31 julio, 2024
A pesar que el stock ovino en Argentina se concentra en la Patagonia, con el 56 % de los animales, siendo Chubut la mayor productora con 3 millones de ovinos, ahora la Región Centro aumentó un 16% la cantidad de cabezas, debido a la oportunidad productiva que genera su convivencia con la agricultura.
En algunas regiones de la zona núcleo destacan las ventajas de diversificar la actividad agrícola y sumar a los ovinos a los establecimientos productivos.
Es que la cría de corderos genera alta productividad y rentabilidad, así como buena calidad del producto, entre los principales beneficios.
Si bien el stock ovino en la Argentina se concentra en mayor parte en la Patagonia con el 56% de los animales, la Región Centro aumentó un 16% la cantidad de cabezas.
Puntualmente en Santa Fe, se producen 12.670 toneladas de reses con hueso de carne ovina, cuyo 30 % se exporta.
Frente a este escenario, un equipo de especialistas del INTA reconoce que la cría intensiva de ovinos surge como una oportunidad productiva para la región y la provincia.
“La producción ovina en la provincia está integrada de manera secundaria a otras actividades de los establecimientos agropecuarios, por lo que la carga y la intensidad es baja”, mencionó Belén Morlacco, profesional del INTA Pago de los Arroyos, Santa Fe.
Para los investigadores, el ovino muestra una oportunidad en la zona núcleo. Principalmente en el negocio de producir carne ovina de calidad.
“Hoy tenemos disponible un paquete tecnológico óptimo para poder maximizar su potencial”, insistió la especialista.
En cuanto al concepto de cría ovina intensiva, la Morlacco reconoció que “inicialmente fue pensado para campos agrícolas con excelente aptitud de suelo y de condiciones ambientales, en los que se desarrolla la agricultura entre un 70 a 80% de su superficie”.
A la par, en el 25% de la superficie se siembran pasturas de alta productividad y, de esa manera, logran diversificar la producción primaria que es la agricultura y complementarla con la producción de carne ovina.
A su vez, dio un paso más al asegurar que “tanto la ganadería ovina como la bovina son remediadores de los sistemas: son sanadores, recuperadores de suelos y hacen que los sistemas agrícolas sean sostenibles en el tiempo bajo el concepto de la rotación agrícola con pasturas perennes y con animales comiendo, bosteando, aportando materia orgánica al sistema y en este circuito de circulación de nutrientes y de recuperación de suelo”.
De todos modos, reconoció que es necesario adecuar el circuito de faena para sumar a la actividad ovina.
“Tener un punto de faena de la producción, posibilitaría entrar en el circuito legal de comercialización de productos y subproductos en carnicerías que potenciaría la aparición de intermediarios como productores, recreadores, engordadores y abastecedores que hoy no está desarrollado como en otras producciones cárnicas”, mencionó la entrevistada.
Según Morlacco, la diferencia entre la cría ovina intensiva a uno extensivo radica “en la productividad, en la calidad del producto, en la extensión, en la duración del sistema productivo y en la rentabilidad, en el recupero del capital invertido”.
En este sentido, detalló que la cría ovina intensiva es un sistema que trata de maximizar la producción con un producto pesado, un borrego o borrega de producción de carne de 50 kilos en un plazo no mayor a 150 días y donde el refugio de la oveja y del carnero son productos bien encarnados de muy buena calidad carnicera y aptos también para el consumo.