13 mayo, 2022
La hoja de ruta de Cristina
Por Débora Plager
El modus operandi siempre es el mismo. Primero envían a los voceros no oficiales a mandar mensajes por los medios o a través de Twitter. Cristina Kirchner suele usar a Hebe de Bonafini, Oscar Parrilli o Andrés «Cuervo» Larroque. Alberto Fernández a Luis D’Elía, Aníbal Fernández, o Santiago Cafiero. Luego hablan abiertamente los protagonistas.
Cristina Kirchner lo hizo el viernes pasado en la Universidad del Chaco Austral. En su exposición afirmó que no existía en la coalición de gobierno ninguna disputa de poder.
¿Por qué hizo tal afirmación? Porque según ella misma explicó, el presidente Alberto Fernández carece de poder a disputar.
La Vicepresidenta dijo que si hubiese buscado a alguien con peso político propio, hubiera elegido al líder del Frente Renovador, Sergio Massa, que tiene diputados, intendentes y gobernadores que le responden, o a algún dirigente sindical, como Héctor Daer de la conducción de la CGT, o Emilio Pérsico, de los movimientos sociales. Pero nada de eso sucedió. «Elegí a alguien que no representaba a ninguna fuerza política y además me había criticado», afirmó.
Falto que dijera lo elegí porque no era nadie, un personaje fácil de subordinar, cuya aspiración máxima se reducía a dar clases en la facultad y vivir de prestado en el departamento de un amigo.
Más humillación pública no se consigue.
Alberto Fernández eligió contestarle una vez que la distancia geográfica le permitió tomar coraje.
El globo de ensayo había sido la crítica al ocultamiento de los indicadores de pobreza durante la gestión de Cristina en un acto de trabajadores de la Federación de Sanidad antes de partir rumbo a su gira por Europa.
Luego, en declaraciones al diario El País de España, el Presidente decía: «yo no me enriquecí en el poder, soy el Presidente con menos bienes de la historia, me basta con una casa, una oficina y un auto». Si buscaba irritar a la Vicepresidenta lo conseguiría, sin ninguna duda, aludiendo a sus causas judiciales.
El, que se presumía llegaba al poder para limpiarle el prontuario, no solo no lo había conseguido, sino que se jactaba de ello y recordaba el frondoso prontuario de su vice en una entrevista con el mismo periodista español que había elegido Cristina Kirchner en 2017 para dar una nota desde el Instituto Patria.
El declaracionismo del Presidente por ahora es solo eso, una confrontación discursiva.
A los periodistas nacionales que cubren la gira les da información en off, aludiendo a eventuales decisiones que tomará con los funcionarios que no se subordinen a las políticas fijadas por su ministro de Economía, Martín Guzmán, en materia tarifaria. Se refiere al secretario de Energía, Darío Martínez; al subsecretario, Federico Basualdo, y a Federico Bernal, el titular del Enargas. Por ahora solo dialéctica discursiva. No se ha movido ninguna silla.
Mientras tanto Alberto Fernández sigue blandiendo la bandera de su reelección.
Según analizan tanto en la Casa Rosada como en el Patria el escenario electoral 2023 está para cualquiera.
No es casual que Cristina, luego de su encuentro con Pilar del Río, viuda de Jose Saramago, haya recordado la elección que Nestor Kirchner ganó con el 22% de los votos. En el 2003 se dirimió la interna del peronismo en la elección general con las candidaturas de Carlos Menem, Adolfo Rodríguez Saa y Néstor Kirchner, también compitieron en esa oportunidad Elisa Carrió y Ricardo López Murphy.
Quizás ella vea un escenario de fragmentación política en el 2023 que le permita, aun con un bajo caudal de votos, ser competitiva electoralmente. A ella misma o a quien ella designe.
El Frente de Todos ya se fracturó, Javier Milei crece en las encuestas y Juntos por el Cambio enfrenta sus propios conflictos internos.
En su hoja de ruta figura la idea de alinear salarios, tarifas, precio de los alimentos, y jubilaciones para llegar. Nada distinto del llamado ‘plan platita’. Que nadie se haga la víctima pidió Cristina, acá las únicas víctimas son las que no llegan a fin de mes afirmó.
A ellos les habla, al núcleo duro que quiere retener. El plan ya está en marcha y Alberto Fernández es solo un estorbo.
*EC/ by Débora Plager/ NA