3 mayo, 2022
Este mercado desplazó del ránking de ventas a Brasil por primera vez en la historia del Valle. Las tendencias que muestran las estadísticas de comercio exterior reflejan que se acentúa el ajuste en el sistema frutícola.
Hasta aquí, todo pareciera razonable. Con una producción que se vio afectada con las heladas tardías y la caída de granizo durante la primavera, a lo que hay que sumar los problemas en el mercado ruso, es lógico pensar en esta merma sobre las exportaciones.
Pero en toda esta enorme estadística, un número llama la atención. El único destino de la oferta exportable regional de manzanas que creció, en este escenario de menores volúmenes, fue Paraguay. En esta primera etapa del año se colocaron en este destino algo más de 4.700 toneladas, un 8% arriba de las 4.300 toneladas consolidadas en el período enero-marzo 2021.
Con los datos oficiales sobre la mesa, el vecino país paso, por primera vez en la larga historia del Valle de Río Negro y Neuquén, a ser el principal destino de las exportaciones argentinas quitando el liderazgo de los últimos años a Brasil y, un poco más atrás en el tiempo, a la Unión Europea.
En esta primera etapa del año, las colocaciones de manzana de la región en las góndolas paraguayas concentraron, en volumen, cerca del 30% del total de las exportaciones regionales. Es decir, 1 de cada 3 kilos de la especie que van al exterior tienen como destino final el vecino país. En relación con las divisas ingresadas a la Argentina (en dólares) este indicador cae al 16%. Es decir, de cada 100 dólares exportados de manzanas, solo 16 llegan desde Paraguay.
Sin desmerecer el rol que juega nuestro vecino país en las negociaciones bilaterales con la Argentina, está claro que Paraguay sigue siendo un mercado marginal para el resto de los países exportadores de fruta, independientemente de que consiguió en los últimos años estabilizar y hacer crecer su economía en forma sostenida. Los valores de venta declarados por los exportadores argumentan, en parte, estos conceptos que lo colocan como mercado marginal.
Sin ir muy lejos, cuando se desglosan las estadísticas de comercio de Chile -uno de los grandes referentes frutícolas a nivel global- allí se detalla que menos de 1.000 toneladas de manzana se exportaron el año pasado hacia Paraguay sobre un total de más de 640.000 toneladas colocadas en todo el mundo. Relacionando estos dos números, se define que solo el 0,2% de las manzanas chilenas terminaron en las góndolas guaraníes.
El dato comparativo es llamativo. Para la mayor parte de los exportadores que envían sus manzanas al Paraguay el tema va mucho más allá de lo comercial.
El deterioro que están sufriendo las exportaciones de manzanas argentinas en todo este último tiempo se refleja tanto en la caída del volumen comercializado como en el nivel de divisas que ingresan por estas ventas.
Hace solo dos décadas, los embarques de manzana al exterior -tomando como referencia el primer trimestre de 2002- totalizaron cerca de 61.700 toneladas, tres veces más de lo que reflejan los volúmenes actuales.
En ese entonces, las colocaciones de manzana en los mercados de Europa llegaban a las 39.000 toneladas; es decir que representaban el 63% del total de las colocaciones externas de esta pomácea. Paraguay, en el primer trimestre de 2002, importó poco más de 2.000 toneladas de manzanas argentinas, volumen que representaba tan solo el 3% de las ventas al exterior.
Las distintas políticas económicas aplicadas en el país durante todo este último tiempo incidieron en el cambio en la matriz exportadora, que impacto de lleno sobre el sistema frutícola del Valle. Los planes económicos fueron impulsados con un claro sesgo antiexportador y esto se observa claramente en las medidas que toma la actual gestión de Gobierno.
Tal cual se observa en el gráfico adjunto, los embarques en este primer trimestre de 2022 alcanzaron las 16.000 toneladas de manzana, concentrando entre Paraguay, Brasil y Bolivia más del 70% de las colocaciones externas de este producto.
El dato que hay que complementar a esta estadística, es que los valores logrados por la manzana argentina en Europa, en muchos casos, más que duplican los precios conseguidos en los países latinoamericanos. Por lo tanto, la fruticultura regional perdió no solo volumen de exportación en estas últimas dos décadas sino también calidad de destinos, lo que termino impactando en los ingresos de la actividad.
Si las exportaciones del primer trimestre de 2002 (en volumen y países de destino) se hubiesen mantenido en este primer trimestre de 2022, los ingresos al sector frutícola deberían haber sido del orden de los 52 millones de dólares. Los números oficiales, detallan que no llegan en esta primera parte del año a los 10 millones de dólares, un quinto del potencial existente en 2002. Este bajo valor de divisas en definitiva muestra como cayó la principal actividad de esta economía regional en los últimos 20 años.
Poco se puede pedir de aquí para adelante. El Gobierno tomó la decisión de mantener el rumbo del plan económico con el impacto que esto genera sobre las economías regionales exportadoras: seguir anclando el valor del dólar que cobran las empresas sobre sus productos que colocan en el exterior, mantener los múltiples tipos de cambio existentes y sostener el crecimiento en moneda dura de los costos de producción.
La probabilidad de éxito para encarrilar los desvíos de las principales variables macroeconómicas -que manifiesta en forma persistente el ministro Martín Guzmán- es baja ya que no existe un verdadero plan económico integral que permita actuar en forma conjunta sobre los profundos problemas fiscales, cambiarios e inflacionarios que atraviesa el país.
Seguramente, la tendencia que se observa en este primer trimestre con relación a los niveles de exportaciones y destinos de la manzana del Valle se mantendrá -o profundizará en el peor de los casos- a lo largo de todo el 2022.
Hace ya varios años que los Gobierno están aplicando medidas económicas que van en contra de los estímulos que necesitan los exportadores. Suba de costos en forma progresiva, dólar anclado, múltiples tipos de cambio y falta de capital de trabajo para sostener la actividad, son tan solo algunos ejemplos de los que sufren las empresas exportadoras del país y, en particular, las que se encuentran en las economías regionales.
La gestión de Alberto Fernández no es la excepción. El país hoy se está perdiendo competitividad externa semana a semana con los niveles de inflación que presenta su economía.
La suba de precios corre a niveles superiores al 60% mientras que el dólar oficial -el de 120 pesos que perciben los exportadores- creció a una tasa del 21% en términos interanuales. Este retraso cambiario que sufren las exportaciones sumado a la brecha existente en el mercado entre la divisa oficial y el resto de los dólares, no hacen más que desestimular el comercio frutícola hacia los mercados de ultramar y, por el contrario, incitar a la subfacturación -con lo que se logran pingues ganancias- en varios de los mercados latinoamericanos , como es el caso de Brasil, Bolivia y Paraguay; destinos que concentran en este primer trimestre del año alrededor del 70% del total de la oferta exportable.
Desde el Fondo Monetario Internacional (FMI) le exigen al Gobierno que acelere la tasa de devaluación del peso para ir ajustando los desvíos que muestran los precios relativos en la economía argentina. Pero el margen de acción de Guzmán es muy limitado, ya que una jugada como la que exige el Fondo sumará presión a la ya elevada inflación que registra el país.
*RN/ by J. Lojo