Desde su regreso a la desangrada Bolivia, Evo opera en medio de la parálisis de la economía formal boliviana, con las fronteras complicadas por las protestas en Bolivia y Perú, protestas que, sin embargo, no perjudican al narcotráfico, un negocio que usa una enorme flotilla de avionetas.
En enero, cuando comenzó su coordinadora, las actividades económicas de Santa Cruz estaban frenadas por la protesta de sus habitantes ante la detención del gobernador Luis Fernando Camacho, lo que afectaba a todo el resto del país por la falta de los alimentos que allí se producen.
Cuando Morales era solamente dirigente sindical de los productores de coca de Chapare solía frenar la salida de productos de Santa Cruz mediante el bloqueo de la carretera que atraviesa su zona. Ya en la presidencia de la república, logró lo mismo con más facilidad, prohibiendo legalmente algunas exportaciones de Santa Cruz.
Esta vez, el conflicto peruano afectó a la ciudad de La Paz, y su satélite, El Alto, con fuertes conexiones comerciales, ahora frenadas por el virtual cierre de la frontera. Se calcula que cada día el perjuicio equivale a 5,8 millones de dólares.
Paralizada media Bolivia y paralizado medio Perú, se da por descontado que, en cambio, el sulfato de cocaína (“pasta base”) que se produce en la región peruana de VRAEM sigue llegando en avionetas a las fábricas de clorhidrato de cocaína instaladas en Bolivia, para su inmediata exportación incluso a mercados de ultramar.
El Ministerio de Defensa de Bolivia reconoció en noviembre pasado que los trece radares comprados en 2017 están sin uso hasta ahora debido a que la Fuerza Aérea Boliviana no podría detener a las avionetas del narcotráfico que fueran avistadas y que usan más de un millar de pistas clandestinas.
En Perú, a su vez, la Fuerza Aérea recibió la orden del presidente Castillo de no seguir bombardeando las pistas clandestinas que usa el narcotráfico, porque las plantaciones ilegales de coca del VRAEM fueron legalizadas por su gobierno.
En Argentina, los gendarmes que cuidan el paso por la quebrada que separa a la boliviana Yacuiba de la argentina Salvador Mazza no logran extrañamente controlar los pasillos por donde pasa el “bagayeo” que disimula al profuso narcotráfico. Las cargas, en el lado boliviano, se acopian en galpones o simples cobijos armados con ramas y tirantes de algarrobos y palos blancos. Es parte de la droga de la Argentina blanca que evidencia tanto el fracaso oficial como la ‘vista gorda’ , que -hay que decirlo-, engrosa el ‘drama’ de Rosario, el Gran Buenos Aires y hasta la Patagonia.
Por razones obvias, Morales dice no tener contacto con quienes transforman la coca ni con quienes la transportan y comercializan, pero las seis federaciones de cocaleros de Chapare que controla en persona, son las que producen la materia prima para ese gigantesco negocio. Pese a todo, él mismo si ha reconocido que hay aportes de productores bolivianos al ‘negocio’ del narcotráfico. (Ver https://panampost.com/karina-martin/2017/06/26/produccion-de-coca-al-narcotrafico/ )
Un circuito productivo que además convocó al lanzamiento de su «Coordinadora» en enero de este año en Buenos Aires de manera presencial.
A la par, Evo juega fuerte en todos los países de su órbita y fotalece la estructura política que lo rodea. Por ejemplo, antes de hacer el anuncio de su viaje a Buenos Aires para armar la «Coordinadora» se dió tiempo para presidir una reunión de su partido que decidió reponer la orden por la cual todos los empleados públicos del gobierno central de Bolivia (unos 530.000) hagan un aporte mensual al MAS (Movimiento al Socialismo de Bolivia).
Y también dispuso que ningún militante del MAS pueda ser despedido de la administración pública, por ningún motivo. Una demostración de poder real frente al actual presidente en funciones de Bolivia, Luis Arce.
Por todo esto, muchos observadores atentos reflexionaban hoy sobre la peregrina visita a Madryn y Chubut de Evo. «Ojalá venga solamente a dar predicamento de sus ideas de transformación social a través de la política, y nada más», dijo un ilusionado vecino que lucía orgullosamente su ch’ullu por un rato.
Habrá que ver…