29 agosto, 2022
Están acusados de reducción a la esclavitud o servidumbre, trata de persona con fines de explotación sexual, lavado de dinero, ejercicio ilegal de la medicina y asociación ilícita. La horrorosa historia de la escuela de Yoga trucha.
El juez federal Ariel Lijo ordenó la detención con fines de extradición de seis ciudadanos argentinos que registran domicilio en Estados Unidos en el marco de la investigación por reducción a la servidumbre, estafas y trata de personas de la Escuela de Yoga.
El principal acusado es Juan Percowicz, un hombre de 84 años de edad que ya en la década de los ’90 fue denunciado por delitos similares, pero logró salir absuelto.
La estructura delictiva apunta a la explotación de personas vulnerables, «alumnos» que ingresaron en la Escuela de Yoga Buenos Ares (EYBA) y «pacientes» de la clínica denominada «CMI Abasto»-. Las personas habrían terminado sometidas y esclavizadas incluso sexualmente por dinero, el que se ingresaría al circuito legal mediante inmobiliarias y una escribanía que posee la organización en Argentina, y a distintas fundaciones creadas en los Estados Unidos; generando así un flujo constante de divisas extranjeras.
El magistrado precisó que el pedido de detención internacional de esta semana está vinculado con la investigación por «los delitos de reducción a la esclavitud o servidumbre, trata de persona con fines de explotación sexual, lavado de dinero, ejercicio ilegal de la medicina y asociación ilícita”.
La medida alcanza Verónica Ángela Iacono y Pablo Román Sinigaglia, con domicilio en Nevada; Gabriel Armando Sorkin, en Nueva York –quien “estaría a cargo de dos fundaciones: We are candor y Avanti Wellness-; María Beatriz Bugari, en Chicago; Sonia Marina Brufman, en Nueva York y Gladys Norma Ciuccarelli, sin datos sobre su residencia.
A todos, en distintos roles, se les imputa “haber formado parte de una organización delictiva con rasgos de secta de naturaleza espiritual, denominada Escuela de Yoga Buenos Aires (EYBA) -que operó al menos desde el año 2004 hasta el 12 de agosto de 2022- que se dedicaría a captar personas mediante engaños o que se encuentran en situación de vulnerabilidad para incorporarlos a la organización con el fin de reducirlos a una situación de servidumbre y/o explotación sexual”.
Además, para “construir un culto alrededor de su líder y promover una estructura ilegal de negocios en la República Argentina y en los Estados Unidos de América, que permitiera otorgar apariencia lícita a los fondos obtenidos como producto de sus actividades, con el único fin de enriquecerse y obtener influencias y/o coberturas para sus líderes”.
Juan Percowicz (izquierda), líder de la secta de Villa Crespo, en una imagen de los años 90. (Foto: Gente / Jorge Bosch)
Según el juez, “la organización contaba con una estructura jerárquica y piramidal de la que participaban aproximadamente 179 alumnos, repartidos entre sus diversas sedes ubicadas principalmente en esta ciudad, y en las ciudades de Las Vegas, Chicago y Nueva York, a quienes se le otorgaba un rango”.
“La Escuela de Yoga de Buenos Aires –explicó Lijo en su resolución- proclamaba el impulso de la ‘evolución espiritual’ a través de su filosofía con la meta de lograr la ‘reencarnación eterna’”.
“La decisión final acerca del ascenso de los “alumnos” recaía exclusivamente en Juan Percowicz, quien era el máximo líder” y está actualmente detenido, precisó el magistrado.
Los primeros diez detenidos por presuntos delitos atribuidos a la «Escuela de Yoga» de Villa Crespo se negaron a declarar ante el juez federal Ariel Lijo y pidieron las respectivas excarcelaciones. Todos están acusados, junto a otras nueve mujeres, de integrar una secta de trata de personas que sometía a otras personas a explotación sexual y laboral. De acuerdo a los investigadores, la organización captaba a sus víctimas con promesas de salud y de «felicidad». Todos sus seguidores llegaban a la estrcutura en situación de vulnerabilidad.
El 15 de agosto fueron trasladados estos diez varones a los tribunales de Comodoro Py 2002 para cumplir con el trámite de la indagatoria, en tanto que por la tarde eran conducidas a los tribunales federales de Retiro las mujeres que fueron detenidas durante el fin de semana, quienes también se negaron a declarar y reclaman quedar en libertad, según adelantó el el abogado particular de todos los detenidos, Federico Bossi Ballester.
Los imputados sostienen que esta nueva investigación es similar a la que se desarrolló en los 90 y estuvo a cargo inicialmente del entonces juez Mariano Bergés. En aquel expediente, argumentan, fueron todos sobreseídos pero ahora resultan nuevamente imputados por episodios de la misma naturaleza por los que la Justicia ya se pronunció.
Sin embargo la querella afirma que se trata de una nueva causa con nuevas víctimas, nuevas pruebas y hasta nuevos delitos.
Después de identificar a cada detenido y describirles los hechos que se les imputan, que implican múltiples delitos del Código Penal, desde trata de personas hasta asociación ilícita, pasando por corrupción de menores, reducción a la servidumbre y estafas, el juez Lijo preguntó si iban a prestar declaración. Todos se ampararon en el derecho constitucional de no hacerlo.
Los detenidos fueron apresados en unos 50 allanamientos que se vienen realizando desde los primeros días de este mes como consecuencia de una larga investigación ordenada por Lijo.
Entre los detenidos está Juan Percowicz, un hombre de 84 años de edad que ya había estado vinculado con una investigación similar, dos décadas atrás y por hechos similares.
En los procedimientos, a cargo del Departamento Trata de Personas de la Policía Federal, fueron secuestrados automóviles, computadoras, teléfonos celulares, documentación y otros elementos de contenido sexual.
Además se apuntó a fuertes sumas de dinero que superarían el millón de dólares que la estructura no tendría como explicar fundamentándose en la práctica de yoga.
Tras recopilar información, los investigadores indicaron que la organización captaba a sus víctimas con la promesa de terminar con enfermedades o con adicciones y les ofrecían «el desarrollo de la felicidad». De esa forma, los incorporaban y los reducían a una situación de servidumbre, donde los ofrecían para relaciones sexuales a personas de poder. También realizaban «curas de sueño», realizadas en departamentos de CABA identificados como «clínicas o consultorios», consistentes en «empastillar a los fieles» para dormirlos durante días como forma de castigo.
Las autoridades sostienen que la firma BA Group es «la cara visible» utilizada por una organización criminal trasnacional. El trabajo de la justicia sostuvo que el dinero obtenido de la explotación de las personas -alumnos» de la Escuela de Yoga Buenos Ares (EYBA) y «pacientes» de la clínica denominada «CMI Abasto»-, ingresaría al circuito legal mediante inmobiliarias y una escribanía que posee la organización en Argentina, y a distintas fundaciones creadas en los Estados Unidos; generando así un flujo constante de divisas extranjeras para la organización.
El caso que destapó la trama criminal de la secta de Villa Crespo se remonta al 30 de noviembre de 1993, cuando una joven llamada Valeria Llamas denunció a su padrastro, el abogado Rodolfo Sommariva, por privación ilegítima de su libertad.
La denuncia de Sommariva desencadenó 26 allanamientos y una orden de captura contra cinco de sus directivos -entre ellos Percowicz, que hoy tiene 84 años- por diferentes cargos, algunos similares a los que enfrentan hoy, como la captación de personas bajo la fachada de un centro de yoga con la finalidad de someterlos a explotación sexual y laboral.
La historia protagonizada por Llamas y Sommariva, que destapó aquella primera causa judicial, fue contada inicialmente en una nota del diario La Prensa, publicada el 6 de noviembre de 1994 con la firma de Alejandro Agostinelli.
La crónica retrata una suerte de operativo de “desprogramación” impulsado por Sommariva y Elena -madre de Valeria- para que la joven abandonara la secta. La familia había contratado a una psicóloga que luchaba contra estos grupos desde una asociación con base en la Iglesia Católica. Ante Mariano Bergés, primer juez de la causa, el hombre que había criado a Valeria desde que tenía 4 años declaró que su idea era provocar un shock en la personalidad de la joven, “contrario al que recibió en la Escuela de Yoga”.
De esa reunión participó Martín Sommariva, uno de los hermanos menores de Valeria y en aquel entonces un adolescente. Ante el contacto de TN, Sommariva menciona que no ve a Valeria “hace ocho o nueve años” y asegura que ella “todavía sigue adentro” de la secta.
“El 30 de noviembre de 1993, mi hermana hace la denuncia contra mi papá. Vino la Policía a casa y se llevó todas las cosas de ella. Mi papá, entonces, hizo la denuncia por ‘corrupción de mayores’, que era la figura que se usó en el momento. El juicio duró 11 años y cerró por falta de mérito. No conseguimos demasiado”, señala Sommariva. Y aclara: “Nosotros no tenemos nada que ver con la causa actual. Nos agarró de sorpresa”.
En 1993, diferentes casos vinculados a sectas habían provocado un gran estruendo mediático. Era la época de Valentina de Andrade y el Lineamiento Universal Superior (LUS), y de Los Niños de Dios, acusados de gravísimos delitos y más tarde sobreseídos.
“Entrevisté a Valeria y recuerdo que era una chica madura. Tenía 24 años, pero parecía mayor. Me dio la impresión de que ya había establecido fuertes lazos de amistad en el grupo y estaba muy dolida por la reacción del hombre que la había criado desde que era una nena”, evoca Agostinelli, autor de la nota, en charla con TN.
Y sigue: “Valeria me contó que el padre la encerró en una habitación y le organizó un careo con la psicóloga y el resto de la familia. Y que vivió esa reunión como un ‘tribunal ridículo’ que evaluaba sus decisiones. Me dijo que quedó tan indignada que al otro día, cuando pudo salir de su casa, fue a hacer la denuncia contra su padrastro”, recuerda el periodista, que volvió a publicar aquel artículo en su blog Factor 302.4.
En 1995, el contador Juan Percowicz fue detenido y procesado por estafa, corrupción de menores, de mayores y promoción de la prostitución. El caso fue un escándalo.
A “El maestro” -o “El Ángel”, como se hacía llamar- se le atribuían contactos en las altas esferas de la política nacional y hubo organismos de derechos humanos de los Estados Unidos que reclamaban por su liberación.
“Los seguidores de Percowicz llegaban a las 7.30 de la mañana al Palacio de Tribunales y se paraban en la puerta de mi despacho. Montaban guardias durante horas, tiraban como unos polvillos cuando uno pasaba. Me recusaban todos los días”, recordó Bergés en una entrevista con Clarín durante la última semana.
Una de las líderes de las protestas contra el juez era, precisamente, Valeria Llamas. Una foto de 1994 la muestra en primera fila con una bandera: “Bergés, respondé a las acusaciones que te hace Human Rights Watch”.
“Es de locos, no lo puedo creer. Son las mismas personas que investigamos hace 30 años”, remarcó el juez, que abandonó la causa en octubre de 1995 en medio de denuncias de presiones y amenazas.
El expediente cayó primero en manos de Roberto Murature y, luego, de Julio Corvalán de la Colina. Nunca hubo avances significativos. La Justicia finalmente declaró la falta de mérito para procesar o sobreseer a los imputados por los delitos de estafa, hurto y abuso de mayores por los que fueron investigados, aunque la causa por reducción a la servidumbre sigue abierta.
La investigación actual contra la secta de Villa Crespo está a cargo del juez federal Ariel Lijo, que ordenó 50 allanamientos y la detención de 24 personas, y esta semana ordenó además la detención y extradición de seis argentinos que viven en EEUU
La Justicia tendrá una nueva oportunidad -tal vez la última- para resolver si Percowicz es culpable o inocente.