21 julio, 2024
Libertadura: de la promesa de Libertad al riesgo del autoritarismo
Por Ricardo Raúl Benedetti/CPA
El término «libertadura» sintetiza una construcción conceptual que amalgama ideas en principio contradictorias. Al descubrir este neologismo, me sorprendieron las derivaciones contrastables con la realidad, y que sirven para describir regímenes que bajo el manto de la libertad, imponen un control de tendencia totalitaria.
El actual gobierno de Milei se proclamó en campaña «libertario», y en la práctica refuta su relato de Libertad al sometimiento idólatra de su persona.
A diferencia de aquellos que lo analizan psicológicamente al afirmar que padece el síndrome de Hubris (Trastorno que se caracteriza por generar un ego desmedido y desprecio por las opiniones y necesidades de los demás), en las próximas líneas intentaré mostrar en base a sólidos argumentos, a una persona que maneja el poder en oposición a la Libertad que profesa.
La exigencia de lealtad incondicional a Milei, quedó tácitamente captada en boca de su vocero Manuel Adorni, cuando planteó el anhelo de construir un nuevo periodismo acreditado en Casa Rosada: “Que merezcan estar cerca del Presidente”.
Es ampliamente conocido el encono de Milei hacia las opiniones críticas que recibe en particular de la prensa, con la que no mide su fuerza en las agresiones que le propina y por elevación directa, daña la Libertad de Expresión. No guardó reparos en los ataques a Jorge Lanata, Jorge Fontevecchia, Alejandro Borensztein, María Laura Santillán, Jorge Fernández Díaz, Silvia Mercado, María O’Donnell, Luisa Corradini y Marcelo Longobardi entre otros.
El «merecer estar cerca del líder» refleja la idea de que solo ciertos individuos, considerados especiales o altamente leales, son dignos de proximidad y favor del líder carismático. Esta cercanía no solo es un signo de estatus, sino también un mecanismo de control y legitimación del poder del líder. Queda claro que en el caso del periodismo tan sólo aquellos que demuestren militancia acorde a sus ideas, cuentan con el beneplácito de su cercanía, y los más próximos el beneficio de encuentros presenciales y cenas privadas en la residencia de Olivos.
Este fenómeno puede acercarse a un estilo de mesianismo, donde el líder es visto como una figura salvadora o redentora, casi divinizada, y sus seguidores más cercanos son los apóstoles que propagan su doctrina y protegen su autoridad.
De aquí nace la tremenda influencia que algunos tuiteros tienen por ejemplo, al pedir cambios en el gabinete o «despedir» a miembros del gobierno, exponiendo a los funcionarios que se atrevieron a opinar distinto al líder.
Como en cualquier construcción de escenario político, éste también requiere de “excepciones a la regla” para que la confirmen. Es así que al relato oficial, le resulta funcional sostener figuras como la del periodista crítico Fabián Waldman, que según las palabras del propio presidente al saludarlo en la sala de conferencia de prensa como “Señor domado”, denotan una aparente y graciosa tolerancia a la crítica, tolerancia que no estuvo presente con Silvia Mercado hasta que tuvo que restituirle su acreditación de prensa en La Rosada, producto de múltiples presiones públicas y privadas y para que no se le venga en contra el “Principio de revelación” y exponerse como censurador de la libertad de expresión, principio éste tan utilizado por Milei para desnudar supuestas verdades reveladas.
Max Weber (21/04/1864 – 14/06/1920), sociólogo y economista alemán, es fundamental para entender el concepto de liderazgo carismático. En su obra «Economía y sociedad», describe el carisma como una cualidad casi sobrenatural atribuida a una persona, considerada excepcional y tratada como una figura salvadora. La cercanía al líder carismático se convierte en un privilegio reservado para aquellos considerados dignos de recibir y propagar su misión. Estos individuos se convierten en los discípulos del líder, encargados de mantener y difundir su carisma. Sobran ejemplos de publicaciones en redes sociales que estimulan esta idolatría pagana hacia Javier Milei.
Emile Durkheim (15/04/1858 – 15/11/1917), sociólogo francés, en su análisis de la religión y la sociedad, sostiene que la sacralización de ciertas figuras es fundamental para la cohesión social. En este contexto, el líder carismático puede ser visto como una figura sagrada, cuya cercanía es un signo de mérito y pureza. Los seguidores más cercanos al líder actúan como los guardianes de su santidad y los intermediarios entre él y el resto de la sociedad. Muy afín esta descripción a la tan utilizada mención de “Las fuerzas del Cielo” que utilizan los fanáticos del gobierno para consagrar el poder que sostienen.
Carl Schmitt (11/07/1888 – 7/04/1985), filósofo alemán y teórico político en su obra «Teología política», aborda el concepto de soberanía y la excepcionalidad del líder. Schmitt argumenta que en tiempos de crisis, el líder carismático es visto como el salvador que tiene la capacidad de tomar decisiones extraordinarias. Aquellos que están cerca del líder se perciben como sus elegidos, los únicos capaces de comprender y ejecutar su visión mesiánica. De más está decir que el factor determinante de la victoria electoral de Milei en el ballotage del 19 de Noviembre de 2023, fue el hartazgo social y justamente la crisis que devino del populismo kirchnerista representado en Sergio Massa, y que volcó a votar en esa oportunidad a un importante sector del electorado para otorgarle el triunfo a Milei.
Sin intención de caer en comparaciones tediosas o chicanas políticas, la humanidad ha presenciado líderes mesiánicos en tiempos de crisis. Hitler fue visto como un salvador divino de Alemania, con sus cercanos como Himmler y Goebbels actuando como apóstoles, reforzados por la propaganda nazi. Stalin se presentaba como el protector de la Unión Soviética, con Molotov y Beria como sus fieles discípulos, apoyados por la propaganda soviética. Mao Zedong, durante la Revolución Cultural China, fue venerado como un líder divino, con la «Banda de los Cuatro» y su esposa Jiang Qing como sus apóstoles, simbolizando pureza ideológica y dedicación a la revolución.
Es en estas reflexiones que podemos entender con facilidad que, el «merecimiento de estar cerca del líder» en un régimen carismático y con tendencia autoritaria, puede fácilmente derivar en una forma de mesianismo.
Esta cercanía no solo refuerza el poder del líder, sino que también sacraliza su figura y legitima el control autoritario sobre la sociedad. Los ejemplos históricos de Hitler, Stalin y Mao ilustran cómo la proximidad al líder carismático puede convertirse en una cuestión de mérito casi religioso, sostenidos por “Las Fuerzas Del Cielo”, donde los seguidores más cercanos actúan como guardianes y propagadores de su misión mesiánica.
Este fenómeno subraya el peligro de que la concentración del poder en torno a un líder carismático pueda derivar en un autoritarismo que se autolegitima a través de la sacralización del liderazgo, y la exclusividad de la cercanía a él.
Como ejemplo de la deliberada construcción fanática de este “Evangelizador de masas”, recordemos las palabras grandilocuentes de Adorni en la presentación del último libro de Milei: “Capitalismo, socialismo y la trampa neoclásica” al anunciarlo: “Economista, experto en crecimiento económico de los países con o sin dinero (¿?), el máximo exponente de la libertad en el mundo pese a quien le pese, el presidente con mejor imagen del continente, el aniquilador de déficit fiscal, el exterminador de curros y de operetas, el presidente más votado de la historia argentina con ustedes señores, Javier Gerardo Milei”.
En este contexto, la característica primordial de la Libertadura es la demanda de lealtad absoluta al presidente, donde el líder es visto como infalible y sus seguidores deben mostrar una devoción incuestionable.
Es por esto que no nos sorprende aunque si nos indigna a quienes seguimos sosteniendo valores republicanos inclaudicables, la convivencia de miembros del gabinete con banderas que sostuvieron en alto en el pasado y ahora las bajan con otros miembros de esa «corte» que sostienen creencias contrarias, como la lucha contra los “empresarios del poder” en contraste por ejemplo con el regímen privilegiado para empresas afincadas en Tierra Del Fuego y relacionado con la familia del ministro Caputo; la postulación de Ariel Lijo a la Corte Suprema reconocido como miembro de la casta judicial con numerosas denuncias de corrupción en su contra o peor aún, el magnicidio del Fiscal Nisman y la persecución de Justicia, contra la postura del actual ministro Cúneo Libarona sobre la muerte del fiscal, que todavía afirma que se suicidó.
El carisma se convierte en un mecanismo de control que, en este caso, deriva en una forma de autoridad totalitaria disfrazada de libertarismo. Este culto al líder presenta el peligro de desviar un régimen que prometió libertad hacia un autoritarismo centrado en la figura presidencial.
A tal punto resulta esto que declaraciones del pasado pueden transformarse en lo opuesto si es que la coyuntura así lo exige. Pasamos de “El peso no puede valer ni excremento” y “Vamos a dolarizar la economía” a, “La gente va a tener que vender dólares para pagar impuestos y el peso va a ser la moneda fuerte”, sin pestañear ni enredarse en innecesarias explicaciones.
Atacar y amenazar a disidentes y utilizar tanto los medios de comunicación tradicionales como así también a las redes sociales, se la percibe como “Estrategia de construcción de la verdad”, comandada por el círculo áulico del presidente.
Este gobierno ataca ferozmente a cualquiera que se atreva a pensar distinto aunque sea en aspectos menores.
Ya no resulta necesaria la organizacion de eventos en plazas públicas para que niños escupan a fotos de periodistas independientes y políticos críticos, como hizo el kirchnerismo. Basta un sólo tuit presidencial o de alguno de sus lugartenientes para que te aniquilen en redes sociales como en X, la ex Twitter.
“Viejos meados, periodistas ensobrados, ignorantes zurdos de mierda y asesinos terroristas” son tan sólo algunas de las descalificaciones que el presidente y sus súbditos nos tienen a todos acostumbrados.
Hannah Arendt, filósofa e historiadora (14/10/1906 – 04/12/1975) en su obra «Los orígenes del totalitarismo», describe cómo los regímenes totalitarios necesitan un enemigo constante para justificar su existencia y consolidar su poder. La disidencia, por tanto, se convierte en una amenaza a la narrativa de infalibilidad del líder y del régimen, lo cual explica la necesidad de ataques severos y constantes contra los opositores. Este fenómeno es un claro indicador del riesgo de que un régimen libertario derive en prácticas autoritarias.
La manipulación de los medios y el uso estratégico de redes sociales para desacreditar a oponentes es una táctica común en libertaduras.
El lingüista estadounidense Noam Chomsky, en su teoría sobre la «Manufactura del Consentimiento», argumenta que los medios de comunicación pueden ser instrumentalizados para servir los intereses del poder, creando una narrativa que legitima al régimen y demoniza a los críticos. Este fenómeno se amplifica en la era digital con el uso de «trolls» organizados, que actúan como extensiones del aparato de propaganda gubernamental. Esta manipulación mediática intensifica el riesgo de que la promesa de libertad se transforme en un mecanismo de opresión.
Milton Friedman, economista, estadístico y académico estadounidense (31/07/1912 – 16/11/2006), conocido por su defensa de la libertad económica y su crítica al intervencionismo estatal, también advirtió sobre los peligros del poder concentrado. En su obra «Capitalism and Freedom», Friedman sostiene que «la concentración de poder es peligrosa independientemente de quién la ejerza». Esto puede interpretarse como una crítica implícita a cualquier forma de gobierno que, bajo la apariencia de promover la libertad como es el caso del actual gobierno de Milei, centraliza el poder de manera autoritaria, aumentando el riesgo de evolucionar hacia un tipo de autoritarismo.
Murray Rothbard (2/03/1926 – 7/01/1995), un destacado exponente del anarcocapitalismo, argumenta en «For a New Liberty: The Libertarian Manifesto» que cualquier concentración de poder estatal es intrínsecamente peligrosa y tiende hacia el totalitarismo. Rothbard advierte que «el Estado es el enemigo de la libertad», sugiriendo que incluso los gobiernos que se autodenominan libertarios pueden caer en prácticas totalitarias si no se limitan estrictamente sus poderes. Este argumento refuerza la idea de que un régimen libertario como se autodenomina el actual gobierno argentino, puede evolucionar peligrosamente hacia el autoritarismo.
¿Qué pensarían estos intelectuales del intento de Milei en obtener superpoderes estatales por varios años como lo exigió en el proyecto original de la Ley Bases? Dudo que fueran aprobatorias de esa intención original del Presidente.
Aunque Robert Lucas (15/09/1937 – 15/05/2023) es más conocido por sus contribuciones a la economía y la teoría de las expectativas racionales, su énfasis en la importancia de las instituciones económicas y políticas para el funcionamiento eficiente de los mercados puede ser interpretado como una advertencia contra la concentración del poder. Lucas ha enfatizado que «las políticas económicas deben ser diseñadas para funcionar dentro de un marco institucional que limite el poder del gobierno». Sin estas limitaciones, el riesgo de autoritarismo se incrementa.
Estos conceptos chocan en la práctica del actual gobierno de Milei, por la carencia de respeto institucional a la independencia del Banco Central presidido por Santiago Bausili, que coordina su gestión de acuerdo a las indicaciones que le refiere el ministro de Economía Luis Caputo.
Friedman, como un defensor del libre mercado y la libertad individual, creía que nadie tiene el conocimiento suficiente para planificar y controlar la economía de manera centralizada sin causar daño. Su famosa cita «La sociedad que pone la igualdad por encima de la libertad no tendrá ni igualdad ni libertad» subraya su desconfianza en aquellos que creen tener la sabiduría para controlar los resultados económicos.
Rothbard, influyente economista de la escuela austríaca y defensor del anarcocapitalismo, veía a la soberbia, especialmente en el contexto de la intervención del estado en la economía y la vida personal, como una de las mayores amenazas a la libertad. Él argumentaba que los individuos deberían ser libres de tomar sus propias decisiones sin la interferencia de un estado que presume saber lo que es mejor para ellos.
¿Qué opinión hubieran tenido estos pensadores liberales sobre la autopostulación de Milei al Premio Nobel de Economía? Milton Friedman y Robert Lucas fueron ganadores de este importante reconocimiento, éste último fue sorprendido al recibirlo, no se lo esperaba. De todas maneras no sabremos nunca su respuesta, aunque vale recordar el adagio que se le atribuye a Murray como «Ley de Rothbard y que le cabe muy bien a quienes se exceden en arrogancia: Cada uno se especializa en lo que es peor«
Una característica crucial de las libertaduras es el control sobre el sistema judicial. Autores liberales libertarios como Friedrich Hayek y Robert Nozick han advertido sobre los peligros de la concentración de poder, incluido el judicial, en manos del Estado. Hayek, en «Los fundamentos de la libertad», enfatiza la importancia de un sistema judicial independiente como garantía contra el abuso de poder. Nozick, en «Anarquía, Estado y Utopía», argumenta que la justicia debe estar descentralizada y fuera del control directo del gobierno para evitar el despotismo.
Es así que le encontramos lógica a la empecinada estrategia del gobierno en la postulación de Ariel Lijo y Manuel García Mansilla de formar parte de la Corte Suprema, teniendo como contrapartida el rechazo de prestigiosos exponentes del ámbito político y judicial a esta petición, argumentando al menos 7 motivos suficientes para impugnarlos:
Si su único mérito para integrar la Corte es su trayectoria judicial, su candidatura es inaceptable, ya que es estadísticamente el juez más ineficaz de todo “Comodoro Py”.
También es el juez con mayores demoras en causa de corrupción de todo ese fuero.
Cuenta con denuncias penales y por mal desempeño en su contra que son impropias de un candidato a la Corte Suprema, quien debería estar libre de cualquier sospecha.
No cuenta con otros antecedentes profesionales o académicos que lo hagan merecedor de llegar a la Corte.
Se ha expresado públicamente en contra del modelo constitucional de juzgamiento penal.
Sus posiciones sobre la jerarquía de los tratados internacionales de derechos humanos y sobre los derechos sexuales y reproductivos podrían afectar la responsabilidad internacional del Estado.
Sobre la potencial composición del tribunal:
En caso de que Lijo y García-Mansilla sean designados, la Corte Suprema carecería de la diversidad y pluralidad necesarias en una sociedad democrática.
George Orwell en su distópica novela «1984», describe un estado totalitario donde la propaganda y la persecución de la disidencia son esenciales para mantener el control. Aunque escrito en otro contexto, las ideas de Orwell sobre la manipulación de la verdad y la vigilancia constante resuenan en el análisis de una libertadura moderna, donde la figura del «Gran Hermano» se reencarna en un presidente carismático e infalible con sus ejércitos de trolls y periodistas afines, subrayando el peligro de que la promesa de libertad se convierta en opresión autoritaria.
Michel Foucault y su concepto de «biopolítica» y «poder disciplinario», ofrece una perspectiva relevante para entender cómo los gobiernos libertarios totalitarios regulan no solo las acciones, sino también las mentes y cuerpos de los individuos. En este aspecto es evidente la nueva grieta que sistemáticamente el gobierno aspira en instalar: “Mileismo versus anti mileismo”, como parte del objetivo principal en desarmar cualquier intento de oposición que le dispute el poder.
La libertad en estos regímenes se convierte en una fachada para prácticas de control y disciplina extremadamente restrictivas, evidenciando el riesgo de arribar a un autoritarismo libertario.
Jürgen Habermas en su teoría de la «acción comunicativa», enfatiza la importancia del diálogo y el consenso en una sociedad democrática. El ataque sistemático a la disidencia y la manipulación mediática en una libertadura socavan estos principios, impidiendo el desarrollo de un espacio público donde las ideas puedan ser discutidas libremente y se pueda llegar a un entendimiento mutuo.
Este deterioro del diálogo democrático que el gobierno profundiza en el nuevo relato “mileismo versus anti mileismo”, es una señal alarmante del riesgo de autoritarismo.
Es entonces que no llama la atención la frase que utilizó la actual ministra de Seguridad Patricia Bullrich y que podemos ubicar en línea con lo expuesto: “Ser oposición es estar del lado del kirchnerismo” o dicho desde la lógica del relato oficial: “Quien no esté conmigo y con Milei, está en contra de mí y de Milei”.
La «Libertadura» del gobierno de Milei representa una contradicción intrínseca donde la retórica de la libertad se utiliza para justificar prácticas autoritarias y totalitarias.
Este análisis ha explorado cómo la incondicionalidad al presidente, el ataque a la disidencia en la instrumentalización de medios y redes sociales, la construcción de nuevos relatos y la búsqueda imperiosa de controlar la Justicia, forman parte de esta dinámica, respaldada como pudimos apreciar, por teorías y opiniones de destacados expertos en el campo de las ciencias políticas y sociales.
Además, los postulados de pensadores libertarios y liberales como Milton Friedman, Murray Rothbard y Robert Lucas proporcionan una crítica a la concentración de poder y la potencial deriva totalitaria que el gobierno de Javier Milei puede incurrir, incluso en aquellos contextos en el que proclaman a viva voz, la trillada mención del mantra presidencial: “Viva La libertad Carajo”.
Comprender estos mecanismos es crucial para identificar y resistir las formas contemporáneas de opresión que se esconden bajo la apariencia de libertarismo, y para mitigar el riesgo de que la promesa de libertad, se transforme en una nueva forma de autoritarismo, devenido a un supuesto elegido de “Las Fuerzas Del Cielo”.
Espero que Dios nos salve de esta nueva frustración nacional.
*Socio del CPA