19 febrero, 2022
Se trata de la exposición inmersiva dedicada al pintor holandés, que invita a zambullirse en algunos de los más espectaculares paisajes de la historia del arte, como «La Noche estrellada» o «Los girasoles», en el Pabellón Frers de la Rural de Palermo, en CABA.
La espera terminó y finalmente abrió sus puertas en el Pabellón Frers de la Rural la exposición inmersiva dedicada al pintor Vincent Van Gogh -la primera de su tipo en el país-, que invita a zambullirse en algunos de los más espectaculares paisajes de la historia del arte, como «La Noche estrellada» o «Los girasoles», una secuencia de miles de imágenes que giran, se deslizan, aumentan de tamaño o disminuyen en claridad, y una coreografía sincronizada con reconocidos exponentes de la música clásica, que en conjunto provocan un torbellino de estímulos a los sentidos.
«Siento que generamos mucha expectativa y estoy orgulloso porque estamos a la altura de lo esperado. Fue tal el éxito de convocatoria que la muestra se extenderá hasta el 1 de mayo y sumará funciones los fines de semana por la noche», adelantó a Télam el productor cultural Daniel Grinbank, en referencia a la fecha de cierre de la muestra que estaba pautada en un principio hasta el 17 de abril y que ya vendió 120 mil entradas en modalidad anticipada.
Pese a que febrero estaba completamente agotado, se acaban de agregar funciones de noche, todos los viernes y sábados, (hasta las 23.30) a partir de este fin de semana y desde mañana sumarán -ante el pedido de muchos colegios- excursiones escolares, solo en los horarios matutinos, añadió Grinbank.
«La pandemia me hizo entender que íbamos a vivir en un mundo distinto, e incursionar en lo audiovisual y lo digital era un desafío importante. Haber encontrado esta muestra inmersiva, poder traerla y montarla, me genera orgullo», dijo el empresario.
Hay ansiedad en las afueras de La Rural, un rato antes de que finalmente abra sus puertas en este martes de jornada para prensa. Cada entrada -asignada para un día y horario específico-, es un código QR que habrá que pasar por un lector, junto a un molinete. Una vez dentro, luego de atravesar un pasillo a oscuras, casi en penumbras, como ocurrirá una vez dentro del salón, la expectativa crece. Hay personas que adquirieron su ticket en diciembre del año pasado.
La muestra que itinera por el mundo desde el año 2008 y que se adapta a cada ciudad a la que viaja, ocupa una única sala del predio ferial (el pabellón Frers) donde se despliegan las monumentales velas, como se conoce a este tipo de pantallas -o telones- de ocho metros de altura provenientes de Canadá, donde se reflectan las más de 200 obras gracias a los 46 proyectores que vienen de Francia.
Se corre el telón y la magia comienza. Es recomendable bajar un cambio, acompasar la respiración y dejarse llevar por la coreografía de estas miles de imágenes. Como una magnificación de cada pincelada del atribulado genio holandés, de los colores de su paleta, de los paisajes que tanto estudió y volcó en la tela. Las emociones que quería transmitir con cada una de esas pinceladas. Los fragmentos más conocidos de música clásica de icónicos exponentes -como Bach, Mozart o Erik Satie- cumplen un rol fundamental.
«No hay que pensar a esta muestra como un filme corto, con un comienzo, un clímax y un final. Por el contrario, se trata sencillamente de ir a lo más profundo, de bucear en la obra. Van Gogh no quería mostrarte la realidad, él quería darte emociones. Y esta muestra es una magnificación de esos sentimientos, de esas emociones», explica a Télam el productor francés Pascal Bernardin, director de Encore Productions, empresa productora de la muestra en el mundo.
Así, frente a los ojos se suceden como en una danza las pinturas que el genio holandés creó durante los dos últimos años de su vida, entre 1888 cuando se traslada a Arles en el sur de Francia, hasta su muerte en Auvers-sur-Oise en 1890: «La Noche estrellada», «Los girasoles», «Los Lirios», o su «Dormitorio en Arles».
Las «Ramas de un almendro en flor» que Van Gogh pintó sobre un intenso cielo celeste, como regalo para su sobrino que acababa de nacer y a quien habían bautizado también Vincent; las pinceladas largas y amplias que describen «El camino a Saint-Remy», como un mosaico de colores entrecruzados, los campos de trigos, bajo los cálidos rayos de sol, o con sus nubes arremolinadas, las barcas de pesca en la playa también forman parte de este recorrido visual.
La impresionante selección de obras proyectadas aquí no podría coincidir físicamente en el mismo lugar y al mismo tiempo: se trata de piezas que forman parte de prestigiosas colecciones de museos como el Museo d’Orsay de París, la Galería Nacional de Arte de Londres, el Museo Van Gogh de Ámsterdam, el Museo de Arte Moderno MoMA y el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.
La tecnología utilizada en «Imagine Van Gogh» -presentada en Buenos Aires por S2BN, DGE y DF Group-, que permite apreciar hasta el más pequeño detalle de estas obras, se conoce como «Imagen Total», un concepto desarrollado por Annabelle Mauger y Julien Baron, que se presentó por primera vez en 2008 en La Cathédrale d’Images, en Francia. Desde entonces, ha itinerado por 50 ciudades del mundo y la han visto un millón de personas.
«Cada muestra es diferente en cada ciudad. Pero en esencia, no agregamos nada extra a las obras, ni luces, ni efectos, ni videoclips. Son las pinturas, solas, sin el marco. Queremos que las creaciones de Van Gogh vivan aquí sin nada extra. Y eso es lo que genera más emoción. Es una buena manera de entender la emocionalidad en Van Gogh», dice el productor francés, tal vez intentando diferenciarse de otras inmersivas de Van Gogh, como por ejemplo la del Atelier Des Lumieres, que muchos comentaron estos días por aparecer en un episodio de la serie «Emily in Paris».
En muchas de las cartas que Vincent escribió a su hermano Theo describe en detalle qué emociones quería reflejar en cada pintura en la que se encontraba trabajando: «sugerir el reposo o el sueño en general» es lo que buscaba el pintor con «Dormitorio en Arles», con sus sábanas y almohadas en limón verde muy claro; la colcha rojo escarlata; la ventana verde.
También volcó en una misiva lo que pretendía para la famosa «Noche estrellada», donde estaba convencido de que no alcanzaba con poner manchas blancas en un fondo negro para pintarla: «Me parece que la noche tiene aún más colores que el día, teñidos de violetas, azules y verdes más intensos. Si miras con atención, verás que algunas estrellas son de color limón, otras tienen un brillo rosa, verde, nomeolvides, no azul», detallaba el artista sobre la obra que pintó en el pueblo de Saint-Remy, en el sur de Francia, donde pasó un año en un hospital psiquiátrico.
Al final del recorrido, ya una vez fuera del pabellón pero aún en el territorio de La Rural, se ubica un colorido café, idéntico a aquel que Van Gogh pintó en Café Terrace de la Place Du Forum, en la ciudad de Arles en 1888.
La muestra inmersiva «Imagine Van Gogh» abre al público mañana y permanecerá hasta el 1 de mayo en La Rural, Pabellón Frers, sobre avenida Santa Fe 4363. Las entradas se venden en bloques de media hora con aforo limitado, aunque la permanencia en la exhibición no tiene un tiempo preestablecido.
Los tickets se consiguen en www.laruralticket.com.ar y en la web oficial www.imagine-vangogh.com. El precio de la entrada es de $ 3.000 por persona, $2.000 para menores de 12 años. Hay un pack familiar para dos adultos y dos menores de 12 años por 8.000 pesos y los niños de hasta tres años no abonan entrada. No se pedirá pase sanitario pero se exige el uso barbijo todo el tiempo, indicaron los organizadores.