La explicación del interés creciente en la región por la actividad está en el potencial productivo y la rentabilidad, tanto por la demanda del mercado internacional y del consumo local, como por perecedero de los frutos, lo cual facilita su poscosecha y comercialización.
Pese a ser el almendro el fruto seco que menor superficie ocupa en la región, es el que más creció en el último tiempo. Actualmente está en unas 287 hectáreas, lo cual representa un aumento del 420% en los últimos 10 años.
Recientemente, en el INTA Valle Inferior iniciamos la evaluación de tres variedades de almendros autofértiles y de floración extra tardía en las condiciones agroclimáticas de la región.
Al tener en cuenta el impacto de las heladas primaverales en el cultivo, consideramos pertinente utilizar sistemas activos de control de heladas y elegir variedades que florezcan lo más tarde posible, para reducir el riesgo de pérdidas.
Las plantaciones de almendro se localizan en las zonas de los Valles del Río Negro y Neuquén con 212 y 75 hectáreas, respectivamente.
En cuanto a las variedades, la más empleada es la Guara, caracterizada por su floración tardía, aunque las nuevas plantaciones están constituidas por otras de floración extra tardías, siendo una de la más frecuentes la Marinada.
El cultivo con mayor superficie productiva es el nogal, con unas 2.800 hectáreas.
Su producción se extiende en el Valle Inferior de Río Negro -con 940 has-, el Valle Medio y Alto Valle del Río Negro -con 1.300 y 252 has-, y los valles neuquinos, con 310 hectáreas.
La variedad más extendida es Chandler, con buenos atributos productivos que aseguran mayor rendimiento y calidad de fruto, aunque ante la ocurrencia de heladas tardías y pérdidas por bacteriosis y carpocapsae tiene ciertos condicionantes.
Sin embargo, esta variedad alcanza altos rendimientos -entre los 4.000 y 5.000 kilos por hectárea (kg/ha)- y es de excelente calidad.
El destino es principalmente el consumo interno y, en menor medida, el mercado externo.