3 octubre, 2021
Por Carlos Arbía
En los últimos días en el mundo de las finanzas de Wall Street y en los pasillos del FMI se ha comenzado a mencionar la posibilidad de un probable relevamiento de la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, por el llamado escándalo «Doing Business».
Hay muchas dudas sobre su futuro porque todavía no se ha disipado el peligro de la pandemia, donde Georgieva ha jugado un rol clave. También comenzó a correr el rumor que la secretaria del Tesoro de los EE.UU., Janet Jelen, no tiene más contacto directo con Georgieva. Solo se comunican a través del asesor del Tesoro, David Lipton.
Este funcionario fue hasta la designación de Georgieva en el FMI en el 2019 el Nro 2 del organismo. Luego, sorpresivamente decidió renunciar a su cargo. Lipton fue el funcionario que designó Donald Trump para cerrar el préstamo de u$s57.000 millones con el Gobierno de Mauricio Macri en el mandato de la anterior directora gerente del FMI, la francesa Chrisitne Lagarde.
Lipton ha comenzado a sonar como uno de los probables reemplazantes si Georgieva es obligada a dejar su cargo en el futuro.
Lo que puso en evidencia el problema fue el pedido de renuncia a Georgieva por modificar estadísticas, en un duro editorial de hace dos semanas en el prestigioso semanario The Economist. Este articulo comenzó a preocupar en el mundo de empresas y de las finanzas internacionales. »
«Por qué la cabeza del FMI debe renunciar» se titula el editorial que explica en detalles los hechos que involucrarían a Georgieva cuanto fue la número 2 del Banco Mundial en 2018. La semana pasada, la empresa estadounidense Bloomberg lanzó otra alerta y por último el diario inglés Financial Time también.
El editorial de The Economist salió luego que trascendiera parte de un informe realizado por el estudio WilmerHale, un buffete de abogados de Washington, contratado por el propio Banco Mundial para investigar denuncias de manipulación en la confección del informe «Doing Business».
El mismo, es una especie de ranking de competitividad explica lo sencillo o complicado, favorable o desfavorable que se le hace a una empresa operar en cada uno de 190 países relevados, en base a una serie de datos e indicadores. El informe de WimerHale responsabiliza a Georgieva y al autor del informe, el economista búlgaro Simeon Djankov, por modificar información para mejorar las calificaciones y posición de China en ese ranking de competitividad.
La investigación explica que del puesto 85 del ranking de competitividad o facilidad para hacer negocios que tenía China en la primera versión del informe, ese país saltó sorpresivamente al puesto 78 en la revisión que se hizo después.
El «Escándalo Georgieva» comenzó a generar fuertes internas en el Fondo Monetario Internacional
«Esto fue debido a instancias de presiones y recomendaciones metodológicas que hicieron Georgieva y Djankov», dice el informe de WimerHale. «En un primer momento, buscaron mezclar los datos de China con los de Hong Kong y Macao, dos zonas económicas especiales, y finalmente cambiaron la metodología de modo que China mostrara mejores resultados en cuanto a la facilidad de pago de tributos y otras cuestiones impositivas.
El editorial de The Economist, argumenta que la actual directora gerente del FMI, no puede seguir al frente del organismo multilateral, por estar sospechada de adulterar las estadísticas del informe ‘Doing Business’ publicado en 2018. En esa época Georgieva era la segunda del entonces presidente de la institución, Jim Yong Kim un surcoreano de nacionalidad estadounidense. Una de las principales consecuencias de esta investigación de WimerHale es que las autoridades del Banco Mundial decidieron hace dos semanas discontinuar el Doing Business que se empezó a publicar en 2003.
La investigación de WilmerHale explica que «los funcionarios del Banco Mundial alteraron impropiamente los resultados de China y otros tres países, para evitar una caída de las posiciones de la potencia asiática, justo cuando sus reformas estaban acelerando. Según la investigación, los retoques a los indicadores fueron hechos a pedido del entonces presidente del Banco, Jim Yong Kim, y Georgieva, que se encargó de implementar esas cuestiones con la ayuda de Djankov, un economista búlgaro de la misma nacionalidad de Georgieva.
Uno de los datos condenatorios más impactantes del informe de WilmerHale es una nota que Georgieva le escribió a uno de los empleados del Banco Mundial que participó en la reelaboración del Doing Business, agradeciéndole por «haber hecho su parte a favor del multilateralismo». Por eso es que el artículo de The Economist concluye pidiéndole a Georgieva que ahora haga la suya, y renuncie, para salvar la reputación y la credibilidad del FMI, una de las instituciones clave del sistema multilateral diseñado por los ganadores de la segunda Guerra mundial hace ya más de 75 años.
Extraoficialmente, Georgieva manifiesta que ella «está fundamentalmente» en desacuerdo con las conclusiones del informe. Según Georgieva, esos cambios fueron para «mejorar» el informe, pero un estudio posterior del propio Banco dice que los cambios metodológicos implementados indujeron a más errores de los que removieron.
Preocupación en la Argentina
De agravarse la situación, la misma podría impactar en la Argentina en la negociación que lleva adelante el ministro Martín Guzmán con las autoridades del FMI. Al respecto Héctor Torres, ex representante de la Argentina en el directorio del FMI, manifiesta que «la posición de Georgieva, aunque sobreviva los cuestionamientos, es ahora incómoda, porque se le redujo el espacio para hacer consideraciones políticas ante eventuales observaciones u objeciones a un trato con un país que pueda hacer el ortodoxo staff del Fondo Monetario».
Esta ortodoxia fue reforzada con la reciente designación del brasileño Ilan Goldfjan como director del Departamento Hemisferio Occidental, del que depende la relación con la Argentina. Guzmán, que tiene muy buena relación con Georgieva, a partir de un primer encuentro que tuvieron en el Vaticano, auspiciado por el Papa Francisco.
El escándalo en el Fondo podría generar un retraso de la renegociación de un nuevo programa de Facilidades Extendidas. En ese contexto, el premio Nobel de Economia Joshep Stiglitz, quien fue mentor de Guzmán en la Universidad de Columbia y es uno de los economistas internacionales más cercanos al Gobierno, salió en defensa de Georgieva y denunció un intento de golpe en el FMI.
Stiglitz consideró que «Georgieva generó molestias en algunos sectores por permitir un FMI menos enfocado en la austeridad y que busca generar cambios graduales para tener en cuenta pobreza y desarrollo. También aseguró que el rol del Fondo en la reestructuración de deuda pública argentina con los acreedores privados de la Argentina marcó un límite a los mercados, lo que inquietó al sector».
De agravarse la situación de Georgieva, podría impactar en la negociación entre el FMI y Argentina
Stiglitz señala que «los esfuerzos que se están realizando para eliminarla no solo son injustos, sino que podrían paralizar la gestión del Fondo en los próximos años». Lo hizo desde donde habitualmente publica sus reflexiones el espacio Project Syndicate.
El economista además advierte que «se están tomando medidas para reemplazar o al menos debilitar a Georgieva», sobre quien recuerda que «defendió con éxito una emisión de u$s650 mil millones de ‘dinero’ del FMI (derechos especiales de giro, o DEG), tan esencial para la recuperación de los países de ingresos bajos y medianos».
Stiglitz redobla la apuesta y sostiene que el verdadero escándalo es el informe de WilmerHale, que deja ileso al actual presidente del Banco Mundial David Malpas por su íntima relación con Arabia Saudita y un intento de Malpass de cambiar la metodología de Doing Business para hacer descender a China en el ranking de competitividad.
El ruido en torno al caso y la presión sobre Georgieva fue ganando intensidad día a día. El economista Paul Romer, premio Nobel de Economía 2018, que había sido economista jefe del Banco Mundial, aprovechó la oportunidad para recordar a través de un tuit por qué se había alejado del organismo aquel año, con tal de no tener que reportar más a Georgieva, cuya integridad puso en duda.
También una vocera del Tesoro de EEUU, Alexandra Lamanna, señaló que la institución, que encabeza Janet Yellen, revisaría la cuestión, ya que estaba en juego la credibilidad e integridad de los organismos internacionales.