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10 agosto, 2023

Especies exóticas- el impacto del castor en la Patagonia Argentina y Chilena

Durante más de siete décadas, el castor ha ejercido un poderoso impacto sobre los bosques de la hermosa Isla Grande de Tierra del Fuego, situada entre Argentina y Chile. Sus actividades han ocasionado importantes cambios en el ecosistema, alterando la flora y fauna nativa.

Esta especie, catalogada como exótica e invasora en Argentina, ha causado estragos en otros ecosistemas importantes como los acuíferos y las turberas. Estos humedales desempeñan un papel fundamental en la retención de dióxido de carbono. Este fenómeno de daño directo a los bosques causado por esta especie está teniendo un impacto significativo en ambos países, con pérdidas que se estiman en más de 100 millones de dólares al año.

La introducción del castor en tierras fueguinas

En la época en que se proyectaban resúmenes de noticias en los cines, existía un programa conocido como “Sucesos Argentinos”. Éste ofrecía una visión general de los acontecimientos más relevantes antes de comenzar la proyección de las películas. Durante la década de los treinta, antes de la llegada de la televisión, el cine era el único medio audiovisual que permitía acceder a información sobre eventos políticos, deportivos, económicos y sociales. Era una forma importante de registrar y compartir acontecimientos de esa época. En 1946, se introdujo una novedad en uno de esos informes que tenía como objetivo “enriquecer la fauna de Tierra del Fuego”, según lo mencionado por la narración en off. Las imágenes capturaban el momento en que los primeros 20 castores fueron introducidos en Argentina, específicamente en las remotas y solitarias latitudes de Tierra del Fuego.

“El imaginario social de la época concebía como más valioso el modelo de desarrollo del hemisferio norte y traer especies desde allí se veía como una oportunidad de crecimiento económico”, explica Christopher Anderson, biólogo doctorado en Ecología y profesor asociado de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego.

La Patagonia, tanto en el lado este como en el oeste de los Andes, se fue poblado de diversas especies de animales que anteriormente eran desconocidos en la región. Entre ellos se encuentran el castor, el visón americano y la rata almizclera. Estas introducciones tenían como objetivo aprovechar comercialmente sus pieles. “Sería injusto juzgar a quienes tomaron aquellas decisiones. No había estudios suficientes para entender lo que podía ocurrir en un futuro”, aclara Alejandro Valenzuela, bioecólogo especializado en manejo de especies invasoras e investigador adjunto del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).

Impactos inimaginables del castor

En el pasado, nadie habría imaginado que el castor (Castor canadensis), un roedor nativo de los bosques de Estados Unidos y Canadá, sería visto como una plaga en el archipiélago más al sur de América. Sin embargo, la situación ha cambiado y ahora se considera necesario su exterminio.

En Argentina, se realizó una declaración oficial en 2014 donde se catalogó a la especie de castores como exótica e invasora. Sin embargo, desde el año 2006 la provincia de Tierra del Fuego ya había tomado medidas legales considerándola “dañina y perjudicial”. Por otro lado, en Chile, se estableció que los castores eran “dañinos” desde 1992.

 

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“En general, los ecosistemas de las islas suelen ser más simples, menos resilientes. Es decir, se adaptan peor a un disturbio como el que puede provocar la explosión de un volcán, la actividad humana o una especie exótica”, explica Valenzuela y continúa “algo parecido ocurre con las zonas frías, porque la cantidad de especies nativas es menor respecto a las que hay en regiones tropicales. Tierra del Fuego posee ambas cualidades: es una isla en una región subantártica. Un ‘nuevo invitado’ cuenta con muchas más probabilidades de éxito que en ecosistemas similares [a nivel continental]”

 

Ausencia de depredadores

Los castores, al encontrarse en un entorno donde no existen depredadores naturales y que ha sido ajeno a su especie durante miles de años, han experimentado un rápido crecimiento sin enfrentar ninguna forma de oposición. Actualmente se estima que el número absoluto de la invasión oscila entre 100.000 y 150.000, sin embargo, es más relevante destacar que esta invasión afecta a todas las cuencas hídricas en su totalidad. Ya podemos observar los efectos de esta situación. En primer lugar, los colonizadores ocuparon toda la Isla Grande del archipiélago. Posteriormente, extendieron su dominio a las islas más pequeñas y, desde la década de los ochenta, incluso se establecieron en las partes más meridionales del continente sudamericano.

“En Tierra del Fuego la frontera es un alambre, no hay barrera física entre los países. Tenemos múltiples cuencas hídricas compartidas, y el castor cruzó de Argentina a Chile sin necesidad de pasaporte”, advierte Cristóbal Arredondo, coordinador del programa Conservación Terrestre en Wildlife Conservation Society (WCS) en Chile.

El proceso de invasión de los castores fue gradual y no fue imposible detenerlo. En el norte, los osos, lobos y águilas desempeñan un papel importante en la limitación del crecimiento de la población de castores. Sin embargo, en el sur no hay depredadores y esto se suma al fracaso rotundo del proyecto de desarrollo económico.