en nuestra comprensión de la evolución y en nuestro conocimiento del registro fósil, pero este misterio sigue ahí», apunta.
*BBCNM