18 julio, 2021
Por Ignacio Zuleta
Horas de descuento. El 24 se cierran las listas de candidatos y se multiplican los cálculos para saber quiénes pueden “entrar”. Buscan evitar un Santilli vs. Manes, pero nadie quiere ser el tercero del otro. Entusiasmo radical en la provincia de Buenos Aires. Pichetto se bajó de las listas, pero no de la pelea. Macri de reuniones en Madrid, sin compañía de la embajada.
De acá al cierre de las listas de candidatos -el próximo sábado 24 de julio – los gabinetes, comandos, peñas, tertulias, despachos y catacumbas de la política – se desvelan en el cálculo de cómo quedará cada candidato en la mezcladora final a la que los somete el sistema de internas estatizadas que son las PASO.
Además, ya no hay quien las explique, porque se murió Jorge Landau, creador del sistema electoral tal cual lo conocemos. Apoderadísimo del peronismo, actuaba de facto como el consultor de todos los partidos. Más que un dirigente, una política de estado. Amparó el proyecto de su partido para que fuera a las elecciones presidenciales de 2003 en tres fórmulas. Y se ocupó de que la justicia lo avalase. Apadrinó también, sin mucha convicción, las candidaturas testimoniales del PJ en Buenos Aires que en 2009 sepultaron en la derrota a Néstor, Sergio y Daniel; tres al hilo, diría De Narváez. Fue informante en Diputados del proyecto de las PASO en 2010, pergeño de Kirchner para vengarse de la traición de los compañeros que lo hicieron perder y le amargaron sus últimos días. Ahora no hay nadie que explique ese enjambre que son las PASO.
La muerte de Landau es, seguramente, la antesala de la derogación de la norma. Será porque nadie las podrá explicar sin el concurso de este melómano, infaltable en el Colón, a quien despidieron todos como al hombre de Estado que era. Se preguntaban muchos ¿dónde está el PJ? Y palmeaba sonriendo sobre su Ipad. Lo tengo acá, acá, acá. Hábil como pocos, se le atribuía un lema profesional, inscripto en una placa de su oficina de la calle Combate de los Pozos: «Los temas difíciles e imposibles los despacho en el día; para los milagros, necesito un par de días». ¿Milagros? Los hizo bonaerenses a Daniel Scioli en 2007 y a Maxi Kirchner este año. Se fue otro partero de la historia.
La decisión de Pichetto de arrimarse al Pro a través del apoyo a la candidatura de Santilli adelanta varias casillas hacia 2023. Expresa la idea de que si hay un flanco abierto para la ampliación de ese partido, que sostiene hoy una candidatura presidencial de Horacio Rodríguez Larreta, es hacia el peronismo y no hacia los otros socios, el radicalismo y la Coalición. También un saldo estratégico que puede alumbrarse en los días que quedan hasta el cierre de listas: que haya unidad en la oposición en Buenos Aires.
En el gobierno hay cola para decir que no a las candidaturas. En la oposición se arma la cola para entrar. Un signo de estos tiempos. Guste a quien le guste, o no. Con tantos competidores, ¿quién se arriesga a una elección que puede dejar heridos vengativos, como los hubo en el peronismo de 2015 después de la puja Julián – Aníbal? Pichetto insiste en que hay que evitar ir a una elección Santilli vs. Manes. Les llegan pronósticos de los cuarteles de los radicales de la provincia. Se entusiasman allí con la idea de que la fuerza que tienen ellos en el interior de la provincia pueden mejorar la representación respecto de los legisladores del PRO en el distrito. Las secciones electorales – los ha convencido Emilio Monzó – se dibujaron para sobre representar a los conservadores en el interior de la provincia. Allí es fuerte el tándem Abad-Manes.
En la mejor hipótesis del anti larretismo, en diputados nacionales los radicales pueden mejorar de 3 a 8, y el PRO bajar de 9 a 5. La Coalición puede mantenerse en 3. En diputados provinciales los radicales pueden duplicar de 10 a 20, a costa de una baja de los del PRO de 25 a 12. Especulaciones amenazantes. ¿Para qué arriesgar el pellejo en un sorteo si se puede ir a una licitación, como en los planes de auto ahorro?? Eso se negocia sobre el borde de lo imposible, como todos los pactos. En el fondo es una cuestión de autoestima: ¿aceptará Manes, en caso de perder, ir tercero en una lista a la que se subió como una estrella sin sombra alrededor? Aceptará Santilli, si es él quien pierde la PASO, quedar tercero del Dr. Milagro. Es jugar al gol de oro. ¿Por qué no negociar?
Es más que comprensible que Pichetto quedase del lado de Larreta-Santilli. Dedicó toda su vida política en Río Negro a confrontar con la UCR. Era poco creíble que ahora apareciese en las listas de ese partido en el orden nacional. El moño que le puso en la reunión con Larreta-Santilli en La Dolfina, el jueves, en realidad blanqueó lo que habían charlado los dos con Macri antes del viaje del expresidente. En ese paquete quedó claro que Pichetto – como adelantó esta columna – no será candidato.
Sólo acompañará. Por cuerda separada se le abrió una ventanilla a Jorge Macri. Era disparatado que un presidente del Pro apareciese en listas de radicales. Pichetto está en la Auditoría como representante del Pro, impuesto por Macri-Pichetto contra la opinión de los radicales, que entendían que esa silla por la oposición era para ellos. El primo Jorge quedó este fin de semana en responder qué camino tomará. Si acompaña, como Pichetto, si es candidato a diputado por la provincia en la lista de Santilli o si asumirá como ministro de la gestión Larreta en la ciudad.
Este gabinete es el que se abre para satisfacer a los nuevos amigos a cambio de no plegarse a listas alternativas en las PASO, como puede ser la de Manes – UCR o la de Gustavo Posse. La alquimia intrincada del sistema ofrece pocos incentivos para competir. Los pisos establecidos en la provincia de Buenos Aires para poder entrar en la distribuidora de cargos – 2% para cargos nacionales, entre 20 y 25% para cargos provinciales y municipales, según la sección electoral – están sujetos a dos deflactores de pretensiones: la ley de paridad de género y el sistema d’Hont para distribuir entre mayorías y minorías. Estos pisos fueron ya acordados, y los analizan los candidatos a la luz de sus posibilidades de entrar en las listas. La distribución de cargos, además, depende de cuánto saque cada lema.
En suma, nadie puede asegurarle nada a nadie, y la paridad de género obliga a una segunda mezcla que puede postergar ambiciones. ¿Cómo salir del laberinto? Por arriba, diría el poeta Marechal. Para Juntos, significa negociar cargos en la administración porteña de Larreta. ¿Para qué ilusionarse con unas PASO de final incierto cuando podés tener un cargo ahora? Con más perspectiva, Pichetto tiene un compromiso “de proyecto” – así lo describieron en la mesa de La Dolfina. En este round Santilli cobra una vieja relación con Pichetto, diseñada desde cuando compartieron bancas en el senado. Los dos vienen de un vetero-duhaldismo, que los acerca, y los aleja del radicalismo. Larreta mostró, además, frialdad en la captura de voluntades. Un Pacman con billetera, para decirlo brutalmente. Un ejercicio peronista de la política.
Horacio también mostró que está más cerca de Macri de lo que creen sus adversarios internos y del oficialismo nacional. Macri sigue creyendo en su futuro como árbitro de la coalición opositora. Ayudó a esa alianza bajándose de las candidaturas y tomándose el buque (el avión) en las horas críticas del cierre de compromisos y listas. Pero sigue haciendo cosas de político activo.
El viernes anterior a su viaje a Suiza, aceptó reunirse en una discreta terraza del hotel Icon de Madrid – calle de Don Ramón de la Cruz, 10, pleno barrio de Salamanca, nunca menos -, con una veintena de voluntarios del Pro que residen allí y que trabajaron por su candidatura entre los expats que votaban en España. En ese padrón, la fórmula Macri-Pichetto ganó por amplio margen, superior al 70% de los votos. Querían saludarlo y él agradecerle la faena. A estos voluntarios les dijo que quiere que en 2023 haya varios candidatos por lo que hoy es Juntos (ya no por el Cambio).
¿Y vos a ser candidato? No sé, respondió. Se verá quien es el más competitivo de todos. Se dijo tranquilo por las acusaciones de fomentar un golpe en Bolivia. Claro que vuelvo a la Argentina, ¿de dónde han sacado que me voy a quedar acá? No le tengo miedo a nada, le dijo al grupo, entre quienes estaban Lucía Aboud – que fue secretaria parlamentaria de la jefatura de gabinete de Marco Peña, cargo que hoy ejerce el evitista “chino” Navarro – y emprendedores como Rodrigo Figueroa Reyes. Curiosidades: Macri llegó y se fue solo, caminando y sin custodia. A diferencia de otros tiempos, no intervino en su viaje la embajada de Ricardo Alfonsín. Ni para ponerle un auto o algún acompañante. Papá decía: Macri es el límite.
De paso, este cambio de la marca en PBA desaíra la posición del radicalismo nacional, que ha querido mantenerla porque entiende que en muchos distritos tiene más valor o conocimiento que los candidatos. Gerardo Morales y Alfredo Cornejo rechazaron el proyecto de Larreta en la anteúltima reunión de la mesa nacional de la coalición, a la cual el jefe porteño había llevado a varios expertos de power point para que les mostrasen el diseño de alguna marca alternativa. Allí le bajaron de la presentación el nuevo nombre de la marca partidaria: «hicimos con Negri un zoom con los 24 jefes de las provincias y nadie quiere cambiar la marca», dijeron Morales y Cornejo al unísono.
Algunos miraron a Miguel Pichetto: saben que en la charla en que aceptó la candidatura a vice de Macri en 2019, reclamó la defunción de esa marca partidaria. «Entenderás que no puedo ser el candidato de algo que se llama “Cambiemos”. Ahí nació «Juntos por el Cambio». Pero el auditor desmarcó: «Esa idea de cambiar el nombre es de Ramón Puerta, que propone que se llame «Juntos». Humberto Schiavoni se sumó a la negativa de Morales y aportó números: en esa provincia la marca JxC es más valorada en las encuestas que los propios candidatos de la coalición. Larreta, de respuesta rápida, aceptó el dictamen y mandó salir del salón, con un gesto, a los expertos.
Pichetto adelantó, en días previos, algunas líneas de la estrategia a largo plazo de esta oposición. Fue en una reunión de contrafrente junto a Jesús Rodríguez y Hernán Lombardi, convocada por el Club Político Argentino. Después de todo, este trío es el que más frecuentan los jefes de la coalición, y expresan el resultado de largas especulaciones de campaña. Pichetto advirtió en esa reunión sobre la necesidad de mantener la unidad de Juntos – como ha dado en llamarse ahora esta fuerza en el principal distrito del país. Hay que aprender de ellos, es decir de los peronistas que gobiernan. Miren cómo la defienden a Cristina – advirtió. Señaló la desidia de exfuncionarios que actúan como si hubiera que jubilarlo a Macri. Es un referente y hay que defenderlo porque es la defensa del conjunto. Acá nadie defiende, dijo en esa charla ante un lote multipartidario, pero inclinado hacia lo que significó Cambiemos. Criticó a «los guapos del whatsapp» que aparecen en los grupos de debate de esa plataforma pero que callan en público cuando se lo ataca a Macri. La unidad, sintetizó, pasa también por la defensa de la gestión.
En el diagnóstico coincidió con Rodríguez en describir la situación del gobierno como fruto de una «anomalía institucional», en que el poder está fuera de la Casa de Gobierno. Allí está Fernández, que no tiene poder ni despliegue territorial, ni tampoco el consenso dirigencial del partido al que representa. Los desplazamientos de representación son explicables en colectivos horizontalizados por la falta de liderazgos. El peronismo digiere con entuertos el desplazamiento de fuerza de Cristina hacia Alberto. Se lo sindica como un ardid táctico del peronismo para aprovechar en las urnas de 2019 el segmento positivo en la opinión pública -que reconoce el prestigio de ella como jefe del peronismo de Buenos Aires-, pero sin cargar con el peso del segmento negativo de las mismas encuestas. El balance no le alcanzó para ser candidata a presidente. El costo se vuelca sobre el conjunto de la trifecta del poder que integra junto a Alberto (Olivos) y Sergio Massa (Diputados).
Estas metáforas del poder – de eso se trata en el fondo – lucen mal porque revelan las entretelas a veces viscosas de las relaciones y los eslabones inconfesables de la política. Los validos han tenido siempre mala fama y sufrieron en todos los tiempos – desde las monarquías hasta los tiempos de hoy. Inés, personaje de Galdós en La Corte de Carlos IV, describía su suerte con crueldad y estilo: «El que sube tanto sin tener mérito es por casualidad, o por mil picardías, o porque los reyes lo quieren así; ¿y qué hacen para tenerse arriba? Engañan a la gente, oprimen al pobre, se enriquecen, venden los destinos y hacen mil trampas. Pero buen pago les da, porque todo el mundo les aborrece y lo que se desean es verles por los suelos».