3 marzo, 2021
Sólo la Construcción y los Hoteles y Restaurantes registraron caídas más profundas que la Cultura a lo largo de las restricciones que impuso la pandemia de coronavirus Covid-19.
Durante 2020 las industrias culturales fueron el tercer sector económico más afectado por los efectos de la pandemia de coronavirus Covid-19. Según un informe elaborado por el Sistema de Información Cultural de la Argentina (SInCA), dependiente de la Secretaría de Cultura y Creatividad del Ministerio de Cultura de la Nación, los únicos que registraron peores indicadores fueron la Construcción y los Hoteles y Restaurantes.
Alejandra Moccioli, Presidenta del sector de Cultura de la Federación Económica de la Provincia de Buenos Aires (FEBA), explicó que “las industrias culturales fueron la última actividad económica que se puso en marcha tras el shock inicial que generó la pandemia. Empezaron a hacerlo lentamente hacia fines de 2020 cuando se habilitó el turismo y se abrieron algunos espacios”.
El relevamiento, que mide el impacto del escenario generado por la pandemia en las Industrias Culturales, destaca que el Valor Agregado Bruto (VAB) cultural cayó un 27%, con un alcance dispar en la economía del sector. Un efecto evidente es la reducción de la participación en la producción total de la economía: el sector de las industrias culturales pasó de representar el 2,6% del VAB total en el primer trimestre del 2020 al 2,1% en el segundo trimestre.
El cierre de museos, teatros, bibliotecas, estadios y atracciones turísticas, sumado a las restricciones aplicadas al desplazamiento de personas, generó el desplome del sector cultural tanto en nuestro país como a nivel mundial. La cancelación de todas las actividades y eventos causó dificultades que afectaron principalmente a las pequeñas y medianas empresas del sector, por lo que muchos trabajadores culturales y artistas han perdido sus únicas fuentes de ingreso.
Ante ese contexto, las medidas oficiales de ayuda económica representaron un aliciente: “Tanto desde la Nación como desde la Provincia muchas pymes que trabajan en cultura recibieron subsidios y apoyo económico, que fue fundamental para que pudieran subsistir”, valoró Moccioli.
Sin embargo, advirtieron desde el sector, esta asistencia resulta insuficiente. Por ejemplo, en la Provincia hay 80 salas de cine privadas (no corporativas ni cadenas) que no abrieron durante todo el año, mientras seguían abrumadas por los gastos fijos. Si bien el ATP les permite afrontar los sueldos de sus trabajadores, el 25% todavía corre riesgo de cerrar definitivamente, ya que debe abonar cargas sociales, sevicios, impuestos y alquileres entre otros costos fijos.
Por otro lado, la titular de FEBA Cultura aclaró que ese contexto “también puso en evidencia la la situación de precariedad y vulnerabilidad de muchos artistas y personas que se dedican a la gestión cultural, por no estar debidamente registradas. De esta manera, no pudieron encuadrarse en los procesos que les permitieran recibir la ayuda del Estado”.
Una de las principales innovaciones que generó la pandemia fue la aceleración de los procesos de transformación digital en las pymes. En lo que respecta a las industrias culturales, no solo motivó cambios en las modalidades de trabajo, sino que también impulsó nuevos hábitos de consumo. La mayoría de los puestos de trabajo presenciales quedó fuera del sistema, y creció la actividad de empleos implicados en generar contenido relacionado a software, diseños digitales y publicidad, entre otros. Las grandes ganadoras de la nueva era fueron las empresas de telecomunicaciones e Internet.
La transformación tecnológica de la vida económica y social se manifiesta en el crecimiento de los servicios audiovisuales digitales. En Argentina, entre 2015 y 2019 habían triplicado las importaciones (impulsados por plataformas como Netflix y Spotify), y entre el primero y el segundo trimestre de 2020 aumentaron un 8% (el mayor aumento trimestral desde 2019).
A nivel nacional surgieron plataformas de uso masivo como Cine.Ar y Cervantes On Line, entre otras. Si bien aumentaron la cantidad de usuarios un 30% durante el primer semestre, no alcanzaron a cubrir todas las necesidades de los artistas nacionales en cuanto a fuentes de trabajo y difusión de obras.
Además, la infraestructura necesaria para el funcionamiento pleno de interfaces digitales sigue registrando fallas: “Uno de los grandes problemas de este período en el que la tecnología se convirtió en un recurso imprescindible fue la conectividad”, advirtió Moccioli. “En varias regiones de la Provincia, las pymes culturales y los artistas permanecieron aislados o no pudieron compartir su actividad porque Internet no representa un canal estable de difusión”.
En lo que respecta al panorama del sector para 2021, se apunta a revertir los indicadores negativos de 2020, cuando se registró un 50% de pérdida con respecto a lo generado el año anterior. Para este año, el informe estima que, con la reconversión digital de la industria cultural, sumada al mayor conocimiento de las tecnologías, plataformas y proyectos a disposición, la producción de contenido cultural apunte a incrementarse cada vez más.
Moccioli reconoció el valor “del aporte que viene realizando el Estado para cubrir sueldos y otras gastos que permiten seguir generando empleo”. Pero agrega que será fundamental obtener más y mejor financiamiento, en forma de créditos o facilidades para solventar producciones de parte de compañías teatrales, por ejemplo. Además, el sector cuenta con mucho potencial para exportar creatividad, producción audiovisual y videojuegos, y esas actividades necesitan apoyarse en medidas concretas que favorezcan esos procesos”.