23 enero, 2023
La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) comienzan las deliberaciones, pero con Estados Unidos y China sentados a la mesa
“Xi Jinping no estará de cuerpo presente pero se dirigirá a los mandatarios y representantes de gobierno, reunidos en Buenos Aires por la VII Cumbre de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), a través de un vídeo que representará uno de los momentos más importantes de la cumbre por la puja que existe en la región por la influencia que está llevando adelante su gobierno”, aseguró un funcionario de Cancillería que trabajó en la traducción del mensaje grabado.
Lo escuchará el senador demócrata Chris Dodd, enviado y asesor para las Américas del Presidente estadounidense Joseph Biden, cuya presencia en Buenos Aires resalta la importancia de la Cumbre de la CELAC, que posiciona al organismo multilateral, como uno de los foros de referencia en la gobernanza mundial.
Y, para que esto suceda, mucho tuvo que ver Luis Inácio Lula Da Silva que está decidido a posicionar a su país en el contexto internacional a diferencia de la administración de Jair Bolsonaro, mucho más selectiva a la hora de los contactos internacionales y que había retirado a su país de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
En ese sentido, la CELAC, creada en 2010, gana más protagonismo que la Organización de Estados Américanos (OEA), fundada en 1948 o que la UNASUR, que no incluye a México y que en las últimas horas, los gobiernos de Argentina y Brasil han decidido volver a impulsar. Y, la influencia de la CELAC frente a la OEA parece ser mayor por las denuncias de varias administraciones al sur del río Bravo acerca del compromiso de sus decisiones con las políticas emanadas desde Washington.
Sin embargo, ese no es el problema principal para los foros que de alguna manera compiten con la CELAC. El tema principal es la influencia de China en la región y los ánimos encrespados de muchos dirigentes y militares estadounidenses que observan como pierden influencia en su “patio trasero”, cuestión que no sucedía desde 1968 en adelante, durante la denominada “guerra fría”, entre la desaparecida Unión Soviética y los países que integraban la OTAN.
A la presencia en Buenos Aires del senador Dodd hay que sumarle las recientes declaraciones de la Jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, General Laura Richardson, que, en una emisión periodística televisiva, puso en blanco sobre negro, la preocupación por la influencia de China y Rusia en la región.
Para la militar, China es un “actor estatal maligno” con el que “estamos en una competencia estratégica en el Hemisferio Occidental”.
“Ver la invasión y los tentáculos de la República Popular China en los países del Hemisferio Occidental tan cerca de Estados Unidos me preocupa mucho”, señaló.
Un año antes, ya había explicado de maneraa explícita las preocupaciones estadounidenses.
En Sudamérica, China está jugando ajedrez y Rusia está jugando damas. Acciones multifacéticas combinadas están desestabilizando a la región, empoderando el autoritarismo y socavando los principios democráticos”, dijo Richardson en la Conferencia Sudamericana de Defensa 2022 que tuvo lugar en Quito, Ecuador.
Sin embargo, las cuestiones económicas son las que más preocupan a los norteamericanos pero, también, a los gobiernos latinoamericanos.
En Casa Rosada, nuevos asesores presidenciales afirman en voz baja, “los chinos vienen con inversiones, yuanes y créditos a Latinoamérica, cuyos gobiernos tienen muchas demandas sociales insatisfechas que disparan inestabilidad política. Sólo hay que mirar lo que sucede en Perú y en Brasil a pesar de la figura emblemática de Lula Da Silva”, una afirmación que se comprueba en el hecho que 21 de los 31 países de la región se han adherido a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, también conocida como la Nueva Ruta de la Seda, una estrategia de desarrollo de infraestructura global lanzada por Pekín.
A través de esta herramienta el gobierno comunista de China invierte en infraestructuras críticas para las relaciones internacionales, como puertos de aguas profundas, el espacio o las telecomunicaciones, con las redes 5G y la multinacional Huawei.
Por último, pero no menos importante, además de la guerra en Ucrania se está librando otra guerra, más secreta y menos ruidosa, que se ha denominado “chip war” o la “guerra por los chips”. A la que pronto se le sumará una batalla por las baterías.
Los microchips de silicio se están convirtiendo en el nuevo petróleo, un recurso del que depende todo el mundo, virtualmente todo, desde misiles hasta teléfonos inteligentes, trabajan con chips y hay escasez de estos componentes tecnológicos.
Las baterías que son utilizadas en vehículos eléctricos, celulares, tablets, computadoras portátiles, están hechas a base de litio. El potencial económico del mineral, cuyas mayores reservas se encuentran en Bolivia, Chile y Argentina, es tan grande que hay analistas financieros que prevén que su precio se disparará en breve por las tensiones existentes entre las grandes potencias por asegurarse su abastecimiento.
Para la diplomacia estadounidense los mercados de recursos naturales y energéticos que abundan en el hemisferio deben “cuidarse”.
La generala Laura Richardson consideró que, en la industria del litio, “las agresividades, influencia y coerción de China son un hecho”, por lo que es importante para Estados Unidos conocer qué está pasando en el ámbito y cómo pueden “ayudar a boxear a nuestros adversarios y competidores”. Para los asesores de la administración de Joe Biden, la región “es importante con todos sus ricos recursos y elementos de tierras raras”, mencionando no solo el triángulo del litio sino también “la posesión de las reservas de petróleo más grandes en Venezuela, junto al cobre y al oro, los pulmones amazónicos del mundo, el 30 por ciento del agua dulce del mundo”, entre otros.
El senador Dodd, presente en la actual cumbre de la CELAC, sabe que en este contexto comercial, China es el principal beneficiario cuestión que su gobierno no está dispuesto a tolerar más.
*NA/ by Antonio D’Eramo