Un equipo internacional de científicos del Centro Nacional Patagónico (Cenpat), que depende del Conicet, y del Patrimoines locaux, Environnement et Globalisation (Paloc) de Francia, investigó el trabajo llevado a cabo por los primeros recolectores costeros de pulpos, popularmente llamados pulperos, que desplegaron sus tareas tanto en las playas del Golfo San Matías, en Río Negro, como así también en las costas de la provincia de Chubut.
Según el trabajo publicado en la web “La Nación Trabajadora”, la investigación demandó cinco años de estudios, a lo largo de los cuales los especialistas llevaron a cabo la reconstrucción en la zona en base a los testimonios de numerosos pescadores y pulperos que, aún hoy, siguen manteniendo viva esa actividad pesquera.
El estudio, que fue liderado por la licenciada en Ciencias Biológicas del Conicet, Ana Cinti, y por la antropóloga social francesa Francesca Marín, del Patrimoines locaux Environnement et Globalisation (Paloc), de Francia, llegó a la conclusión que el método de extracción comenzó en la década de 1920, en las costas del Golfo San Matías.
“Los testimonios nos indican que fue Valentín Galdo quien introdujo la actividad. Era un pescador de San Antonio Oeste, hijo de un inmigrante gallego, que habría replicado lo que se hacía en la ría de Vigo, en su país natal”, explicó Cinti.
“Sin embargo, los Galdo no realizaron las capturas, sino que se convirtieron en acarreadores de grupos de personas, a veces de familias enteras, que, una vez aprendida la técnica de pulpeo, eran llevadas a zonas costeras donde acampaban durante los meses de verano”, agregó la científica argentina.
Según explicó Cinti, los primeros pulperos patagónicos organizaban la operatoria y se proveían de víveres esenciales, a cambio de ser los únicos compradores del pulpo extraído.
“Hicieron eso durante aproximadamente unos 50 años, entre los meses de diciembre a marzo, a lo largo de un tramo de huella costera que primero fue rastrillada indígena y, desde fines del siglo XVIII, un Camino Real que unía el pueblo de Carmen de Patagones con la Península de Valdés, durante la época colonial ”, relató.
Actualmente, ese tramo de camino que une las localidades de SAO/Las Grutas y Puerto Lobos– aproximadamente unos 180 kilómetros por la costa-, es popularmente conocido como “El Camino de los Pulperos”, ya que es el lugar donde la pulpeada alcanzó su gran auge, allá por las décadas de 1950 y 1960.
Hoy, aunque de manera diferente a la empleada en aquellos tiempos, son muchos los pulperos que siguen con la actividad en la Patagonia. “Actualmente, el acarreo se da a otro nivel, hay personas que ponen el vehículo para llevar a los pulperos a las zonas de pulpeada y les pagan con parte de sus capturas. Hay quienes siguen comprando para revender, y están aquellos que extraen y venden lo que capturan”, comentó Cinti.
“Si bien lo positivo es que es un método de extracción distinto, de bajo impacto, lamentablemente, se desarrolla en condiciones de mucho sacrificio, y es de muy baja remuneración”, concluyó.